Alzar el vuelo
Para tener un aeropuerto a la altura de nuestro país, urge una ampliación inmediata de El Prat que no puede quedar sólo en manos de Aena. La ciudadanía necesita un compromiso firme por parte del Govern
El pasado mes de septiembre, el Gobierno de España y Aena descartaban reanudar la ampliación del Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat hasta el 2026, tras anunciar la paralización de la inversión prevista de 1.700 millones de euros. El gestor aeroportuario se emplazaba a analizar de nuevo el proyecto cuando las circunstancias en Cataluña cambien y exista un sustrato político que vea más adecuada esta inversión.
Así pues, el proyecto queda en suspenso hasta que se abra una nueva ventana de oportunidad reguladora, dentro de cinco años, en referencia a la vigencia del Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA II) 2022-2026, en la que se incluía la potencial ampliación del aeropuerto catalán que debía culminar en 2031.
Cabe destacar que los 1.700 millones de euros previstos para esta obra no pueden asignarse a otro proyecto, ya que se trata del presupuesto de Aena generado mediante las tasas aeroportuarias y los ingresos esperados por la mayor llegada de vuelos internacionales. Si no se ejecuta este proyecto, no se recaudan las tasas que permiten la inversión.
En 2019 – cifras prepandemia – el aeropuerto alcanzaba los 52 millones de pasajeros y se estima que el impacto económico de la infraestructura es del 7,2% del PIB catalán
El Aeropuerto Josep Tarradellas levantó el vuelo a partir de los Juegos Olímpicos de 1992 al superar los 10 millones de pasajeros. Representaba el 1,7% del PIB catalán (Robusté y Clavera, 1997). En 2019 – cifras prepandemia – el aeropuerto alcanzaba los 52 millones de pasajeros y se estima que el impacto económico de la infraestructura es del 7,2% del PIB catalán, considerando el impacto indirecto fruto del desarrollo de actividades logísticas en zonas cercanas al aeropuerto, y el impacto inducido a causa del gasto generado por los trabajadores asociados.
Edificios terminales y pistas de vuelo
Sin embargo, la configuración actual del aeropuerto tiene dos cuellos de botella: los edificios terminales y las pistas de vuelo. La capacidad de las terminales considerando la terminal satélite T1S, planificada para 2026, podría llegar a 80 millones de pasajeros al año, cifras cercanas a las del aeropuerto de Londres-Heathrow. Barcelona es ya hoy el sexto aeropuerto europeo en número de pasajeros por año.
La cuestión de la capacidad del campo de vuelo genera mayores dificultades. La actual configuración de pistas no permite el despegue regular de aviones por la pista larga. Operativamente, con ambas pistas paralelas, se pueden alcanzar 90 operaciones por hora. La capacidad funcional, sin embargo, se redujo a 78 operaciones por hora por la afectación acústica a los residentes – principalmente de Gavà Mar y en menor medida en Playa de Castelldefels – lo que provoca congestión en horas punta, sobre todo en el tráfico de conexión y de negocios, sin afectar sustancialmente al turismo.
La capacidad funcional se redujo a 78 operaciones por hora por la afectación acústica a los residentes
La configuración de las pistas también comporta limitaciones operativas para aviones grandes que operan a larga distancia, perjudicando por tanto la conectividad general del aeropuerto. Sorprendentemente, sin embargo, la posibilidad de utilizar ambas pistas de forma simultánea e independiente, y permitir los despegues regulares por la pista larga, ha estado ausente en el debate político sobre la materia.
Las empresas dedicadas a actividades de alto valor añadido tienden a localizarse en territorios que disponen de aeropuertos con una oferta extensa y densa de conexiones aéreas (Bel y Fageda, 2018). La nueva terminal satélite y la optimización de la configuración de pistas del aeropuerto de El Prat – incluso sin afectar al espacio natural de la Ricarda – juntamente con una buena coordinación institucional y la atracción de operadores multimodales, podría permitirse consolidar un gran aeropuerto de conexión.
Cataluña no puede permitirse volver a leer las críticas veladas a la poca conectividad internacional de su aeropuerto que aparecían en el informe en el que se fundamentó ubicar la nueva sede de la Agencia Europea de Medicamentos en Amsterdam.
Si Barcelona quiere permanecer competitiva en la carrera global, necesita una ampliación del aeropuerto que la conecte al mundo y al mismo tiempo respete el medio ambiente
En 2009 los empresarios e instituciones catalanas reivindicaban, en las jornadas en el IESE, un papel proactivo y decisivo sobre la gestión del Aeropuerto, coincidiendo con la inauguración de la nueva terminal T1. Una década después, y a las puertas de superar la Covid, es oportuno que se reanude ese impulso frustrado si no se quiere perder una década más.
Si Barcelona quiere permanecer competitiva en la carrera global, necesita una ampliación del aeropuerto que la conecte al mundo y al mismo tiempo respete el medio ambiente. Para tener un aeropuerto a la altura de nuestro país, urge una ampliación inmediata que no puede quedar sólo en manos de Aena. La ciudadanía necesita un compromiso firme por parte del Govern de la Generalitat con una propuesta sólida y decidida.