Andalucía, el gobierno y la tuerca
Al PP no le duelen prendas para pactar con VOX, pero a Ciudadanos sí. De hecho, Entre PP y VOX van a arrastrar a C’s hacia la derecha
Pocas ilusiones deben hacerse en Ciudadanos. Si aspiraban a zafarse del abrazo hediondo de Vox, no lo van a conseguir. PP y C’s comparten el gobierno, de acuerdo, pero Vox dispone de la tuerca y la llave para enroscarla, y a fe que la va a usar.
Lo que hemos visto hasta el momento revela el modus operandi de la extrema derecha. Primero marcar perfil con propuestas completamente inasumibles, luego diluirlas lo justo a fin de que resulten digeribles para los populares, con la seguridad de que Ciudadanos va a tragar.
En Francia aislar a la extrema derecha es una cuestión de principios
Todavía es pronto para saber los costes electorales de los de Albert Rivera por haberse saltado el cordón sanitario. De momento, la máxima incomodidad es para los políticos de tradición centrista francesa, incluido el alcaldable por Barcelona y ex primer ministro galo Manuel Valls. En Francia, aislar a la extrema derecha es una cuestión de principios, algo inamovible y sagrado. En Francia, Holanda o Alemania, sí, pero no en toda Europa.
¿Y en España? Al PP no le duelen prendas para pactar con VOX, pero a C’s sí le duelen por ser pactado con Vox por el PP. La estratagema de convertirse en sujeto pasivo del pacto no va a eximir a C’s de votar lo mismo que VOX una y otra vez.
Lo mismo que VOX hasta donde VOX le convenga apretar las tuercas, contando siempre con el PP de moderador a favor propio. Entre PP y VOX van a arrastrar a C’s hacia la derecha. C’s sufrirá.
Los votantes de centro que han apoyado a Ciudadanos se encuentran ante un dilema difícil de resolver
Si al otro lado los socialistas tuvieran posibilidades de formar mayoría sin el apoyo de las dos formaciones independentistas catalanas, parece evidente que podrían desplegar sus tentáculos hacia el centro y ocupar buena parte del espacio de C’s. Pero según todos los sondeos, no es este el caso.
De modo que los votantes de centro que hasta el momento han apoyado a Ciudadanos se encuentran ante un dilema difícil de resolver. O con Vox, o con ERC y el Pdecat. No hay más.
La política de bloques en la que España ha ingresado por el sur marca una clara divisoria. A un lado o al otro. El medio, el centro va a quedar vació. La tensión está servida y todo indica que va a durar.
Por mucho que intente disimular, la decisión ha sido tomada por Ciudadanos. Es Rivera quien podía haber evitado la formación de dos bloques opuestos con la búsqueda de un pacto de centro izquierda.
Sánchez dispone de un argumento para presionar a ERC y Pdecat: o yo o 155
Tanto en Andalucía como en el Congreso de los Diputados, el PSOE, Podemos y C’s suman mayoría absoluta sobrada. La combinación no es fácil, no lo es en ningún parlamento atomizado.
Pedro Sánchez también podía haberse movido hacia el centro pero ha preferido abstenerse y estrechar sus opciones en vez ampliarlas. Una doble oferta a Rivera le hubiera dado réditos, pero habrá calculado que algo tiene que pescar en el centro por la defección de C’s.
Con el bloque de derechas convertido en realidad andaluza y amenaza inminente en toda España, Sánchez dispone de un argumento para presionar a ERC y el PDECat: o yo o el coco, o sea el 155.
De este modo pretende ahorrarse unas concesiones que le restarían votos. Ahora, el estrés, la duda hamletiana es para ERC y el Pdecat. O mantienen a Sánchez en el poder o se van a encontrar ante un serio riesgo de que la fórmula del tripartito pase del banco de pruebas andaluz a La Moncloa.
Vox: la tuerca
Volvamos al escenario andaluz. PP y C’s, el gobierno. Vox la tuerca y la llave para ir dándole vueltas en sentido dextrógiro. El escenario ideal para que Vox pueda estar presente en la palestra y bombardear a siniestro y a siniestro –a diestro es imposible— con todos los altavoces mediáticos a su disposición. Por eso ha cedido un poco, lo justo para quedarse con la tuerca y la llave.
Como a lo largo de la campaña electoral y de las posteriores negociaciones, los tres partidos, amén de otros líderes locales, van a estar más atentos a las repercusiones que sus actos y sus palabras en toda España, y de manera especial en Madrid, que a la propia realidad autonómica. Guste o disguste al electorado, es lo que hay.
La política en España disponía de un polo de tensión en el noroeste. Por si no fuera suficiente, ahora aparece un segundo polo en Andalucía. Hacia un polo u el otro, aunque sea que sea arrastrando los pies, el resto de partidos.
Y la sociedad entera.