¿Asumirán Iglesias y Rajoy el coste de unas nuevas elecciones?
La envolvente. Una tela de araña que podría no resultar. Pero, en todo caso, el socialista Pedro Sánchez ha querido intentarlo. Algunos dirigentes del PSOE admiten que el resultado está siendo satisfactorio, y que, en realidad, era lo que se pretendía desde un inicio. La cuestión es que Sánchez se rodeó de expertos negociadores, con José Enrique Serrano, Rodolfo Ares y Jordi Sevilla, con la esperanza de hacer bien las cosas.
Y el resultado, antes de que los militantes socialistas expresen su posición este fin de semana, en la consulta prometida por Sánchez, es que el PSOE tiene prácticamente cerrado un acuerdo con Ciudadanos. Eso no quiere decir nada. Es decir, no tiene asegurada la investidura, pero supone un gran escudo para las dos formaciones políticas. Si hay nuevas elecciones, esperan ser premiados.
El PSOE, debilitado desde hace muchos años –perdió la hegemonía del discurso antes de que José Luis Rodríguez Zapatero alcanzara el poder en 2004– ha podido ahora liderar la agenda política española, en gran medida gracias a la inacción –la clase empresarial no sale de su asombro– de Mariano Rajoy.
La estrategia ha sido clara: acercarse a Ciudadanos, que necesita legitimarse como una fuerza política útil y transformadora, sin romper en ningún momento con Podemos. Y, por el camino, conseguir la complicidad de IU –casi un millón de votos en las elecciones del 20D– y de Compromís, el flanco autónomo valenciano que le hace un roto a Pablo Iglesias. Todavía no ha fructificado en nada. Pero tampoco se ha roto ninguna posibilidad.
Y pasan los días. El 1 de marzo, Pedro Sánchez culminará su primer objetivo, protagonizar un debate de investidura. Todos los focos en su persona. El día 2, miércoles, responderá el resto de grupos parlamentarios, y la primera votación tendrá lugar el jueves. La segunda, el sábado.
El hecho es que si el sábado Sánchez no es presidente, y aunque queden semanas por delante para agotar el plazo legal para convocar nuevas elecciones, que serían el 26 de junio, alguien deberá pagar el coste de otros comicios.
Los empresarios lo tienen claro. Las diversas asociaciones empresariales han expresado su deseo de que los partidos se pongan de acuerdo. La idea central es que los resultados del 20D se deben legitimar. No sirve que se pida el voto a los ciudadanos y luego que se diga que los resultados no valen, que han votado mal, y que deben repetir los deberes. «Nadie lo entendería, y quien sea visto como el culpable podría ser seriamente castigado», asegura un representante empresarial.
En esa tesitura, en estos momentos, dos dirigentes deben tomar decisiones: Mariano Rajoy y Pablo Iglesias. Los dos están en situaciones diferentes. Rajoy, que ganó las elecciones, renunció a tomar la iniciativa, esperando el error de los contrarios. «Se aceptó un riesgo, que Sánchez no tuviera éxito, pero es evidente que podría conseguirlo», asegura un dirigente del PP.
¿Facilitarán Rajoy e Iglesias la investidura de Sánchez? ¿O hay otras posibilidades de acuerdo en las próximas semanas?
Si queremos propuestas concretas, y se critica a menudo la política partidista, ¿por qué no se acoge Rajoy a esos cinco puntos que ha propuesto Albert Rivera y ha aceptado Pedro Sánchez?
España necesita ya un acuerdo amplio. Lo trágico sería que, sabiendo lo que hay que hacer, nadie quiera aplicarlo porque espera ganar un puñado de diputados en unas nuevas elecciones inciertas.