Autarquía ‘indepe’

El independentismo se inspira en el sistema económico que imperó durante el franquismo: cierre de fronteras y autoabastecimiento como base de la economía

La autarquía fue un sistema económico que imperó en la España franquista hasta mediados de los años ’50. La autarquía se basaba en un cierre de fronteras y en el del autoabastecimiento como base de la economía; en definitiva el aislamiento económico, social y político de España con consecuencias severas en las condiciones de vida de la población.

El separatismo catalán aspira a emular al franquismo e implantar una actualización de la autarquía en todos los frentes, tanto el económico como el político y social.

No deja de ser una paradoja que siendo Cataluña uno de los temas centrales de la reciente campaña electoral para la presidencia del Gobierno los partidos antes nacionalistas y ahora separatistas catalanes, en esta ocasión, no tengan ninguna influencia decisiva en la elección del presidente del Gobierno.

La autarquía política se pone de manifiesto en el frikismo político de Laura Borràs (Junts per Catalunya) en su visita al Rey pero sobre todo en la no comparecencia de ERC a la convocatoria del Monarca. Incomparecencia en la que, por cierto, emularon sin vergüenza alguna a Bildu.

Los catalanes que votaron a ERC no fueron representados en las consultas para encargar formación de Gobierno, eso puede parecerle muy bien a dichos votantes pero no deja de ser una dimisión en toda regla en el tradicional intento de la política catalana de influir en la gobernación de España.

La cúspide del poder nacionalista fue, el pacto del Majestic, pero muchos presidentes de Gobierno han dependido de la voluntad nacionalista catalana. El propio Pedro Sánchez accedió a la presidencia en una moción de censura apoyada por los separatistas y cayó, viéndose forzado a convocar elecciones porque los grupos separatistas no apoyaron el proyecto socialista de presupuestos del Estado.

El acceso de la ANC en las Cámaras es un peldaño más, de la autarquía al modelo albano de Hoxa

El eje de rotación de política española ha basculado de Cataluña a Navarra y el País Vasco. UPN y el PNV tienen en sus manos el poder que otrora recaía en el nacionalismo catalán. El ensimismamiento del separatismo catalán no es solo político, también lo es económico.

Las jornadas del Círculo de Economía han puesto de manifiesto algo más que la autarquía: la vocación de desconexión inequívoca del poder político catalán del resto del mercado español al que consideran irrelevante.

Quim Torra y los pensadores económicos del separatismo como Puig o Ginjoan afirman, sin ruborizarse, que las 5.000 empresas que han huido de Cataluña lo han hecho al dictado de la Moncloa de Mariano Rajoy y la Zarzuela. Sobre las dos empresas al día que siguen exiliándose, estas sí están en el exilio, no como Carles Puigdemont, ni pío.

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El acceso al poder de la ANC en las Cámaras es un peldaño más, de la autarquía al modelo albano de Hoxa. El lobby nacional-populista ya ha afirmado que romperá toda relación con Cámara de España y pondrá a la Cambra al servicio del procés.

A cada esfera de poder que copa el separatismo dentro del territorio o en una institución catalana se rompe un link con el resto de España y Europa, y al igual que sucedía en la España de Franco a cada institución que copa el populismo separatista una puerta se cierra a Cataluña y los catalanes.

Esta semana se publico el informe de BBVA Research, que indicaba que en los últimos dos años el procés ha costado 30.000 empleos menos a Cataluña y una desaceleración de 2 decimas de PIB. Nada de eso importa; el cierre de fronteras es el objetivo supremo del separatismo sea cual sea sus consecuencias.

Ya lo dijo en su día Oriol Junqueras, “si hace falta paralizaremos la economía para conseguir la indepedencia”.

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