Amos y amas de casa de España
Si algo tiene de especial el presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell, es que sus intervenciones acostumbran a despertar polvareda entre la opinión pública. Se le castiga, sobre todo, desde perspectivas ideológicas, pero pocas veces se contrastan sus argumentaciones con respuestas técnicas.
Que el representante de la empresa española se atreva a decir que sólo puede entenderse la inexistencia de una rebelión social en España –en el marco de un alto índice de desempleo– en virtud de unas estadísticas inexactas es una afirmación que debería invitar a la reflexión. El debate de brocha gorda se concentra en si un millón de amos y amas de casa se han apuntado a las listas del paro en busca de algún subsidio, pero el patrón de patronos también ha insistido en que los registros de desempleados del Inem y la Encuesta de Población Activa (EPA) dan resultados diferentes. Una evidencia que más que ideológica tiene un perfil técnico innegable.
Rosell podía evitarse la crítica fácil de la izquierda política y sociológica sólo con ladear estos asuntos. Por eso no puede negarse una cierta valentía en estas intervenciones sobre el mercado de trabajo o la función pública. Hacerlo en el marco de la FAES seguro que no es la mejor de las opciones estratégicas, pero eso no debería enturbiar el debate de fondo que propone.
Sus referencias al anacronismo de la negociación colectiva tampoco gustan a los sindicatos, que mantienen posiciones superadas y que una crisis como la actual ha puesto en evidencia de manera reiterada. La persistencia de algunos convenios colectivos antiguos y alambicados no resultan un mecanismo ágil para que empresas y trabajadores resuelvan las dificultades nacidas del contexto económico. Todo eso sigue siendo políticamente incorrecto someterlo a debate y el mero hecho de atreverse supone la adjudicación de etiquetas tan simplonas como desagradables.
Así que en las próximas horas escucharán mucho ruido mediático sobre los amos y las amas de casa en paro en España. Nadie separará el grano de la paja y volverán a salir a la palestra los empresarios corruptos, la ineficacia de muchas patronales y hasta los líos con los fondos de formación. Existen, faltaría más. Pero es muy probable que del resto de asuntos, los grandes retos del país para este siglo, nadie dirá ni Pamplona. Y así seguimos: en crisis, antiguos, enrocados y/o en el paro…