¿Alcohol o enoturismo?
Cataluña recibe una cuarta parte de los turistas extranjeros que llegan al Estado, y entre Cataluña y las Baleares, prácticamente a la mitad. Sólo en julio Cataluña recibió 2.422.110 turistas extranjeros, el 25% del total; y de enero a julio llegaron a Cataluña 10.082.516 turistas, más del 23% de todos los que llegaron a España. Esto significa un incremento acumulado en el año del 4,7%.
De hecho, Cataluña cerrará el año con un nuevo récord en número de turistas extranjeros, que pueden llegar a los 18,2 millones; y de ingresos, que dejarán unos 16.200 millones. El francés es el primer mercado extranjero, con un 26%, seguido por el británico, con el 11%. El turismo ruso ha crecido más del 5%. Y el mercado asiático traerá un total de 1,2 millones de turistas en Cataluña. A pesar de representar al 7% de los 17 millones de turistas internacionales, los asiáticos generan el 20% del gasto del turismo extranjero.
Es evidente que Cataluña disfruta de un plus de incremento debido a la inseguridad en otras zonas de tradición turística, pero ya hace tiempo que es estructuralmente un área líder en el Mediterráneo. Esta situación empieza a provocar en los puntos de más carga turística desajustes y conflictos con la población local. Y, lo que hace pocos años era impensable, un cierto replanteamiento por parte de los empresarios de la hostelería, sobre cuál es modelo de cara el futuro.
Este año, por ejemplo, y a pesar de la oposición del Ayuntamiento, se volvió a celebrar el Saloufest. Los jóvenes se alojaron en hoteles de tres estrellas y apartamentos. El viaje y estancia completa costaba entre 260 y 330€ por cuatro noches. Ha sido la decimosexta edición del festival escolar que, con excusas pseudodeportivas, promovía una increíble vida nocturna con acceso a bares con bebidas baratas. La ingesta de alcohol y quizás otras sustancias provocaba escenas de grave incivismo y modas suicidas como el «balconing» que ya ha segado varias vidas en diversos destinos de turismo de masas.
La insolidaridad de algunos empresarios del sector, tanto en el caso de los que en Salou conectaban con Sol Activo Tours y el touroperador Y Love Tour, como los que en Lloret pinchaban la electricidad y el gas de la red pública, agravan la mala imagen que muchas veces tiene este ámbito empresarial en detrimento de los buenos profesionales que dan calidad y gestionan el prestigio del destino.
Finalmente, el Saloufest ha terminado. La presión social ha hecho renunciar a la empresa organizadora. La plaga se trasladará a algún otro lugar mediterráneo con hambre de turistas.
Ahora bien, más vale tarde que nunca. Pero tenemos que recordar que algunas instituciones públicas y patronales de la costa, no hace muchos años, ponían a parir al consejero de turno cuando se atrevía a decir que el turismo de playa- que era y tenía que continuar siendo muy importante- era demasiado de marca blanca. Y que por eso atraía turismo barato y tenía riesgos –que las circunstancias mundiales de momento han aminorado- de competencia fuerte de países emergentes, más baratos, con playas más vírgenes y con más exotismo.
Ahora parece que los responsables actuales de Salou quieren pasar hoja del turismo alcohólico y se centran en buscar al turismo de deporte y ocio de los jubilados, así como en dejarse arrastrar por el motor del complejo Port Aventura y las nuevas instalaciones que nacerán.
Pero aparte del turismo de resort no parece que los dirigentes hagan hincapié en los elementos que pueden impulsar a las playas de la Costa Dorada, que no son otros que los culturales; como pasa en el resto del mundo y tal como recomienda la OMT y la UE en cuanto al turismo sostenible. Turismo cultural en un sentido amplio: paisaje humanizado, patrimonio histórico, patrimonio inmaterial del pasado o vivo, del que forman parte las fiestas populares y la gastronomía.
Haría falta, en cambio, tomar nota positiva del año que la Agencia Catalana de Turismo ha declarado de la gastronomía y el enoturismo, para ponerse en sintonía con las regiones más avanzadas del mundo que mueven millones de usuarios. Y que cuando Barcelona empieza a tener problemas en los barrios por la sobrecarga turística y los efectos negativos sobre los servicios y el coste de la vida de los habitantes, se plantea una política de descomprensión, distribuyendo el turismo hacia el área metropolitana y el interior con la campaña Barcelona es més. Y uno de los vectores de esta desestacionalización y descentralización será el turismo enogastronómico.
La Costa Dorada, con algunos casos de éxito de la última década: Reus con el comercio y Gaudí; y Tarragona con Tarraco y la ciudad vieja, tienen todavía mucho para jugar si es capaz de pensar, no en términos de cantidad, sino de más calidad y más gastos por turista. Cuatro denominaciones de origen vitivinícola, el aceite, los productos del campo y la proximidad del Delta del Ebro. Y todo el patrimonio material del interior. Y especialmente del inmaterial, con una escaso o nulo aprovechamiento, hasta ahora.
Macedonia
¿Cambio de gobierno? Cuando está instalado el Movimiento Nacional, con un Presidente intocable, las remodelaciones y la literatura que generan en la prensa adicta, nos recuerdan a los que tenemos una edad la cantidad de paja periodística producida en el entorno de los nuevos ministros de Franco. Todo consistía en especular si tal o tal eran próximos a López Rodó o a Solís Ruiz. Y si Carrero reforzaba competencias. Todo un déjà vu.