Atender y desentenderse en la política española
La política española ya no atiende a la salud de sus ciudadanos y fija su atención en cómo saldrán de la crisis para lograr sus objetivos políticos
La crisis política provocada por la liquidación de la reforma laboral del 2012 pactada con Bildu permite observar la rica gama de intereses que siguen presentes en todos los partidos. Al margen de los retos a los que nos vemos expuestos por la Covid-19, los intereses partidistas siguen vivos al constatar que los peligros que el virus ha traído no van a detener el normal desarrollo electoral que vivirá nuestro país en los próximos meses.
A las elecciones en Galicia y el País Vasco hay que sumar las que se celebrarán en Cataluña a finales de año o principios del 2021. Los intereses de ERC siguen centrados en demostrar que es posible la apuesta por la mesa de diálogo con el Gobierno español. La pérdida momentánea de la mesa de diálogo entre Cataluña y España constituye un problema de credibilidad política que puede tener consecuencias electorales.
La profecía de Carles Puigdemont advirtiendo que serían engañados por el PSOE empieza a hacerse realidad desde la mentalidad del todo o nada del independentismo. El PNV, que buscaba concretar los logros económicos conseguidos con el gobierno del PP y que el PSOE se había comprometido a respetar, se encuentra desorientado por la forma de conducir el gobierno el estado de alarma.
Cada vez asaltan más dudas sobre si Pedro Sánchez, atrapado en su debilidad parlamentaria, podrá cumplir sus promesas o se centrará en cultivar nuevas amistades como ha ocurrido con Bildu. Esta nueva/vieja amistad le puede ocasionar problemas electorales y de credibilidad hacia sus votantes.
El PP ha visto cómo sus propuestas envenenadas al PSOE para descabalgar a Unidas Podemos de la coalición no han sido atendidas y sigue la hoja de ruta centrada en desgastar al gobierno. Si el PP lo está haciendo desde el Parlamento, Vox ha optado por sacar a la calle su crítica feroz al gobierno de coalición.
La derecha observa cómo las encuestas van haciendo crecer sus expectativas de victoria electoral creando un robusto bloque que ya solo está destinado a hacer caer al Gobierno.
El PSOE persigue hacer durar el gobierno a costa de desatender la coherencia de sus decisiones
Ciudadanos va tejiendo su nueva línea estratégica basada en una oposición responsable que le permita ganar perfil propio y volverse imprescindible para el Gobierno o para futuros gobiernos de derechas. El objetivo es que sus diez escaños alcancen un alto valor de negociación para la gobernabilidad de España, ahora y en el futuro.
Unidas Podemos, sabedora de que se va acercando el día en que la Unión Europea sea la que dicte cómo gobernar la situación económica en España, quiere acelerar sus logros en relación a conseguir beneficios sociales a los más desfavorecidos.
La Covid-19 se ha convertido para Pablo Iglesias en una oportunidad para poder decir a su electores “sí se puede” incluso formando parte de un Gobierno socialdemócrata. El PSOE persigue hacer durar el gobierno a costa de desatender la coherencia de sus decisiones y de su programa.
Su supervivencia pasa por mostrarse dispuesto a pactar con todos y salvar la legislatura. Al mismo tiempo que reconstruye las difíciles relaciones con sus socios de investidura, busca construir puentes con otros partidos para evitar que fracasen sus propuestas parlamentarias.
El tupido mosaico de intereses y de estrategias de los partidos ha convertido al PSOE en una veleta cada vez más maltratada por el temporal político, hasta el punto de que ya no puede indicar con precisión la dirección del viento ni el norte de su política.
Desde hace semanas, la política española ya no atiende a la salud de sus ciudadanos y fija su atención en cómo saldrán de la crisis para lograr sus objetivos políticos. La base con la que se construyó el inicio de la legislatura, basada en la estabilidad de las relaciones con sus socios políticos, ERC, PNV, Bildu y Unidas Podemos, es cada vez más problemática a medida que avanzan los calendarios electorales.
Esta situación obligará al PSOE a trazar un plan de reorganización estratégica para no verse arrastrado a tener que dar por fracasada la legislatura. Pero la estrategia no podrá desarrollarse si no cumple sus pactos con los partidos que le dieron el Gobierno.