Artur Mas, a lo Casanovas

Estoy meditando seriamente presentarme al casting de uno de esos programas nocturnos de predicción de futuro. En una semana intensa de debates sobre la Via Catalana ya comenté que el gran problema de Catalunya era saber cuándo Artur Mas dejaría tirados a los independentistas. Ya saben como el modelo del Gran Casanovas que en medio del asedio de Barcelona del 1714 se largó –pactando eso sí– y dejando a los suyos contra la pared (literalmente cierto lo de la pared).

A Artur Mas ya podemos proclamarle el peor presidente de la historia de la Generalitat. Finalmente ha encontrado el momento en su radio. Ahora resulta que no le dejan hacer su “referéndum” –cualquiera debía saberlo menos él y sus asesores, aún más ineficaces– y plantea unas elecciones plebiscitarias en 2016. Cosa que no parecería extraña si no fuera por cómo leches (perdón por la vulgaridad) pretende aguantar hasta tal fecha. Aquí no hablamos de política, sino de matemáticas y su prostitución.

Coherente sería que ERC le retirara de forma automática el apoyo parlamentario por, digamos, algo así como el cambio de rumbo decidido. Parece que a Ítaca se va por otro camino. Para algunos, más allá –y me incluyo en ese grupo– sería comparable a la huida de Casanovas. Es decir, una mentira y una traición en el sentido más literal de la palabra. Por tanto, tenemos un Presidente inepto que ha estado jugando sin gobernar. ¿Ahora tras sus engaños y su trilería de bar nocturno piensa que debemos hacerle aún más caso?

Alguien serio y responsable no esperaría aún tres años para convocar elecciones. Lo haría ipso facto. Mas tiene tanto miedo a ser un pedigüeño en su sociedad civil que sólo le queda adherirse como esa cola de impacto al último reducto donde cree que nadie le molestará. Pero President, esto no es la Edad Media ni usted un héroe. Es bien lamentable que un líder político sea tan cobarde. Ya tuvimos a un Casanovas, luego venerado, que se largó dejando a los suyos delante de un pelotón, y tenemos a éste dejando en la estacada, que no en la estaca, a todos aquellos que se ilusionaron con la independencia.

Porque sí, señores, he defendido desde aquí que la independencia es posible y hasta quizás interesante en el futuro. Pero he dicho también que nunca de la mano de gente cobarde, apegada al cargo, vividores solemnes y ahora encima traidores de ilusiones. Algunos lo vimos hace tiempo, no con esta gente.

Ahora sólo desearía que esa sensación que cualquier observador autónomo –algo tan difícil en Catalunya– despierte del sueño a gente como ERC u otros que soportan al Gobierno. Esperemos que PSC y PP no hagan ahora el tonteo habitual de intentar algún acuerdo fuera de lugar. Todo con el fin que las elecciones no sean en 2016, sino antes de acabar el 2013. Y que cada partido diga qué quiere, que desvele sus cartas.

Este país no puede seguir un mes más así. Alguno dirá ¿y las responsabilidades?. Lo tengo claro: Mas ha jugado tan mal sus cartas que hasta su propio partido debería no presentarlo de candidato. Ahí queda la frase.