¿Aún sigue cobrando Pío Cabanillas de Acciona?

Durante meses, la empresa Acciona ha jugado a la política del avestruz con su filial catalana ATLL. La empresa de la familia Entrecanales (familia dividida y con diferentes intereses en estos momentos) está asesorada en lo que respecta a imagen, comunicación y marketing de sus negocios por aquel personaje que pasó por el Gobierno de Aznar y que descendía directamente del franquismo genético: el mismísimo Pío Cabanillas.

Acciona ha hecho algo con Cataluña que no ha sido ni normal ni elegante. Es posible, y eso está en el terreno de la suposición, que también hiciera algo feo o inconfesable. La historia nos lo acabará de despejar. En cualquier caso, sus movimientos hacia el hermetismo empresarial podían haber triunfado en el Madrid capitalino y cortesano, pero han fracasado en la tierra de la atomización política. Intentó quedarse con el servicio catalán de suministro de agua en alta hasta los municipios. Era la mayor privatización emprendida por el alucinante gobierno de los mejores que el presidente Artur Mas y su laureado consejero de Economía y Finanzas, Andreu Mas-Colell, habían creado para mayor gloria de CiU y mayor demérito del tripartito anterior. Sin éxito.

Pío Cabanillas no hubiera errado si se hubiera movido entre las calles Génova y Ferraz para conseguir el contrato. Hubiera acertado completamente si sus reuniones hubieran tenido lugar en el hotel Miguel Ángel o en el Villamagna, pero ha fracasado como gestor de comunicación e imagen de Acciona al intentar hacernos creer a los modestos y molestos catalanitos que el concurso por el que les fue otorgado el servicio de aguas era limpio y transparente. Ni lo creímos nosotros como medio, ni lo ha creído la justicia en las diferentes instancias en las que se ha pronunciado.

Sea cual sea el desenlace de esta historia, la mayor es incuestionable: Acciona dejará de administrar ATLL por decisión judicial y Cabanillas pasará a la historia de los medios de comunicación como el ex ministro que pensó que todo el monte era orégano y que Cataluña es un pueblo como cualquier otro de la geografía española en el que prestan el servicio de aguas o de basuras o tienen unos molinos de viento. Pocos molinos, porque su patrón José Manuel Entrecanales la pifió con las energías eólicas, y también escasas concesiones de agua. Algunas de las importantes, como la de Cáceres, les ha sido arrebatada en justicia por el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.

Pensaron que Cataluña era un pueblo al que le recogen la basura o le suministran el agua

La actitud superlativa de ex ministros, la pedantería corporativa de cualquier empresa afincada en Madrid pero que mira a Barcelona como quien mira al último rincón de una provincia rural española ha sido puesta en entredicho en las últimas horas. Lo sostiene alguien no nacionalista. El contrato de 1.000 millones de euros que Acciona se llevó lo tienen que devolver ahora los Entrecanales, los brasileños de BTG Pactual y los instrumentos catalanes que han sido Ferran Rodés y Manel Torreblanca.

Cabanillas, su instrumento para la proyección exterior, ha comunicado poco y mal. Ha vendido alguna moto (de baja cilindrada y a pilotos poco expertos) en la Ciudad Condal, pero ha sido incapaz de detectar cuál era su verdadero problema. Ha mantenido una actitud distante y provinciana, pero desde Madrid. Ahora tendrán que dar muchas explicaciones a sus accionistas, a los mercados y a sus señoritos sobre lo que ya se conoce como el Castor catalán. Han sido dos años intensos, pero impagables. Salvo para Cabanillas, que sorprendentemente aún sigue cobrando de la misma empresa. Lo que nos queda a partir de ahora es ya sólo la propina de otra chapuza más de los políticos, los empresarios altivos y sus sanchopanzas comunicacionales. Una pifia adicional de quienes opinan que sin tener la razón son capaces de comprar, vender, vencer y doblegar voluntades.