Àngels Chacón, el centro resbaladizo
Demuestra que en estos momentos es imposible que la derecha útil catalana se organice sin sacarse las entrañas
Un aspecto interesante del político que viene del mundo profesional privado es que siempre puede volver a su puesto de trabajo. Durante un tiempo se puso de moda -continúa esa moda- la idea de que no era bueno tener únicamente políticos profesionales. Quiero decir diputados y concejales que tuvieran como única carrera profesional sus cargos públicos y su relación con el partido.
Cuando se analizan las vidas de unos y de otros, descubrimos que, además de sus características laborales, lo fundamental son los criterios personales: ambiciones y proyectos. Pero es cierto que el político que no precisa caerle bien al secretario general de turno de una formación política, deambula por sus quehaceres públicos con mayor seguridad.
Claro que también existe algún caso con estrategias poco definidas. Por ejemplo, intentar trasladar los estilos profesionales del mundo privado a la cosa pública. Esos individuos son, en muchas ocasiones, peligrosos. El mundo público se organiza con unas reglas que visten de legalidad las decisiones que se convierten en más equilibradas o regidas por el “todos somos iguales”. El caso de Donald Trump es un ejemplo de lo que jamás puede hacerse. Un Estado no tiene un solo propietario, sino una sociedad.
En los últimos años hemos conocido casos de algunos buenos políticos que han acabado en la empresa privada, siendo acusados, a veces de forma injusta, de favorecidos por las puertas giratorias, y, al revés, de profesionales que han acabado en la política por convicción. Sus críticas siempre son las mismas: lentitud y exceso de garantismo en la maquinaria pública.
La pasada semana Àngels Chacón anunció que abandonaba la política. Ha durado once años. Una media alta si buscamos el tiempo que un profesional privado tarda en volver a su mundo. La única diferencia es que parte de ese tiempo lo ha dedicado a refundar el espacio postconvergente o intentar impulsar una derecha más o menos equilibrada que no renunciara a la impronta metafísica del independentismo. Esta es una expresión de poética política que antes se reducía a ser nacionalista pragmático.
Chacón ha sido víctima de ese sentir de la privada que te organiza la cabeza para centrar los proyectos y hacerlos viables
Esta fotografía demuestra que en estos momentos es imposible que la derecha útil catalana se organice sin sacarse las entrañas. Demasiado protagonismo, individualismo y tontería mal sana. Chacón ha sido víctima de ese sentir de la privada que te organiza la cabeza para centrar los proyectos y hacerlos viables, ante las luchas internas de la formación que intentó liderar Centrem. Si alguna vez la lideró de verdad.
El primer congreso de Centrem se celebró a principios del pasado mes de mayo. Ha durado tres meses justos al frente de una formación que parecía tenerlo más o menos claro sobre cómo deambular entre los diferentes mares del independentismo o nacionalismo o catalanismo. Que en estos tiempos es difícil concretar o definir exactamente qué quiere decir cada uno de esos términos.
Es mucho más sencillo ir a la contra, emborronar el papel y contaminar las relaciones que construyen proyectos
Algunos profesionales de la política, aunque se mantengan en el lado privado, saben cómo ensuciar cualquier tipo de proyecto. Porque es mucho más sencillo ir a la contra, emborronar el papel y contaminar las relaciones que construyen proyectos que conducir a través de las continuas curvas que aparecen en ellos.
La falta puede que esté en los líderes. Aquellos a los que sea difícil amedrentar y que su sola presencia ya imponga rigidez en la dirección. En definitiva, la vida política no deja de ser una tarea de organizarse y removerse en el partido para acabar gestionando lo público cuando se alcanza el cargo. Es lo normal.
Y aquí llegamos a una pregunta a la que no todo político tiene respuesta: ¿por qué un individuo quiere ser político? ¿Ego, interés personal, darse a los demás, por una sociedad mejor…? La respuesta tiene varios artículos por capítulos.