¿Hacia una guerra comercial a gran escala?
Trump anuncia aranceles a China y el gigante asiático responde, en una espiral que puede llevar a una guerra comercial en toda regla. —Por Alexandre Muns
Hasta el anuncio de aranceles del 25% sobre la importación de acero y 10% sobre la importación de aluminio, el proteccionismo prometido en campaña por Donald Trump se había limitado a la retirada de EEUU del acuerdo comercial Transpacífico de Cooperación Económica con 11 potencias del Pacífico negociado por la administración Obama y a la imposición de aranceles sobre lavadoras coreanas y paneles solares chinos.
Hay dos teorías acerca de por qué el presidente de EEUU decidió el 6 de marzo imponer los aranceles sobre acero y aluminio, que afectarán al 2% de las importaciones de bienes de EEUU por valor de 4.600 millones de dólares. La teoría más optimista argumenta que los asesores favorables al libre comercio en la administración Trump –el asesor económico Gary Cohn y el ministro de Finanzas Mnuchin, entre otros– perdieron la batalla sobre los aranceles frente al ministro de Comercio, el ex magnate del acero Wilbur Ross, y el asesor comercial proteccionista Peter Navarro.
Cohn, un demócrata procedente de Goldman Sachs, dimitió el día en que el presidente anunció que se aplicaban los aranceles sobre acero y aluminio utilizando la cláusula 232 de la ley de Expansión de Comercio de 1974 (Trade Expansion Act), y que la justificación es que dichos materiales son fundamentales para la seguridad nacional de EEUU porque el sector militar los emplea para construir aviones y buques.
Trump encargó a Ross hace un año un estudio profundo de diversos sectores y posibles medidas para proteger a la producción de EEUU de aumentos fuertes de importaciones debidos a subvenciones recibidas por sus gobiernos o dumping (ventas a precio inferior al de producción).
La administración Trump justifica los aranceles por motivos de seguridad nacional, algo poco recomendable
La Organización Mundial del Comercio (OMC) acepta en algunos casos la utilización de aranceles de salvaguardia ante un incremento súbito de las importaciones de un producto. Pero la administración Trump eligió justificarlo por motivos de seguridad nacional, algo que la OMC tiene previsto (artículo XXI) pero que se ha empleado sólo en un puñado de ocasiones porque desestabiliza el sistema.
La base que sigue apoyando fielmente a Trump es la clase trabajadora blanca, y en estados como Ohio, Pennsylvania, Michigan, Indiana, Wisconsin y Virginia Occidental en efecto se han perdido en las últimas décadas cientos de miles de empleos en el sector industrial (acero, hierro, carbón, automoción) tanto por acuerdos de comercio como debido a costes altos y automatización.
La base de votantes de Trump es la clase trabajadora blanca en estados que han perdido cientos de miles de empleos en la industria
El anuncio de la imposición de los aranceles se produjo a tres días de una elección para congresista en la Cámara de Representantes en un distrito de Pennsylvania que Trump ganó por 20 puntos en 2016 y ha sufrido desindustrialización. Tanto el candidato démocrata (Conor Lamb) como el republicano (Rick Saccone) respaldaron los aranceles, y Lamb ganó por la mínima por su atractiva biografía y adopción de posturas conservadoras.
Trump recula
Ante la protesta de los países afectados por los aranceles, Trump aceptó excluir por el momento a Canadá y México y estudiar otras excepciones para aliados de EEUU. Los optimistas creen que los aranceles son una baza electoral para las elecciones legislativas de noviembre, en las cuales se renueva toda la Cámara de Representantes, una tercera parte del Senado, cargos de gobernador y las asambleas legislativas de los estados.
Según esta narrativa, Trump no quiere provocar una guerra comercial pero necesita cumplir con sus promesas para retener el apoyo de su base en los mencionados estados. Pero la Comisión Europea anunció que como respuesta impondrá aranceles sobre la exportación de motocicletas Harley-Davidson, tejanos Levis, arándanos y whiskey de Kentucky.
Bruselas eligió estos productos porque se fabrican en Kentucky (estado que representa el líder la mayoría republicana en el Senado) y Wisconsin, base electoral del líder republicano en la Cámara de Representantes (Paul Ryan).
Trump no quiere provocar una guerra comercial pero necesita cumplir sus promesas para retener apoyos
Las medidas de la UE afectarán a 3.500 millones de dólares de exportaciones de EEUU. Bruselas además estudia medidas parecidas sobre el acero y aluminio de EEUU. La situación se complica aún más porque el presidente de EEUU utiliza los aranceles también como baza para exigir a países aliados como Corea del Sur y Alemania que inviertan más en defensa y paguen por el estacionamiento de las tropas de EEUU.
Trump incluso amenazó con retirar las tropas estadounidenses de Corea del Sur, al igual que ha criticado a los miembros de la OTAN que no invierten el 2% del PIB en defensa. El mundo se ha acostumbrado a que la administración Trump no cumple con los bluffs más exagerados del presidente. Pero la salida del gobierno y de la Casa Blanca de los ministros y asesores más globalistas puede alterar la situación, especialmente a medida que se acercan las legislativas de noviembre, en las que se prevé que el Partido Republicano perderá escaños (e incluso podría perder su mayoría) en la Cámara de Representantes.
Trump mantiene una ambigüedad calculada y además vincula la vertiente comercial a la de seguridad
Ante las medidas anunciadas por Bruselas, Trump aludió a que el próximo objetivo podrían ser las importaciones de vehículos de la UE, que en 2016 alcanzaron un valor de 38.000 millones de dólares. Se está negociando el mantenimiento de NAFTA, así como el acuerdo de libre comercio EEUU-Corea del Sur.
Trump mantiene una ambigüedad calculada y además vincula la vertiente comercial a la de seguridad, dificultando cualquier previsión. El presidente de EEUU no quiere desvelar sus próximas jugadas. Desde su punto de vista es una estrategia negociadora excelente. Pero los países afectados lógicamente deben reaccionar, y calibrar la respuesta.
La consultoría Trade Partnership calcula que los aranceles sobre el acero y aluminio generarán a corto plazo 33.0000 empleos pero destruirán 179.000 en sectores y empresas que necesitan importaciones baratas de dichos metales como componentes. Después del anuncio de imposición de aranceles por valor de 50.000 millones de dólares sobre China por su supuesto robo de tecnología y propiedad intelectual, Beijing ha prometido restricciones a las exportaciones de EEUU de productos agrícolas y acero. Esta espiral puede conducir a una guerra comercial en toda regla.