Artur nos manda de puente
La campaña llega a su recta final. En realidad los últimos dos días serán en festivo por expresa voluntad del convocante de las elecciones, Artur Mas. Eso provocará una caída de tensión informativa y menor atención hacía la campaña por parte de la opinión pública. Utilizando sus propias palabras, supongo que eso es lo que le conviene al gran Jefe indio.
Barcelona no es una ciudad separatista. Mas lo sabe y lo valoró en el momento de convocar elecciones. Quitar dramatismo y pasar desapercibido en el tramo final, para conservar la ventaja, le favorece. Muchos municipios del área metropolitana tienen un calendario festivo adaptado al de Barcelona, ahí tampoco el separatismo levanta pasiones.
Los últimos días de campaña, sobre el papel los más intensos, trascurrirán en una ciudad en fiestas mientras los barceloneses buscan apurar el verano.
Así, pues, quedan dos días de campaña, mañana y pasado. Luego los partidos se las verán y desearán para colocar su mensaje.
Cada voto cuenta ¿Para qué? Efectivamente Catalunya no se independizara el 28 pero tampoco enterrará el procés el próximo lunes, aunque el resultado condicionara muchísimo la vida de todos nosotros los próximos años.
La derrota severa del no nacionalismo daría alas al procés y acabaría forzando a una negociación a un Estado que acudiría zombi a la misma. En realidad, tras tantos años de desistimiento es lo más razonable que suceda.
Eso Mas lo sabe y con la rebaja de tensión busca la victoria cuanto más amplia mejor. Si no la obtiene puede ser víctima del fuego amigo y entre la desaparición de Junqueras de escena y el papelón que está haciendo Romeva se las promete muy felices. Aunque como dice el gran Sostres, Mas es gafe y cabe esperar de todo.
Mandar a todo el mundo de puente es el colofón de una campaña magistral donde además las profundas diferencias entre las facciones de la coalición de Junts pel Sí no han aflorado.
Si esto fuera un partido de futbol diría que el líder, Junts pel Sí, está entrenado por Clemente y para conservar su ventaja aplica una táctica amarrategi y los que van por detrás en el marcador atacan pero sin ton ni son.
En realidad el ganador está cediendo jugadores a su filial, la CUP, que cada día que pasa le roba unos miles de votos a Catalunya Sí que es Pot, de la mano de un candidato mucho más mediático que el de los podemitas catalanes.
Todo está a punto, pues, para el éxtasis final, la desincentivación al voto es la traca definitiva. Echar agua al vino para evitar que el miedo cale y movilice a la Catalunya que más que silenciosa es invisible y quizás esté a punto de pasar a inexistente.
Más que la premonición de la fatalidad es la sensación de que se llega tarde y no todos los que deberían se emplean a fondo.