Aún queda tiempo para cambiar el voto

El día 28 de abril los ciudadanos podrán decidir cambiar su voto, condicionado a los errores que los candidatos puedan cometer en el último instante

En otras contiendas electorales, hubiera sido impensable el cambio de orientación del voto de los ciudadanos en el último segundo o suspiro. Ahora es muy probable que suceda.

Eran otros tiempos; tiempos donde los partidos políticos eran más fuertes que sus candidatos, había menos opciones para elegir y la ilusión se medía por la capacidad de cambio y no por la capacidad de ruptura.

Tiempos donde las elecciones se decidían días antes de ir a votar, donde los candidatos sabían que seguirían al frente de sus partidos, a no ser que cosecharan un pésimo resultado. Entonces, la política era un asunto privado de cada ciudadano; no era necesario salir con banderas para señalar qué bando apoyaba.

Una parte del voto independentista duda entre quedarse en casa, votar a los suyos o dar su voto al PSOE

El día 28 de abril los ciudadanos podrán decidir cambiar la orientación de su voto, condicionado a posibles errores que los candidatos puedan cometer en el último instante.

Una parte del voto independentista duda entre quedarse en casa, votar a los suyos o dar su voto al PSOE. Para acabar con el bloqueo, Meritxell Batet parece más fiable que Laura Borrás o Gabriel Rufián, que   siguen  hablando  desde el otro lado del espejo donde las agujas del reloj giran en la dirección contraria al tiempo.

Pablo Casado sigue escalando su particular montaña del destino, pidiendo un último esfuerzo a los suyos  para intentar ganar las elecciones. Su campaña es una prueba de carácter en la que sus votantes han pasado, en menos de dos meses, de ser motores de cambio a flotadores a los que se agarran con fuerza los dirigentes del PP para intentar salvarse del posible naufragio.

El votante de Vox busca reencontrarse con los votantes del PP tras las elecciones

Sus electores dudan entre votar a Vox o a Ciudadanos. Albert Rivera sigue buscando a los electores  perfectos que certifiquen que su victoria en la derecha es más luminosa que política. Algunos de sus votantes se debaten entre votar al PSOE o incluso, para alcanzar el clímax del voto útil, parecen inclinados a votar al PP. Vox propone  transitar por el filo de la navaja de Albacete como equilibristas ebrios de sentimiento patriótico.

El votante de Vox busca reencontrarse con los votantes del PP tras las elecciones, pero no antes. Son votantes que no dudan, como no dudaron cuando algunos de ellos votaron, en su día, a Podemos. Así, con objeto de captar el voto joven, Pablo Iglesias ha vuelto a conseguir fijar bien su débil opción política y evitar, por el momento, caer en picado, sabedores de que muchos de sus votantes irán al PSOE o los abandonarán sin ir a votar.

El voto prestado

El PSOE de Pedro Sánchez es el partido mejor posicionado para que, en la decisión del último minuto, los electores vean en su oferta moderadora e integradora un voto refugio frente a los que aspiran a perpetuar el bloqueo y el conflicto en Cataluña.

Todos los partidos parecen dispuestos a pedir prestado el voto a electores de los otros partidos, al mismo tiempo que no son capaces de mantener la confianza y fidelidad de sus propios votantes que, tal vez, decidan decepcionados cambiar su voto en las urnas, en el último instante.