La delicada Arrimadas con un cuchillo entre los dientes
El actual rumbo de Ciudadanos es más parecido a su versión original de 2006: pactar con liberales, socialdemócratas y democristianos sin problemas
El divorcio entre Inés Arrimadas y Albert Rivera ya es una realidad. Las fases de la separación son como las de un matrimonio y siempre empiezan con el resquemor y la desconfianza que acaba en pequeñas traiciones, que juntas se convierte en una gran deslealtad.
La prueba del algodón la encontramos en dos deserciones. Al conocerse la noticia del acuerdo entre el Gobierno Sánchez y Ciudadanos para pactar el estado de alarma, dos militantes del antiguo aparato de Cs, Juan Carlos Girauta y Carina Mejías, anunciaban su marcha de la formación naranja. Ninguno de los dos perdía mucho. Ya no estaban en espacios de poder. Sin embargo, evidenciaba como los más cercanos a Rivera se alejaban de la nueva presidenta.
De la primera huida, Rivera era conocedor. De la segunda, no. Aunque en los días posteriores, Mejías recibiera una llamada del expresidente de la formación naranja para animarla por su decisión. A ello, habría que sumarle el anuncio de despedida de Marcos de Quinto, el perfil de nuevo político en que siempre había confiado Albert Rivera desde sus inicios en Ciutadans, cuando todavía creía que los partidos tenían que fichar valor a través de headhunters de la política.
Vuelta a la esencia
Excepto Girauta, que llegó de la izquierda al PP a causa del exceso de nacionalismo del PSC de entonces, todos eran de la línea más a la derecha del partido. Sus marchas aclaran el camino ideológico que Inés Arrimadas ya ha elegido para el Ciudadanos del futuro y, de paso, intenta evitar los errores del pasado que les condujo a la pérdida de 47 diputados. Casi tres millones de votos en las últimas elecciones generales.
Bajo la apariencia de mujer delicada, Arrimadas siempre ha tenido las ideas claras. No por mantener un criterio fijo, sino porque sus apuestas son decididas. Este método le resuelve el problema que tiene la política contemporánea: es cambiante a la velocidad del camaleón. Así, de la misma forma que sabe que no hay que fiarse de Sánchez, un político capaz de traicionar sin inmutarse, (esta es la versión de la formación naranja), ha adquirido la suficiente experiencia para entender los momentos.
La actual opción Arrimadas es más parecida al origen del Ciutadans, versión 2006, aunque durara poco. Opción a pactar con liberales, socialdemócratas y democristianos sin problemas, siempre y cuando las propuestas estuvieran en su programa electoral, al menos en parte. Derecha e izquierda.
Pragmatismo de Arrimadas
Y además, Arrimadas es pragmática y ha entendido lo que significa la paciencia. La marcha de Rivera no significó para ella un cambio excesivo de semblante y sólo ha tenido que esperar a que los correveidiles habituales hicieran su trabajo para excitar a unos y soliviantar a otros.
Rivera se fue para volver y con más fuerza. No hay muchas dudas sobre ello. Lleva la política en la sangre desde que fuera un estudiante de COU. Pero probablemente no sopesó la personalidad ordenada y racional de Arrimadas. Nadie ha sido del todo consciente, porque en Cataluña no interesaba ponerlo en valor y en el resto de España lo de esas tierras siempre llega con convulsión y titular sin texto, pero la candidata Arrimadas ha sido la única capaz de superar en diputados en el Parlament de Catalunya en 37 años a la derecha nacionalista. Once elecciones de victorias seguidas en presencia parlamentaria.
Rivera se fue para volver y con más fuerza. No hay muchas dudas sobre ello.
El respaldo de Cs a Pedro Sánchez no es un cheque en blanco. Ni de uno, ni del otro, Los dos líderes se refugian en la idea de que sirve “para salvar vidas”. Esta es una propuesta positiva, de difícil discusión. Pero detrás hay más cosas, y conecta con el planteamiento de primer motor aristotélico con el que nació Ciutadans: dejarse desear. Rivera lo entendió hasta que se vio presidente. Y es que hay tantas series de tv históricas que relatan hechos parecidos.
Los daños colaterales de ese apoyo son relativos. Las dos fuerzas independentistas en el Congreso, sobre todo ERC, ya denuncian la exigencia de romper con la mesa de negociación catalana. Pero PSOE y Esquerra saben que, en estos momentos, la relatividad envuelve ese campo negociador. No es una prioridad hasta que vuelva a serlo. Pero para entonces el Gobierno de España puede que no precise del respaldo de Ciutadans e Inés Arrimadas ya estará en la segunda fase de su estrategia. Recuperar a los votantes que perdieron por el camino. Los centrados a los que Sánchez no les gusta por imprevisible pero intuyen como manejarlo.