Ángel Cano: el chivo expiatorio
Al parecer, ha llegado el momento de reforzar los segundos niveles. Con dos buenos ejemplos: Josu Jon Imaz, en otro tiempo jefe del Euskadi Buru Batzar, es ahora el Ceo de Repsol, mientras que el ex ministro de Exteriores Josep Piqué secunda a Villar Mir, el dueño absoluto de OHL.
Los segundos visten en todas partes menos en el BBVA, donde Francisco González (FG), un presidente nombrado en su momento por Aznar, tiene de consejero delegado a Ángel Cano, pero solo para utilizarlo de chivo expiatorio. Los resultados de BBVA caen. Tanto que incluso provocan una mengua muy dura en el promedio de los grandes bancos ¿Y sobre quién recae la responsabilidad? Sobre Cano.
Los bancos vindican una segunda juventud que no acaba de llegar. En Madrid, los palacetes de la Plaza del Marqués de Salamanca reverdecen la mitología de sus antepasados. Aunque no puedan permitírselo, los ricos quieren volver a serlo. Cada vez que Rajoy proclama el milagro económico español, el pasado sale tímidamente de sus sombras.
BBVA tuvo un doble origen: la fusión Bilbao-Vizcaya y la cultura funcionarial de Argentaria, encarnada ahora en la figura de Jesús González Cid. De la primera fusión, la del Bilbao-Vizcaya, la de los cien días de Neguri, sobreviven dos sectores: los alumnos del profesor Sánchez Asiaín y el segmento del Vizcaya, en el que abundan los antiguos ascetas de Pedro de Toledo -empezando por Sáenz Abad, el ángel caído- , un núcleo que se cambió de acera para acabar en el Banco Santander, sentando plaza bajo los cigarrales de Pedreña.
La cultura financiera del BBVA tiene un origen complejo. Y Cano, ¿a cuál de las familias fundacionales pertenece? A ninguna. Cano es un nuevo novísimo. Un tapado. Lleva 21 años de meritocracia en el grupo financiero pero, más que un líder, es un gregario de pelotón. Se lo sacó de la manga FG, un presidente mal relacionado con el ministro Luis de Guindos y lejano, muy lejano, a la actual sensibilidad de Moncloa. En los mentideros de la gran banca, dicen que Rajoy, la apisonadora silenciosa, acabará laminando a González antes de fin de año.
Cano es un número dos sin encomiendas. No se ocupa del core business y está apartado de cualquier cuestión en materia de estrategia. Es un oyente; un oyente caro. Los hombres clave de FG son ahora el ex consejero del Banco Central Europeo (BCE), José Manuel González Páramo, y el responsable de Desarrollo Corporativo, Carlos Torres Vila, que fue un hombre clave en la Endesa de Pizarro. El primero le sirve a FG como puente ante la comunidad financiera internacional. Aunque, a decir verdad, cuanto más se acerca FG a los foros europeos, más se aleja de Rajoy.
La semana financiera ha resultado aciaga. En España, las caídas en Bolsa expresan la respuesta del sector ante el anuncio del Banco Central Europeo de las nuevas pruebas de resistencia a las que se verá sometida toda la banca. Las entidades deberán demostrar capacidad para sobrevivir en los mercados de bonos, activos inmobiliarios y acciones. Es un intento por parte del regulador de recuperar la confianza en un sector que tuvo que ser rescatado por los contribuyentes.
Siguiendo su estilo, FG ha hecho oídos sordos. Pero en el banco emisor de Frankfurt ha causado algo más que sorpresa la caída del beneficio de BBVA. Los resultados de la entidad han sufrido un batacazo del 64%. Cano señala al culpable: la ausencia de beneficios extraordinarios que impulsaron las cifras del año pasado y el deterioro de las divisas de algunos de los países en los que opera la entidad.
Parece que la banca (el sector en general) ya no recuperará el sentido del riesgo que la hizo crecer exponencialmente. De los buenos tiempos solo quedan los despachos de caoba y los anaqueles de sicomoro. En las salas de consejo abundan todavía las corbatas de Hermes, los cuellos de doblete, el pelo plateado y los rostros bruñidos por el sol de primavera. El negocio ha caído, aunque el oropel permanece como símbolo. FG desvía la mirada. Ahora su sentencia se posa en Cano, el Ceo que inició su andadura profesional en Arthur Andersen y que pertenece al comité de dirección de la entidad desde el año 2000. No ha dejado de crecer en el staff del grupo financiero, aunque a este economista de la Universidad de Oviedo el esfuerzo de poco le ha valido. Casi nadie le reporta.
Para colmo, el último mensaje de Cano va en dirección opuesta a la tendencia de los mercados minoristas. El consejero delegado asegura que BBVA tiene previsto conceder en España 100.000 millones de euros de nuevo crédito a pymes. La palabra lo aguanta dodo, pero el dinero no fluye.
2014 es el año de la santificación de dos papas; el año de Roma, no el de la recuperación económica por más que lo digan Guindos y Montoro. Salvo el cardenal Rouco Varela, nadie cree ya en los milagros. El dinero no corre de mano en mano. Las barras soportan la reiteración de la caña a palo seco, sin tapa de marisco. La simulación del coche en la puerta de misa y el terno de Valentino no engañan a nadie. No hay cerilleros en el Café Gijón y casi han desaparecido los limpiabotas entre la Cibeles y Neptuno. Tras el cierre de Jockey y del Club 31, la ruta de los consejeros delegados ha recalado en José Luis.
Los números dos recuperan el estilo calvinista de otro tiempo. Algunos, como Cano, saben perder con elegancia aunque vayan montados en un caballo ganador.