Andalucía, Cataluña y Barcelona
Andalucía es el bastión más firme del estatus quo en España, pues en cuarenta años no ha variado el monopolio socialista
Cataluña y Andalucía se sitúan en polos opuestos por multitud de parámetros, como sabe todo el mundo. A pesar de ser mucho menos favorecidos en creación y distribución de riqueza, los andaluces son conformistas en su inmensa mayoría. Ya les va bien seguir como están, o por lo menos no buscan alternativas ni siguen a líderes políticos que las propongan.
Lo demuestran tanto la composición actual de Parlamento andaluz como los sondeos, que auguran por unanimidad un calco de la actual distribución de escaños. La única incógnita es saber cuántos votos y escaños va a ceder el PP a C’s. Las disputas y recomposiciones en la derecha no alteran para nada el panorama de fondo.
Andalucía es la mejor garantía para quienes no desean cambios en España
Andalucía es el bastión más firme del estatus quo en España. Que no haya experimentado siquiera la alternancia en casi cuarenta años, que el monopolio socialista del poder no haya sido cuestionado.
Que ni siquiera la corrupción haya sido capaz de mover un milímetro a la granítica pero relativamente pobre sociedad andaluza, constituye la mejor garantía para quienes no desean cambios en España.
Una prueba más. De los 61 escaños que envía la muy poblada Andalucía al Congreso de los Diputados, resulta que en las últimas elecciones generales solamente 11, los de Podemos, eran partidarios de cambios de cierto calado.
Aunque según los sondeos los andaluces expresan voluntad de cambio, todo parece indicar que votaran lo mismo
No llega al 20%. De los 4,3 millones de votos contabilizados, más de 3 millones fueron a parar al PP, al PSOE, o a C’s. Ahí está la mayor reserva del inmovilismo puro y duro.
Según los sondeos, los andaluces expresan una creciente, y por fin mayoritaria, voluntad de cambio, por lo menos en cuanto al gobierno autonómica. Sin embargo, a la hora de la verdad siguen votando lo mismo.
O sea que a pesar del pomposo y optimista nombre de la franquicia de Podemos, Adelante Andalucía, Andalucía no está en marcha. Está quieta y parada.
A mayor desigualdad y menor renta, menos voluntad real de cambio. Aquí hay gato encerrado. Tal vez encerrado por siglos de historia que han ido macerando la sociedad un baño maría de conformismo. No acierto a encontrar otra explicación.
Cataluña se encuentra a las antípodas del conformismo de Andalucía
Cataluña se encuentra en las antípodas. A pesar de o gracias a su riqueza, en Cataluña, los deseos, las voluntades y los votos, que al fin y al cabo es lo que cuenta, son de cambio.
En el interior de la propia comunidad y más aún en España. De los 47 diputados que Cataluña mandó al Congreso, en 2016, 29 (60%) expresaban voluntad de cambio frente a 18 partidarios del estatus quo (PSC, PP y C’s). Recuérdese que En Comú Podem ganó las elecciones, seguida de ERC y CDC. Los del bloque constitucionalista, a la cola.
Pasemos de largo la composición de Parlament, de sobras conocida y detengámonos en Barcelona, el mayor motor de cambio de España, por lo menos en cuanto a la voluntad expresada en las urnas.
El consistorio barcelonés cuenta con 41 escaños. Pues bien, 29, el 71% representan a partidos con voluntad real de cambio contra 12, sólo 12, el 29%, que se aferran al estatus quo.
A efectos de la tesis del presente artículo, que el consistorio se encuentre muy fragmentado y cuente con escasísima capacidad de acuerdo y consenso, no cambia un ápice el sentido del voto. Tampoco que la anunciada, y por muchos temida, rebelión de la alcaldesa Ada Colau se haya quedado como mucho en pataleta.
Un cambio para España
Que los partidos no alcancen a cumplir, no ya lo prometido, sino lo expresado en las urnas, se explica porque no cuentan sólo los votos sino también las poderosas voluntades que se oponen a los cambios.
El 2 de diciembre comprobaremos hasta qué punto los resultados confirman los sondeos. Tengan por seguro, en cualquier caso, que Andalucía seguirá asentada y quieta como una roca.
En mayo comprobaremos hasta que punto el resto de España balancea hacia el cambio o hacia el estatus quo. De manera muy especial, mucho más que en Madrid, el resultado de Barcelona ofrecerá buenas pistas sobre la permanencia, el retroceso o el mayor impulso de los deseos de cambio en el corazón de la mayor metrópolis del Mediterráneo.