Aparece el italiano bueno

No lo ha tenido difícil Renzi para que su discurso pro-crecimiento europeo lograse tanto eco. En primer lugar, porque hay en la Unión Europea un vacío político transitorio. En segundo lugar, porque el centro-izquierda se ha rendido a los pies del italiano bueno y en tercer lugar porque en Bruselas y Estraburgo estaban dispuestos a aplaudir a cualquiera que no fuese Berlusconi, el italiano malo.

¿Es eso un nuevo clima o una brisa pasajera? De hecho, cualquier brisa ha de ser bien recibida en la Europa comunitaria porque hay que encarnar como sea el inicio de la post-crisis y porque las nuevas voces en el europarlamento suenan casi más obsoletas que la vieja política. Entre un Juncker algo ajado y un populismo okupa tan locuaz todavía se deduce que el primero tiene algunas soluciones y que los segundos van a traer problemas.

Un aspecto poco analizado es que, a menudo, las protestas sociales estallan cuando las recuperaciones arrancan. Es el caso de Podemos en España. Desde 2008 se temía una agitación generada por la crisis pero, salvo las jornadas de Indignados, la resaca comienza ahora y consiste en que, para castigar a quienes han gestionado lo que han podido –y a veces muy mal–, se ha votado a quienes prometen lo imposible, a sabiendas.

La UE es un mastodonte cuyos movimientos son de difícil coordinación, por falta de nervio en los procesos de toma de decisión. Vamos de agenda en agenda. Para la ciudadanía distante, eso es escenografía y no auténtica acción política.

 
Renzi es nuevo en la escena europea, mientras que Rajoy comienza a estar avezado a los pactos entre bastidores

Por ahora tenemos que en Catalunya el paro ha bajado en 22.000 personas el pasado junio, en la medida en que las dinámicas económicas –la temporada turística, por ejemplo– se sustraen a la atmósfera política generada por el secesionismo de Artur Mas. De hecho, es la mayor disminución de paro en toda España.

Mientras los expertos se pronuncian sobre si la reforma fiscal es viable o inviable, el gobierno de Rajoy ha anunciado una estrategia de liberalización en transporte, energía o comercio. Ya se ha criticado esa ofensiva liberalizadora como insuficiente. Ya se sabe, toda política es insuficiente. Y los organismos internacionales siguen aconsejando a Rajoy que acelere el impulso reformista.

Pero lo fundamental es marcar tendencia y desregular sectores cautivos es ir por el buen camino. Ahora solo falta ponerle un toque Renzi, aunque Rajoy tiene una elocuencia huidiza y muy cautelosa. Por contraste, Renzi es nuevo en la escena europea, mientras que Rajoy comienza a estar avezado a los pactos entre bastidores.

También hay que tener en cuenta que todas estas reformas no se concretan de un día para otro, si es que se concretan. Y es mucha la impaciencia de la ciudadanía. A las nuevas reformas liberalizadoras ahora formuladas probablemente les falta un nuevo lenguaje o, como se suele decir, un relato.