Alberto Núñez Feijóo ya está en Madrid
Todo parece confabularse para que el tono moderado y conciliador de Feijóo se imponga a la capacidad de resistencia de Pedro Sánchez
Con la dimisión como Presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo desembarca definitivamente en Madrid para lograr ganar las próximas elecciones generales. Tras muchos años siendo considerado una de las mejores opciones para presidir el PP, ahora llega el momento de impulsar a su partido hacia la senda de la moderación y la recuperación de un espacio político que ha sido disputado por Ciudadanos y Vox en las últimas legislaturas.
Las encuestas dan resultados que juegan a favor y ha logrado la estabilidad de su partido en un tiempo récord. El coste político derivado del acuerdo con Vox en Castilla y León no parece reflejarse en las encuestas y todo apunta a una victoria en las próximas elecciones autonómicas en Andalucía, estableciendo un gobierno de coalición con Vox. Poco a poco, el partido de Abascal va asumiendo su rol de partido de gobierno y, poco a poco también, el miedo a Vox va dejando paso a la ilusión de los votantes del PP de ganar de unas nuevas elecciones generales.
El PP navega con el viento favorable del desencanto ciudadano producto de las políticas del gobierno, la crisis económica, la crisis energética, la guerra en Ucrania y las tensiones entre el gobierno de coalición, PSOE / Unidas Podemos, con sus socios de investidura. La suma de todos estos factores debilitan al gobierno y fortalecen al principal partido de la oposición. Todo parece confabularse para que el tono moderado y conciliador de Feijóo se imponga a la capacidad de resistencia de Pedro Sánchez.
Sin embargo, los vientos favorables que impulsan la nave del PP pueden ser insuficientes para lograr su propósito si no logran que su partido tenga mejor posicionamiento electoral en Cataluña y País Vasco. Si el PP no logra llevar a su terreno al PNV, con capacidad de pacto, seduciéndolo con ofertas de mayores competencias e inversiones, será necesario que consiga el voto favorable de los votantes de la España vaciada o que, tras las elecciones, estén dispuestos a pactar con ellos.
Se verá obligado a ganar las elecciones generales y conseguir una significativa distancia de votos y actas de diputados con Vox para dominar el escenario de pactos tras las elecciones. Tendrá que sortear los problemas judiciales por corrupción y su impacto mediático. Se verá obligado a dar más espacio a Isabel Díaz Ayuso sin reducir el espacio de acción de Alberto Núñez Feijóo.
El viento es favorable al PP pero la ruta para alcanzar el puerto no lo es tanto. Los escollos y las corrientes que deberá salvar indican que las debilidades del PP no están en sus líderes sino en cómo se va deslizando el electorado de izquierda a derecha y viceversa. El peligro es que el PP interprete que el desplazamiento de la sociedad española hacia posiciones más conservadoras sólo puede ser representado por su partido, ya que el PSOE también pretende atraer a dichos votantes.
Las próximas elecciones generales no estarán tanto marcadas por la política de bloques, ni orientadas a alarmar sobre el peligro que representan los populismos, tanto en la izquierda como en la derecha, sino en alcanzar a comprender que la mentalidad que impera en los españoles es votar a los partidos que garanticen la estabilidad económica, social y política en España y no a aquellos partidos que se dedican a proclamar una difusa ilusión de cambio.