¿Argelia, Buteflika IV ?
Pocos argelinos dudan de la victoria del presidente Abdelaziz Buteflika, entre los seis candidatos en la elección del 17 de abril 2014. Han sido tres mandatos consecutivos desde 1999 con éxitos pero, también, con muchos fracasos. Esta falta de suspenso no impide a muchos mostrar su preocupación por el empeoramiento del clima económico, social y político.
Argelia vive una división entre los partidarios de Buteflika, de 77años al que ven como un signo de estabilidad para el país, y quieren que siga para un cuarto mandato; y sus opositores, que reclaman su retiro y allanar el camino para un nuevo liderazgo más joven.
Si bien está enfermo desde 1995 y menos activo desde abril de 2013. Ya pasó una enmienda constitucional para renovar el tercer mandato presidencial consecutivo y ahora se presenta al cuarto, a pesar de su mala salud y su promesa de dejar espacio a los jóvenes. Por voluntad propia o ¿empujado por un séquito que no quiere dejar el poder? Es difícil de saber. A pesar de la reacción, ha tenido el mérito de mostrar que el ejército, que no apoya esta opción, ya no es todopoderoso.
El actual presidente cuenta con el apoyo político importante de varios partidos, sindicatos y patronales. Aunque hay grietas importantes en el régimen. Figuras políticas importantes del sistema que hacen sonar la alarma y llaman a la democratización. Otros se pasan a una oposición activa como el ex primer ministro Ali Benflis, el gran rival de Buteflika en esta batalla electoral, cuenta con el apoyo desde dentro del régimen. Algunos partidos islamistas, laicos y los Amazigh de la Cabilia hacen campaña por el boicot.
Durante los últimos 15 años, Argelia ha gastado 600.000 millones para calmar las iras sociales. Es evidente que no ha logrado sacar al país adelante. Petróleo y gas representan el 98% de las exportaciones, el 45% del PIB y el 65% de los ingresos.
Además, es el tercer proveedor de gas de Europa, el octavo mayor productor de gas del mundo y se cuela en el top 20 de los países productores de petróleo. Una situación financiera cómoda, con un 4% de crecimiento medio que le ha permitido al Gobierno lanzar varios planes de desarrollo con un presupuesto de 225.000 millones para crear tres millones de puestos de trabajo, construir dos millones de viviendas, cinco nuevas ciudades, hospitales, escuelas, plantas solares y servicios públicos.
Argelia se consolida como un importante socio de España, con 10.260 millones de intercambios comerciales, a pesar de un balance favorable a Argelia por la importación de gas. Un ejemplo sería el 53% del gas natural que se abasteció en España en 2013 y que provenía de este país.
También aumentan, de forma importante, la presencia de muchas grandes empresas españolas en Argelia y, a su vez, el interés de algunos grandes grupos económicos argelinos por invertir en España. El deseo de cambio es real y profundo, pero el miedo de deslizamiento está todavía presente. Partidarios de Buteflika han entendido esto y centran su campaña en la estabilidad.
Después de más de medio siglo de independencia y cuarenta años de la bonanza petrolera o de los ingresos, llegan las reivindicaciones de libertad, de progreso y de justicia social.
El entorno regional experimenta una transición caótica y el orden internacional ha cambiado. Así, un cambio radical se ha demostrado muy costosos en algunos países vecinos como Libia o Siria: sangre, descomposición social, crisis económica, instituciones que se erosionan y fronteras que desvanecen.
Después de los trágicos acontecimientos de 1988; la anulación de las primeras elecciones parlamentarias en 1991; el golpe de Estado en 1992 y la posterior guerra civil que mató a 200.000 personas, el ejército se erigió como líder y salvador.
Pero ahora, el verdadero reto para unas elecciones democráticas genuinas es la participación. Será el pueblo argelino quien deba decidir si está de acuerdo o prefiere otra alternativa. Si Buteflika ayudaría a mantener la estabilidad o no. Hay que respetar el resultado de las urnas, siempre que estas elecciones sean libres y justas y con la presencia de observadores internacionales neutrales.