Albert Rivera y el modelo ‘slim fit’ en Ciudadanos

Ciudadanos ya no es el partido de hace diez años. Ya no se circunscribe a Cataluña. Ha logrado tener una presencia decisiva en la política española, facilitando nada menos que la investidura de Mariano Rajoy. De hecho, sin el apoyo de Ciudadanos, muy probablemente los españoles hubieran votado de nuevo este pasado domingo en unas terceras elecciones generales. El líder de Ciudadanos, de forma indiscutible, ha sido y es Albert Rivera, que, sin embargo, ha comenzado a ser criticado dentro de sus propias filas por dos cuestiones: por la complicada democracia interna –las decisiones las toma un pequeño núcleo que él controla—y por la reorientación ideológica, que va conectada al origen del partido en Cataluña.

Ese cambio, al apostar por un liberalismo progresista, dejando atrás el «socialismo democrático» que instituyó uno de los fundadores, Francesc de Carreras, implica que Ciudadanos buscará una tercera vía en España que, con la experiencia acumulada, siempre ha fracasado.

Igual esta vez es diferente, pero en España la palabra «liberal» se sigue asociando a un espacio ideológico de derecha, que concita un apoyo pequeño. Todo eso lo acabó entendiendo Manuel Fraga –le costó—que bautizó a su partido, para encarar la democracia, como Alianza Popular, y, ya con José María Aznar, como Partido Popular, como una amalgama de socialcristianos, liberales, y conservadores estatalistas.

Rivera ha conseguido algo impensable para su partido. Pero ahora le queda lo más difícil: poner en pie una fuerza política creíble en toda España, que sea útil, y que, además, siga siendo identificable por sus militantes en Cataluña, que consideran que tienen una misión en el mundo: combatir el ideario del nacionalismo, pero no desde la derecha, sino desde el progresismo que se identifica con conceptos como el de ciudadanía, como lleva defendiendo alguien tan querido por esas bases como el filósofo y escritor Fernando Savater.

Esos militantes no quieren grandes resultados electorales, si no sirven para lograr cosas tangibles en determinados ámbitos como el final de la inmersión lingüística, que, para ellos, margina sin ningún tipo de sentido, el castellano en las escuelas catalanas.

Por eso es realmente importante lo que ocurre ahora en Ciudadanos, porque se puede trasladar al debate sobre el significado de la política, sobre para qué se quiere ganar en las contiendas electorales. ¿Para hacer qué? Esa pregunta se la formulan los dirigentes críticos con Rivera cuando se les indica que la cabeza de filas en Cataluña, Inés Arrimadas, puede entrar en un espacio de centro que ha dejado huérfano el nuevo partido, el PDCAT, que sustituye a Convergència Democràtica.

Uno de ellos lo es ya Jordi Cañas, el ex diputado de Ciudadanos en el parlamento catalán, que escribió este fin de semana en su cuenta de twitter todo un mensaje: «El traje a medida que algunos se han diseñado no es más que una burda, vulgar y clásica camisa de fuerza. Eso sí, slim fit». Se trata de todo un dardo contra Rivera, al aludir a sus camisas ajustadas. Pero hay algo más, si atendemos a los estudiosos de un fenómeno que se da en el mundo empresarial.

Lo ha explicado Esteban Hernández, en su libro Nosotros o el caos. Así es la derecha que viene (Deusto). Asegura Hernández que las empresas buscan nuevos perfiles, que están más conectados con los aspectos emocionales que con las cualidades ligadas al conocimiento.

Sostiene que «los slim fit representan a la perfección estas nuevas tendencias. Crean marca, exhiben identidad corporativa y hacen pensar con sus maneras que son los mejores y los más brillantes, y que por tanto, forman parte de una empresa de categoría top. Dan la sensación de ser resolutivos, de saber cómo solucionar problemas, y esa actitud un punto arrogante también puede generar confianza en los clientes. Lo cual es una baza no desdeñable en un mercado, como el actual, marcado por la economía de la persuasión, que pone el acento más en los aspectos simbólicos que en los sustantivos, y donde las posibilidades de éxito pasan por las expectativas que se generan en los clientes».

¿Es todo eso lo que pretendía señalar Jordi Cañas, la idea de ‘aparentar’, de generar ‘expectativas’, sin aportar sustancia?

En cualquier caso, ahora sí, todo eso lo podrá desmentir o no Albert Rivera con su paso adelante con Ciudadanos, que puede comportar un paso atrás en Cataluña.