Barcelona, del mal menor al bien mayor
El nuevo gobierno municipal deberá trabajar para demostrar a los partidos independentistas que la nueva agenda de la ciudad tiene una prioridad: Barcelona
Cuando hay un largo proceso electoral, el balón de la política suele jugarse en el aire, en espera a que un partido recoja un rechace, cabecee un balón perdido y acabe ganando las elecciones. Suele ser un juego más agresivo que constructivo, más azaroso que planificado.
Pero cuando las elecciones acaban y los pactos dan luz a un nuevo gobierno, el balón vuelve a jugarse en el césped. El centro del campo determinará el éxito o el fracaso de una acción ofensiva y la capacidad de los centro campistas para dominar el balón y controlar el juego dará la victoria a su equipo.
Los meses que tenemos por delante serán difíciles y precisarán mucha prudencia política
Ahora nos encontramos en el punto en que el balón deberá jugarse por jugadores técnicos, inteligentes y capaces de asociarse unos con otros. Sirva este símil futbolístico para indicar que el tiempo de las carambolas políticas deja paso al de los pases orientados.
Tras el éxito político de Ada Colau y Jaume Collboni, con la colaboración de Manuel Valls, el gobierno de Barcelona va a tener que dar muchos pases para ganar los partidos. Dicho de otro modo, el nuevo gobierno municipal deberá trabajar mucho para demostrar a los partidos independentistas que la nueva agenda de la ciudad tiene una prioridad: Barcelona.
La suma de sensibilidades políticas que se expresan en el nuevo consistorio son las más plurales y amplias habidas hasta ahora
La oportunidad que se abre en Barcelona es pasar de una ciudad disputada a una ciudad compartida; de una ciudad ideológica a una ciudad de todos los catalanes.
Para muchos barceloneses y barcelonesas la oportunidad que ahora se abre es dirigir todos los esfuerzos a plantear un proyecto de ciudad donde se actúe, cómo han dicho Colau y Collboni, para luchar contra la desigualdad social e impulsar el progreso económico de la ciudad.
El partido que se juega es el de Barcelona y, por lo tanto, se debe evolucionar para pasar del mal menor por el que apostó Valls para culminar una alcaldía de Barcelona no independentista, por un bien mayor en el que todos los partidos deberán contribuir.
Sólo de esta forma se podrá evitar el intento de desestabilización en el que el independentismo intransigente pretenderá sumir al ayuntamiento de Barcelona en las horas graves en que se emitirá la sentencia y se abrirá la lucha por la presidencia de la Generalitat.
Amplias sensibilidades
Los meses que tenemos por delante serán difíciles y precisarán mucha prudencia política para no cometer errores, una vez dictada la sentencia a los procesados por el 1 de octubre y muy probablemente con celebración de elecciones autonómicas anticipadas.
La primera fase para que esto sea posible se ha cumplido. Ahora se inicia la segunda, en la que personas como Joan Subirats, Janet Sanz, Jordi Martí, Xavier Mercè, Laia Bonet o Albert Batlle van a ser claves para propiciar acciones que conduzcan a este bien mayor.
No olvidemos que la suma de sensibilidades políticas que se expresan en el nuevo consistorio son las más plurales y amplias habidas hasta ahora en la alcaldía de Barcelona.
Esta alcaldía permitirá ver los resultados de la colaboración de Barcelona en común (Iniciativa per Cataluña Verds, Esquerra unida i alternativa, Podem, Equo)- con socialdemócratas (PSC), democratacristianos (Units per avançar) federalistas (Entesa federalista) e independientes (Compromís per Barcelona).