Albiol, un zorro al cuidado del Constitucional
¿Se acuerdan ustedes cuando había asuntos de Estado que se resolvían por consenso? Eran otros tiempos, donde políticos responsables y prudentes concertaban las cuestiones que pretendían que fueran incontestables, renunciando al protagonismo de partido. En derecho, el término «ad hoc» se emplea, sobre todo, para las leyes que no disimulan que van dirigidas contra alguien en vez de ser normas para todos.
El encargado de escenificar la modificación del Tribunal Constitucional que pretende el PP, atentando contra la propia naturaleza de este organismo, añadiéndole más potestad sancionadora, ha sido Xavier García Albiol. No es diputado ni jurista de prestigio, ni siquiera es miembro de la dirección nacional de su partido. ¿Por qué deja Mariano Rajoy en manos de Albiol el anuncio de una reforma de este calado? Sencillamente para poner una cara de «poli malo» y advertir directamente «que se han acabado las bromas» y que a partir de la aprobación urgente y clandestina de la reforma, el Tribunal cumplirá su función contra los secesionistas catalanes.
Un diputado del PSOE evocaba recientemente en Madrid las aristas cercanas a la xenofobia del político catalán al afirmar: «Rajoy ha entregado la custodia del tribunal Constitucional a Albiol, que es lo mismo que encargar a un zorro el cuidado del gallinero».
Vistas las cosas con la cadencia que se han producido, la manera urgente de tramitar esta reforma tiene más trampas. Rafael Hernando, otro «duro» que formó tándem con Albiol en la presentación de la iniciativa, aseguró que se había comunicado al PSOE su presentación en el registro del Congreso, jugando con el equívoco de una posible consulta sobre la modificación de la ley que regula el funcionamiento del Constitucional. Nada más inexacto. Por medio de un email se comunicó a un responsable del PSOE la iniciativa tan solo una hora antes de que fuera formalizada en el registro del Parlamento.
Al margen de otras consideraciones, el atrevimiento partidista de una reforma por vía de urgencia, nada menos que del Tribunal Constitucional, es la munición que necesitaba Artur Mas para denunciar el uso partidista y electoralista del organismo que el garante del respeto de la Constitución y la ley. Por si había dudas, la amenaza explícitamente formulada por Albión en medio de la campaña catalana, las disipa todas.
Todo esto también sucedía el mismo día en que el diario El Mundo aportaba una fotocopia de documentos intervenidos por la Guardia Civil que ponen en evidencia que el tres por ciento practicado presuntamente por CDC en las adjudicaciones de obras públicas, estuvo en uso, por lo menos hasta el año pasado.
En la comparecencia forzada de Artur Mas prevista para el miércoles, el president, que tenía que explicar la corrupción en su partido, podrá realizar fuegos de artificio con la reforma propuesta por el PP, dirigida personalmente contra él.
Las primeras impresiones en fuentes cercanas al Tribunal Constitucional han sido de sorpresa y escándalo por tratar a este organismo, sin ningún disimulo con la utilización partidista que pretende el Partido Popular. Por las primeras reacciones se puede afirmar que una vez más el PP y el Gobierno de Rajoy se van a quedar solos, con su mayoría absoluta, en la tramitación urgente de la reforma.