Bankia y Santander, ¿vamos en serio con el crédito?
Mariano Rajoy y el resto de ministros de su gobierno intentan en los últimos días cambiar la percepción que la ciudadanía mantiene sobre el estado de la crisis. El mensaje común es que hemos salido, que las perspectivas de crecimiento han mejorado y que la tendencia en el corto plazo parece ser positiva.
Mucho les va a costar convencer a una ciudadanía escéptica sobre los tiempos que vienen. En parte por la falta de credibilidad de este gobierno (y de cualquier otro, para ser exactos), pero también existe un pensamiento subyacente que tiende a mostrar prevención y cautela después de años de excesos colectivos.
No saldremos de la crisis hasta que se reactive el consumo y, en consecuencia, se cree empleo. Ni nos salvan las exportaciones ni el turismo. Nos ayudan, eso sí, a evitar desplomes y daños mayores. En otros países sería diferente, pero la morfología de la economía española es la que es, sin más. Y, para salir de ese pozo, sin crédito será realmente imposible. Los capitales prestados son un estímulo a la inversión y al consumo. Sin ellos, por desgracia, muchas actividades lo tienen crudo para sobrevivir.
Llevamos unos días en los que dos grandes entidades financieras españolas lanzan fuertes y agresivas campañas para demostrar su voluntad de conceder crédito de nuevo. Pero seguro que una cosa es el mensaje que nos llega y otra diferente la realidad. Me explican que alguien que ha intentado el acceso al crédito en una de ellas ha sido amablemente rechazado por el responsable de la sucursal.
No daré el nombre de la entidad para no hacer de la anécdota categoría, pero me temo que tanto la pública Bankia como el privado Santander deben ser respetuosos en sus campañas de publicidad. Si dan crédito serán bienvenidos, si son cautelosos, también. Lo más importante es que su compromiso sea cierto, verídico y no puro marketing. Todos les estaremos agradecidos.