Barcelona, sondeos y tendencias

La campaña gratuita que le han regalado a Puigdemont los distintos organismos ha empujado al alza a JxCat

No se dejen iluminar por los sondeos. El ascenso del socialista Jaume Collboni amenaza muy seriamente las posibilidades de Ada Colau para revalidar la alcaldía. De modo parecido, si bien menos dramático, el único factor capaz de poner en riesgo la casi segura victoria de Ernest Maragall es Puigdemont. En puestos claramente rezagados, cuantos más votos obtenga el PP en Barcelona, peor para Manuel Valls.

Empecemos por los Comuns. Es un hecho que desde su momento álgido, cuando Colau se alzó con la alcaldía y Podemos ganó en Cataluña por dos veces consecutivas las generales de 2015 y 2016, esta opción no ha hecho más que bajar y bajar.

El PSC sube a rebufo de la victoria del PSOE en las generales

Si en Comú Podem ha pasado de 12 diputados en 2016 a 7 en 2019, los socialistas han circulado por el camino inverso: de 7 escaños en 2016 a 12 en las pasadas generales. Si eso no son vasos comunicantes la física es un cuento de hadas.

Naturalmente, cada convocatoria electoral presenta unas características diferenciadas. Collboni no es Colau, claro, pero Colau no puede revertir la tendencia de fondo evidenciada en el párrafo anterior. Sí para corregirla pero sólo hasta cierto punto. De ahí a volver a ganar las municipales media un trecho que a estas alturas de la campaña parece intransitable.

En cambio, sería muy pero que muy raro que Collboni, que no es un mal candidato, consiguiera anular por completo el efecto contrario. El PSC sube a rebufo de la victoria del PSOE en las generales. Los socialistas ocuparon la segunda plaza en Barcelona, a solamente 2.000 del partido que las ganó, ERC.

El pasado 28-A, ERC y JxCat obtuvieron en Cataluña más de un millón y medio de votos

Conclusión lógica más allá de los sondeos, interesados o no: Colau anda lejos de disputar la victoria a Maragall. Según las tendencias del voto real, la predicción prudente es que los Comuns retrocedan más de lo que se afirma y el PSC mejore sensiblemente sus resultados.

Veamos qué puede ocurrir en el campo independentista. Vaya por delante que se trata de un territorio electoral en expansión. El predomino en las autonómicas se ha trasladado a las generales. El pasado 28-A, ERC y JxCat obtuvieron en Cataluña más de un millón y medio de votos, 400.000 por encima de la cifra de 2016. El avance es muy considerable.

En Barcelona, ERC viene ganando elección tras elección. Incluso se alzó, por primera vez, con la victoria en un distrito que tradicionalmente le es hostil, Sarrià-Sant Gervasi. Sería pues una sorpresa mayúscula que Maragall no consiguiera vencer las municipales de modo claro y destacado.

Sin embargo, la campaña gratuita que le han regalado a Puigdemont los distintos organismos, Junta Electoral Central e instancias judiciales, ha empujado al alza las perspectivas de JxCat. De no mediar la prohibición y su posterior anulación, las posibilidades del inquilino de Waterloo de salir elegido eran escasas. Ahora cosechará voto de protesta incluso no independentista.

No van a ser pocos los independentistas que votan a Puigdemont para las europeas

Lo que redundará sin duda en beneficio de la candidatura que presenta a Elsa Artadi como su cabeza visible. ¿Hasta qué punto? Fijémonos de nuevo en las generales. Los sondeos predecían el subidón de ERC y la debilidad de los de Puigdemont. Acierto en el primer caso, error de cálculo en el segundo. JxCat aguantó el tirón de ERC y se mantuvo en vez de recular.

No van a ser pocos los independentistas que votan a Puigdemont para las Europeas, pero no por ello dejarán de votar a Maragall en las municipales. El tirón final puede paliar el descenso de JxCat, que concentró en 2015 mucho voto útil contra Colau. Paliarlo sí, anularlo, no.

La tendencia a la sustitución de ERC, que ha arrebatado de forma clara a los post-post convergentes la hegemonía del catalanismo, es nítida y persistente. También lo es el desplazamiento hacia la izquierda del electorado.

Lo único pues que amenaza una rotunda victoria de Maragall sería una reversión de esta sólida corriente, algo bastante remoto. Si las dos formaciones llegaran a repartirse la masa de votantes independentistas en mitades más o menos igualadas y si además el voto radical se dispersara fuertemente entre CUP y Graupera, Colau vencería las municipales. De no ser así, y no parece que vaya a ser así, lo dicho: Maragall será el próximo alcalde de Barcelona.

Las opciones de Valls

Falta por ver, en fin, si Manuel Valls alcanzará o superará el pobre resultado de C’s en las municipales de 2015. No depende de él sino de la concentración del voto de derechas, por descontado que clara y exclusivamente constitucionalista, no dialogante y opuesto a toda concesión a los rebeldes.

A diferencia de los otros dos bloques, el de izquierdas y el independentista, cuyas formaciones presentan claras disparidades, la similitud entre las dos derechas es total. Nombres y siglas aparte, PP y C’s no se diferencian en nada.

Por lo que toda previsión es aleatoria. Sólo si el PP no alcanza el 5%, Valls tiene posibilidades de no hacer el ridículo.

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