Amordazar las críticas

"A Nicolás no le ha expulsado el Partido Socialista que él conoció y donde ha militado toda su vida. A Nicolás le ha expulsado el sanchismo"

No ha sorprendido por el significado, pero sí por las formas. La expulsión de Nicolás Redondo Terreros del PSOE ha puesto el foco en la contrariedad que está sufriendo el gobierno de la Moncloa en sus negociaciones con el prófugo Puigdemont. Se le están torciendo los planes a Pedro Sánchez en su pulso con Waterloo y la nonata amnistía se le está atragantando a buena parte de la familia socialista.

El jefe del Partido Sanchista ha decidido tirar por la calle de en medio, dispuesto a dejar en la cuneta cualquier estorbo con el que tropiece en su alocada carrera hacia la perpetuación en el poder. Y se ha llevado por delante a Nicolás Redondo para que los que piensan como él se abstengan de rechistar que, como se ha demostrado y contrariamente a lo que decía la ministra en funciones, María Jesús Montero, el que se mueve sigue sin salir en la foto.

A no ser que, con esa puyita dirigida a Alfonso Guerra, la ministra se estuviera refiriendo al entorno de Pedro Sánchez. A la Joven Guardia Roja que ahora patronea el buque de la Moncloa. Que son los que se han movido con sus continuos vaivenes de declaraciones en torno a la amnistía (antes de las elecciones, en contra; después del 23-J, a favor).

Que son los que se han movido con sus continuos vaivenes de declaraciones en torno a la amnistía

Ellos son los que han cambiado. Han dado un giro copernicano en estos últimos seis años en los que han pasado de participar en la gran manifestación de octubre de 2017 en Barcelona a opinar que quien promueve manifestaciones ahora es un golpista (la portavoz del gobierno Isabel Rodriguez dixit) o está instigando el enfrentamiento civil (Patxi López).  

La nonata amnistía se le está atragantando a buena parte de la familia socialista

La expulsión exprés de Nicolás Redondo (a quien el PSOE no tuvo la deferencia de comunicar personalmente) va envuelta en tres mensajes nítidos: un aviso a navegantes para que nadie siga con las críticas en público o la purga seguirá con quienes se atrevan a salirse del carril.

Fotografía de archivo del 20/04/2023 del ex presidente del PSE Nicolás Redondo. EFE/ Mariscal

Una advertencia que vale para quienes estén pensando en acudir a las manifestaciones que se van a celebrar en Madrid y Barcelona contra la amnistía. Y esta drástica medida es la prueba más palpable de que Pedro Sánchez piensa seguir adelante con la amnistía que le reclama Puigdemont. 

Porque Nicolás Redondo ya advirtió que si el PSOE aceptaba la amenaza del prófugo de Waterloo, esa sería su línea roja para seguir vinculado al partido. Ni siquiera han esperado a que se fuera por su propio pie. Han optado por enseñarle la puerta de salida para evitar el efecto contagio en las críticas del histórico dirigente vasco.  

Muy mal tienen que estar discurriendo las negociaciones entre Sánchez y Puigdemont para que el partido que vio nacer a Nicolás Redondo haya decidido aplicarle una purga en el más puro estilo estalinista. Más propio de una secta que de un partido democrático.

Más propio de una secta que de un partido democrático.

A Nicolás no le ha expulsado el Partido Socialista que él conoció y donde ha militado toda su vida. A Nicolás le ha expulsado el sanchismo. En sus críticas a la última deriva de Pedro Sánchez, en su obsesión por la supervivencia en el poder a cualquier precio, no ha dicho nada distinto de lo que dijeron otros dirigentes socialistas y el propio Sánchez cuando descartaba la amnistía antes de las elecciones del 23-J.  

Tics autoritarios muy preocupantes

La reacción del PSOE con la purga de la disidencia y con el derecho de manifestación, que no solo niega a la oposición, sino que acusa al PP de estar provocando una confrontación, denota tics autoritarios muy preocupantes. Nicolás Redondo se ha jugado la vida, literalmente, por las siglas de su partido. Esas siglas que menosprecia, según le acusan los nuevos dirigentes que rodean a Pedro Sánchez.

Con su coherencia, que le llevó en no pocas ocasiones a algún desencuentro con Felipe González, dio orden de romper el gobierno de coalición con el PNV cuando el partido de Arzalluz había iniciado un acercamiento a Herri Batasuna que cristalizó, más tarde, en el pacto excluyente de Estella. Lo cierto es que ha aguantado mucho desde que Pedro Sánchez convirtió el partido en una factoría de colocaciones.

Le ha ocurrido como tantos socialistas que esperaban poder cambiar las cosas en el partido con Pedro Sánchez fuera. Pero con Sánchez, el Partido Socialista, que un día fue socialdemócrata y tuvo sentido de Estado, ha dejado de existir. Y va perdiendo fuerza en las sucesivas elecciones. Las siglas del PSOE son él y su persona.

Las manifestaciones que se van a celebrar estas próximas semanas son un antídoto contra la resignación ¿Hasta dónde están dispuestos a aguantar los socialistas que critican que la gobernabilidad de este país dependa de una minoría secesionista? Es la pregunta del millón.