Balanzas fiscales: al final, la solidaridad

El Gobierno ha presentado un cálculo de las balanzas fiscales españolas. Y lo ha hecho con una metodología que considera adecuada (en términos de realismo económico) y dirigidas por el mayor experto español en la materia: el economista Ángel de la Fuente, un científico que dejó Barcelona por Madrid tras la marginación oficial a la que fue sometido por la clase política.

Era necesario conocer ese dato porque la producción intelectual del nacionalismo catalán se ha hartado de realizar contabilizaciones paralelas para sustentar el discurso sobre el eventual expolio al que estaría sometida Catalunya en materia financiero-fiscal. Utilizan el método de cálculo que más beneficia sus tesis y las cifras, incluso las del propio Govern de la Generalitat, arrojaban saldos de entre 15.000 y 16.000 millones que se evaporarían supuestamente en la relación con España.

 
Nace otro debate: dónde empieza y dónde debe situarse la solidaridad interterritorial

La balanza del Gobierno será tildada de partidaria, por supuesto. Ya lo han hecho los dirigentes nacionalistas y sus agitadores intelectuales antes incluso de conocerla. Pero en cualquier caso, y más allá de las posiciones políticas de cada quien, merece al menos el mismo respeto que todos los cálculos y cifras que se han ofrecido hasta la fecha.

De acuerdo con lo revelado en las últimas horas el déficit fiscal de Catalunya sería de 8.455 millones de euros. Grosso modo, la mitad de lo que se ha venido considerando como la cifra de referencia. Además, demuestra que la cifra catalana es sensiblemente inferior a la madrileña si se hace idéntica lectura. Pues bien, es obvio que ahora nace otro debate: dónde empieza y dónde debe situarse la solidaridad interterritorial.

Porque, al final, se trata de eso. Algunos economistas consideran que esa cifra resultante no es en ningún caso ni un robo, ni un expolio como se viene a decir desde determinados ámbitos. Es una cantidad razonable emanada de un territorio rico, con una renta promedio superior al resto y con gran número de empresas. Si los 8.455 millones es una solidaridad excesiva o no supone la gran discusión pendiente. Un debate que en los últimos tiempos siempre se planteaba en términos de habitantes de uno y otro lado del Ebro en vez de ciudadanos de izquierdas o de derechas.

Sorprende que algunas formaciones y grupos supuestamente representativos de la izquierda sociológica del país (por ejemplo, los sindicatos, tan pretendidamente demócratas con los derechos a decidir y algún otro) sean incapaces de construir un discurso y articular una posición con respecto a algo tan serio como la solidaridad entre territorios y ciudadanos. No cabe duda de que en ese espacio, el nacionalismo de derechas de toda la vida les ha ganado la partida convirtiéndolos en meros palmeros de sus temerarios ardides negociadores.