Algunas lecciones del conflicto de Coca-Cola

La reciente sentencia del Tribunal Supremo sobre el ERE de Coca Cola debería permitir que algunos directivos, asesores y consultores empresariales sacaran útiles lecciones a la hora de gestionar decisiones que afectan de forma dramática a muchos trabajadores y familias.

La primera lección es que los conflictos mal resueltos, casi siempre, tienen un elevado coste para la empresa, especialmente si es una marca de consumo. Lo está comprobando Coca Cola cada día en su reputación social, pues ha pasado de ser una marca identificada con valores y emociones positivas, a ser vista por amplios sectores de la sociedad con desprecio, y a ser identificada con el egoísmo y la falta de sensibilidad hacia los derechos sociales.

Este largo conflicto enseña también que nadie, por suerte para la humanidad, tiene los recursos suficientes para comprar todas las voluntades que se oponen a la suya. Y que en una negociación no siempre es un acierto alardear, como hizo esta empresa, de contar con tantos recursos económicos que entendía que le garantizaban sus objetivos.

Hoy, Coca Cola ya sabe del elevado coste económico que suponen las sentencias que le obligan a revertir sus decisiones por considerarlas ilegales y, por ello, readmitir a centenares de trabajadores despedidos y a reponer sus salarios y condiciones de trabajo.

Otra lección muy útil para ciertos directivos empresariales cuando analicen este conflicto será comprobar lo lejos que algunas veces pueden estar las presentaciones en power point del Plan Estratégico Empresarial ante el consejo de Administración, con sus cifras, sus gráficos y sus modismos en inglés, de la cruda realidad de las personas que serán afectadas, de sus historias y también de sus particularidades sindicales que siempre influirán de forma relevante en las formas y prioridades en la negociación.

Y otra lección, que bien podría estar dirigida muy especialmente a los prestigiosos consultores y asesores jurídicos empresariales –a esos que le explican a sus clientes que hoy todo el monte es orégano, al entender, erróneamente, que la grave crisis económica y el alto desempleo, junto a la última reforma laboral, prácticamente les permite hacer y deshacer lo que les venga en gana.

A los que entienden que una vez desaparecida la autorización administrativa del ERE, la negociación y el acuerdo con los representantes sindicales, hoy no es más que un trámite secundario, por no decir irrelevante. Este conflicto enseña del error de la creencia de aquellos, que confundiendo sus deseos con realidad, afirman que ha desaparecido la capacidad de respuesta de los trabajadores y las trabajadoras y que el sindicalismo y su fuerza organizada es ya una pieza más que está junto a la máquina de vapor en el museo de la historia.

Pero la realidad es muy distinta, el sindicalismo, aún necesitado de grandes y profundos cambios y reformas, existe. Se demuestra cada día en miles de centros de trabajo, donde, sin ser noticia en los medios de comunicación, propone, negocia y acuerda cuando encuentra argumentos, sin prepotencias, ni soberbia. Y sobre la soberbia, pero también sobre la gestión de las victorias, quizá pueda serles útil a los protagonistas del conflicto recordar aquella conocida fábula sobre los dos gallos de Jean de la Fontaine que dice:

En un gallinero vivían dos gallos, que compartían el lugar en paz y en armonía. Cierto día el granjero trajo al corral una hermosa gallina, de la que se enamoraron los dos, pasando de ser amigos a competir por ella. Se enfrentaron en combate hasta que el más fuerte se fue con la gallina mientras el otro se retiraba los fondos del corral a llorar su pena. El vencedor subió al tejado y comenzó a gritar para hacer alarde de su triunfo y que los vecinos se enteraran de ello, con tan mala suerte que al escucharlo un buitre se abalanzó sobre él, terminando con su vida y su soberbia.

Es de esperar que tras estos largos meses de movilizaciones que han culminado con la sentencia de nulidad del ERE dictada el pasado 15 de abril por el Tribunal Supremo, sirvan para extraer las lecciones necesarias que ayuden a resolver este duro conflicto.

Joaquim González Muntadas es director de Ética Organizaciones SL