Artur Mas y las explicaciones sobre Millet

Hoy leía un blog divertidísimo sobre cocina que no hablaba –entre líneas– de cocina. Automáticamente he pensado en la cantidad de cosas que parecen lo que no son en nuestra sociedad y, sobre todo, la cantidad de cosas que no son lo que parecen.

Casi por inercia he empezado a leer, en ese momento, el auto del juez titular del juzgado de instrucción número 30 de Barcelona, Josep Maria Pijuan, donde considera que existen indicios de que la formación Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) se habría lucrado «a través de entregas opacas de dinero en efectivo» por una cantidad que estima en 3.297.097 euros.

Creo que es innecesario decir que el President de la Generalitat, Artur Mas, no sólo es miembro de ese partido, lo preside. Volviendo al interesante blog de cocina inicial “esto es lo que parece, o es de las cantidades de cosas que no son lo que parecen”. Sea la opción que sea la que elijan queda claro que, como el blog de cocina inicial, al final, algo se ha cocinado.

Y la verdad que un President de la Generalitat, en este caso su partido –-recordemos que es también presidente–, sea señalado con tanta dureza por un juzgado requeriría en una sociedad sana una explicación rotunda. Una explicación rotunda no es un sinfín de excusas, o una pantalla mediática de protección eludiendo su responsabilidad.

El presidente de Convergència Democràtica de Catalunya –insistimos también President de la Generalitat– o bien ignoraba el tema –lo cual le dejaría en la ridícula posición de desconocer lo que hace su equipo– o bien lo conocía –lo cual implicaría que no es digno de su actual cargo–. Sea una u otra opción, debería de forma inmediata dar una explicación pública. Pero seamos francos, o mucho han cambiado las cosas en el Palau de la Generalitat, o nunca veremos tal explicación.

Desde un principio el caso Palau y Millet olía mal, muy mal. Es extraño hasta en una sociedad cerrada como la catalana que un tema tan obvio no tuviera repercusión inmediata. Silencio, silencios, engaños, mentiras, comisiones, vergüenzas y sinvergüenzas. Tras leer el auto del juez parece claro que los silencios tenían sus motivos, y son tan nauseabundos como los actos que los han creado.

Pero no todo es negativo. Por primera vez en muchos años podemos estar agradecidos de empezar a conocer algunas verdades ocultas en nuestra sociedad. La crisis enseña muchas de las vergüenzas ocultas del país. Malas praxis de políticos. No solo el tema de CDC citado, sino declaraciones absurdas como las del ex President del Parlament, Ernest Benach, donde indica que luego de cuatro años de «chupar una pensión” no tendrá ni paro –claro, debía pensar que por trabajar unos años cobraría siempre– o el ex conseller Jordi Ausàs que acaba siendo el “contrabandista” adolescente que va recogiendo en su maletero tabaco ilegal.

No lo duden, desnudar esta realidad es duro, pero también es positivo en la larga tarea de dignificar la profesión de político y la visión futura del país con ética y dignidad. Con la crisis algunos empiezan a saltar por su incompetencia, y muchos mediocres son incapaces de rehacer sus vidas. Vuelven a la vida como cualquier persona normal. Lo cual los hace normales como cualquier ciudadano.

En esta dinámica sería positivo que todo aquel político activo diera un paso adelante y por dignidad explicara su relación con cualquier acto poco lúdico. Un país donde vemos desfilar altos cargos políticos y altas esferas privadas por las cárceles o las oficinas del Inem –OTG en Catalunya– es bien triste. Hace años copaban titulares de diarios con su poder y ahora ocupan pequeñas columnas con su desgracia. Triste como decíamos pero necesario si es un primer paso para salir de esta crisis.

Y ¿por qué decimos que debe ser un primer paso? Pues es sencillo, cualquier dignatario y ciudadano europeo no querrá dejar un euro a una sociedad llena de comisionistas que aún gobiernan, gente que cree que se le debe un favor o gente que vive del contrabando. Seamos francos, gente que no es de fiar. Y lo primero que Europa requiere a España y sus infinitos Gobiernos, es gente de fiar.

Por todo ello, y como primer paso para salir de la crisis, el president Mas debe asumir la decisión del juzgado y explicar claramente su posición. Que cese a quien tenga que cesar, o dimita, si es necesario, de su partido o de la Generalitat. Que haga algo, alto y fuerte. Porque ahora mismo su silencio hace que su posición sea simplemente indigna. Y tener un presidente indigno no solo no genera confianza externa, sino que enerva lo interno.