Atomizando el electorado en Madrid y en Barcelona

A los menos favorecidos no les ha servido de nada cambiar de voto, ni hacia la extrema derecha ni hacia la izquierda no integrada

Circulan vientos divisores. La maña que se dieron los padres de la ley electoral para favorecer a los grandes partidos a través de la sobrerrepresentación de las provincias vacías pretendía minimizar la representación del Partido Comunista y empujar a extrema derecha la marginalidad. Objetivos cumplidos (durante decenios).

El PP pensó que la corrupción no tendría castigo en las urnas

El premio gordo a los dos grandes partidos toca a su fin. El bombo estaba manipulado a su favor. Nada ha cambiado en el sistema, la dureza para los pequeños a la hora de competir es la misma. Pero los grandes ya no sacan provecho de su estratagema.

Lo que ha cambiado es la realidad, o la percepción social de la realidad, o la tolerancia de la sociedad hacia la autonomía y el autismo de la esfera política. Los socialistas creyeron que podían burlarse eternamente de la disminución del poder adquisitivo de buena parte de sus votantes.

Los populares pensaron que la corrupción no tendría castigo en las urnas. Ambos abusaron de su electorado. Ambos estaban muy seguros de la fidelidad y el aguante de sus mansas huestes. Se equivocaron.

En el PP siguen creyendo que España les pertenece

Nació Podemos. Tuvo éxito inicial la réplica de la derecha liderada por Albert Rivera. El PSOE salvó algunos muebles gracias a al amago de rebelión interna que lavó un poco su imagen.

En el PP creyeron y siguen creyendo que España les pertenece. El orgullo del amo les impide pedir perdón hacer propósito de enmienda de tanto latrocinio y manipulación. Lo están pagando y más que pueden pagarlo. Importa poco.

En Andalucía, la atomización del voto y la irrupción de la extrema derecha han arrinconado a la izquierda. Lo comido por lo servido.

La hipótesis es la siguiente: Si el PSOE se hubiera mantenido impertérrito ante Podemos en vez de renovarse por la izquierda, Podemos estaría amenazando con el sorpasso.

Si quien amenaza con el sorpasso al PP es C’s se debe a lo contrario. El cambio de cara, forzado por la defenestración del líder anterior, alcanza para paliar el enfado del electorado no para revertirlo.

Íñigo Errejón será el candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid, no sin dificultades. EFE

Íñigo errejón planta cara

Ante el bajón político de Pablo Iglesias, Manuela Carmena ha apadrinado el movimiento de Íñigo Errejón

La otra variable es de orden muy distinto y mantiene alguna relación, si bien distante, con el movimiento de los chalecos amarillos en Francia. El fundamento de las protestas galas es el desengaño.

A los menos favorecidos no les ha servido de nada cambiar de voto, ni hacia la extrema derecha ni hacia la izquierda no integrada. Los nuevos elegidos son unos traidores que les dan la espalda, se olvidan de sus programas, se montan en el carrusel del sistema y se limitan a saludar a sus votantes con cínica sonrisa. Resultado, se sienten engañados y humillados.

Ante la constatación de que Pablo Iglesias ha dejado de ser un rebelde, Íñigo Errejón planta cara a Podemos. La maniobra viene apadrinada por la alcaldesa Manuela Carmena.

Izquierda insumisa y pragmática frente a los integrados de Iglesias, que encima acaban de sufrir un revolcón en Andalucía. Izquierda consecuente que gobierna con resultados frente a izquierda inconsecuente que pacta y parlotea.

A falta de saber si Iglesias estará en condiciones de cumplir su amenaza de presentarse en la comunidad de Madrid frente a las siglas que apoya en el municipio, parece claro que Errejón tiene opciones.

Tiembla mucho, Podemos. Tiembla menos pero tiembla, PSOE. El voto de la esperanza frente al desengaño ha encontrado un doble banderín de enganche en el tándem Carmena-Errejón.

A mayor rebeldía del electorado, más atomización del voto

Por mucho que ante las municipales el panorama se complique en Madrid, es casi imposible que gane a Barcelona en el terreno específico de la atomización de candidaturas.

No así en el de del voto popular: En Barcelona, Socialistas, C’s y populares suman solamente 12 de 41 concejales. Frente a los sistémicos, la proporción de los no integrados es de 2 a 1. Apabullante.

En Madrid, la proporción es inversa. Los integrados de PP, PSOE y C’s suman 37 concejales mientras los transformadores de Ahora Madrid cuentan con 20. Gobiernan gracias al apoyo del PSOE. O sea, que el votante de Barcelona es mucho más rebelde.

La caída del electorado

A mayor rebeldía del electorado, más atomización del voto. En Madrid, cuatro grupos. En Barcelona, siete, además de dos no adscritos por discrepancias con sus grupos. En Madrid, podrían pasar de cuatro a cinco si Vox consigue entrar.

En Barcelona, podrían pasar de siete a nueve o diez, dependiendo de la incapacidad de acuerdo entre candidaturas independentistas y de la capacidad de supervivencia, muy amenazada, del PP.

La atomización del voto en las dos grandes ciudades, más que un hecho, parece ser una tendencia al alza. Si siguen los otros municipios grandes y medianos, vamos a tener un panorama de dispersión de partidos incluso más complicado, por no decir complejo, que el actual.