Aquí no pasa nada
Empieza la campaña para las elecciones municipales el mismo día en que se celebran las elecciones británicas y se publica el sondeo del CIS. En estos estados plurinacionales, sean el Reino Unido o España, con dinámicas socioeconómicas distintas, se producen comportamientos muy definitorios del callejón sin salida en el que nos encontramos.
El partido laborista allí y el socialista aquí tenían una fuerte implantación en los territorios periféricos con identidad nacional y cultural, y con estructuas económicas industriales o de importante proletariado agrícola. Escocia y Gales allí, y Cataluña y Andalucía, aquí. La deriva conservadora y el creciente militarismo de la socialdemocracia de los dos estados, junto a la hostilidad con el reconocimiento al derecho de autodeterminación de los pueblos, los han llevado a ser fuerzas residuales en la periferia industrial con más identidad nacional: Cataluña y Escocia. Y a resistir a la baja en otros territorios mineros o agrícolas que dependen del subsidio: Gales y Andalucía.
En la otra orilla, los conservadores británicos y tardofranquistas españoles se retiran en una desbandada mayor que la de socialistas en los territorios antes mencionados, y se atrincheran en bastiones hegemónicos en las naciones dominantes: Inglaterra y la Gran Castilla, respectivamente. Regiones en los que las políticas de discriminación social las comparte una amplia base electoral, porque gracias a ellas una parte de la clase media aspira a hacerse rica por la vía privada o mediante el acceso al aparato funcionarial concentrado en el gran Madrid, en el caso español.
Las últimas encuestas en España marcan una tendencia que creo se confirmará. Del mismo modo que el PSOE, que se ha convertido en el Partido de Andalucía, selló su hegemonía en casa para asegurar que no varía ni una sola de sus políticas clientelares, ahora es el turno del PP, que renovará su hegemonía en los feudos tradicionales de la Gran Castilla. Aunque sea con C’s como muleta. Para eso sirven las falanges combativas. Y estos conservadores y ultranacionalistas españoles camuflados bajo un manto centrista se convertirán en partido cuasibisagra con un único fin: alimentar los rescoldos del régimen. Y como todo partido centrista y bisagra en España, como ahora hemos visto en Alemania y en Reino Unido, está destinado a tener una vida efímera. La justa para ayudar a los partidos de la oligarquía a recomponerse o a reinventarse.
En esta película no hay papel para Podemos, sobre todo si se ve que está desesperado para convertirse en una fuerza homologada a las que ya existían, a la denostada casta, mientras se renuncia a elementos básicos de ruptura: la forma de Estado republicana y el derecho a la autodeterminación de los pueblos, en la versión comunista de Lenin o en la versión liberal de Wilson. La estrella de Podemos ya empieza a perder brillo antes de llegar a su cénit.
Por lo tanto, lo más previsible es que, como en Escocia, y aunque sea por fases, asistamos a un cambio de preferencias hacia la izquierda del electorado catalán, en la medida en que se confirme la congelación del dominio derechista en Reino Unido y Madrid. Escocia y Cataluña han reforzado de forma gradual una identidad política que las alejaba aún más de la identidad dominante en el Estado. Por eso, aquí, aunque haya intentos baldíos de gente cercana a CiU de desgastar a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en la pugna por la hegemonía, no conseguirán otra cosa que alimentar un polo aún más radical en la izquierda: las CUP.
De los cinco escudos que forman parte de la bandera española oficial, el PSOE manda en el andaluz, el PP, en la Gran Castilla, el nacionalismo vasco, solo o acompañado, lo hace y hará en Euskadi y Navarra, mientras que Galicia está desaparecida del mapa, como una delegación madrileña. Y en la Corona de Aragón van a empezar a crecer las izquierdas nacionales catalanas, a corto plazo o a medio, si en alguna ciudad hay que pasar por el peaje buenista de Ada Colau. Asimismo, habrá una probable pérdida de hegemonía en Baleares y Comunidad Valenciana, como mínimo en la medida que el PPSOE no pueda volver a comprar electores con dinero de la especulación inmobiliaria; y ya que no lo pueden hacer con el conocido déficit fiscal para mantener el estado centralista. No lo pueden hacer, pues, con subsidios o plazas de funcionario, como lo hacen en Andalucía y Madrid.
Artículo dedicado a Nicola Sturgeon
PD. Acabamos la setmana con la gran noticia de una nueva inversión millonaria de Volkswagen en Martorell, ya sea a pesar o gracias al proceso soberanista. Los poderes económicos alemanes apuestan por estabilizar esta Europa del Sur. Y Cataluña, encantada de pasar a ser, algún día, su land mediterráneo.