Cuando Pere Duran Farell descubrió las posibilidades de Argelia pocos europeos, salvo los franceses, apostaban por este país. Una relación muy estrecha con los dirigentes Boumedein y Boutaflika abrieron las puertas a unas relaciones privilegiadas pero sin suponer una gran asociación económica.
A pesar de los gaseoductos que transportan su gas a la Unión Europea donde va el 70% de su producción, para el año 2030, la UE necesitará importar unos 113 mil millones de metros cúbicos anuales. Argelia es el tercer exportador mundial de gas con una capacidad de producción de 80 mil millones de pies cúbicos de GNL. De acuerdo con la petrolera BP, Argelia tiene el equivalente de 55 años de reservas de gas pero sólo 18,5 años de petróleo.
El pasado junio, Sonatrach y Gas Natural Fenosa sellaron una alianza que cerró algunos litigios y abrirá nuevos horizontes a ambos grupos. Sonatrach entra a formar parte del accionariado del grupo catalán que podrá participar en el proyecto Med gas. El aglomerado argelino se enfrenta a la feroz competencia de Rusia y Qatar y la demanda a largo plazo de Europa, su principal mercado, puede empezar a disminuir.
La desaceleración de la economía mundial requiere una acción más amplia para conservar sus mercados tradicionales y en este sentido, el acuerdo con Gas natural ayudará. También facilitará el camino para crear más alianzas entre empresas de ambos países y permitirá a Argelia diversificar sus socios internacionales pero sobre todo dará una nueva dimensión a las negociaciones bilaterales.
Las relaciones entre España y Argelia presentan elementos de complementariedad, con intereses comunes y sin gran competencia. Es un hecho lógico que por la proximidad geográfica España haya desempeñado un papel decisivo en el desarrollo y en la articulación de unas relaciones bilaterales más sólidas entre la UE y los países del norte de África.
Argelia se consolida como un importante socio de España, 6.500 millones de euros en intercambios comerciales, 35% de gas consumido en España y la presencia de empresas como Repsol, Cobega, FCC, OHL, Agbar, Idom, La Caixa etc. de sectores como el energético, el alimenticio, las bebidas, el transporte o el farmacéutico.
A diferencia de otros países, Argelia no ha explotado todavía su litoral mediterráneo de 1.200 kilómetros de costa. Algunes sectores como el turismo, transporte, restauración, medio ambiente, gestión hospitalaria, gestión de servicios públicos, ingeniería e infraestructura, tratamiento de aguas, distribución y construcción son prioritarios y ofrecen grandes oportunidades para las empresas españolas y catalanas.
Argelia vive actualmente una situación financiera cómoda, con 160 mil millones de dólares de reservas y un 4% de crecimiento en el 2010. El Gobierno ha emprendido un Plan Marshall 2010-2014 con un presupuesto de 286.000 millones de dólares para crear tres millones de puestos de trabajo, hacer fuertes inversiones en infraestructuras o la construcción de dos millones de viviendas, así como mejorar los servicios sociales como la salud, educación y servicios públicos.
También se ha presentado un plan para las energías renovables que deberían constituir el 40% de la matriz energética en 2020 y la puesta en marcha de 60 proyectos con una capacidad combinada de 3.000 MW. Algunos informes indican que Argelia tiene un potencial anual de energía solar de 169.440 TWh, lo que equivale a 60 veces el consumo energético de todos los países de la UE combinados y 5.000 veces la demanda de Argelia.
En este contexto, el Gobierno se esfuerza en relanzar la actividad, diversificar la economía y atraer la inversión, pero será difícil de conseguir si no se cambian las tendencias nacionalistas de la ley de inversión. El sector privado ha ganado peso en numerosos sectores: telecomunicaciones, transporte marítimo y aéreo, agricultura y turismo.
El último bastión, el energético, está en un proceso lento pero irreversible de liberalización. El progreso económico dependerá de la capacidad de las autoridades de mejorar el clima social, atraer a los inversores y el desarrollo de una clase empresarial, especialmente las pymes. Para consolidar las reformas, crecer y ayudar a las empresas a ganar los retos de la globalización es prioritario salir de la dependencia energética, reformar la banca y reestructurar el tejido industrial.
Argelia ha vivido cambios radicales, después de la terrible guerra civil en los años 90. Las revueltas y el proceso de cambio recién estrenado han transformado el panorama regional. El tiempo apremia para una población que lucha contra el desempleo, los bajos salarios y la inflación.
Hay que dar pasos valientes en las reformas para evitar la escalada de tensión social y satisfacer los anhelos y necesidades de la población. Gracias a las grandes sumas, el gobierno está en condiciones de cumplir sus promesas, de traducir esa riqueza en una mejora de la calidad de vida y de transformar el país en una potencia económica emergente.