Las alarmas españolas
Los últimos frenéticos e intensos días han reavivado el debate sobre la corrupción y las posiciones de la izquierda y la derecha al respecto
La confianza
La confianza de los españoles en lo público es muy alta, y es muy baja cuando se habla de los que lo gestionan. La imagen de Esperanza Aguirre declarando que no había nunca hablado, ni visto, ni oído nada en relación a los presuntos casos de corrupción de su equipo más cercano muestra hasta qué punto lo público ha sido tomado por la política buitre. Es como si hubiera habido un golpe de estado de los malos para quedarse con el dinero.
Estos días, se han dicho tantas cosas sobre los males de la corrupción que ya nada nuevo se puede decir que contribuya de forma constructiva a centrar el debate. Una via posible de debate debería orientarse en desvelar el choque entre la España saqueada y la de los saqueadores. La trama, como ahora plantea Podemos, es una idea demasiado elaborada y compleja para abordar un cuestión muy simple: el hecho de que la naturaleza humana es, en sí misma, la trama. Se dice que el tiempo lo cura todo y el olvido premeditado contribuye a ello. El desconsuelo de Esperanza Aguirre, enfatizado con el sollozo, es el primer paso para aceptar el regreso del hijo pródigo, Ignacio González que, como en la obra del Bosco, se mea en la casa de sus padres.
Ahora
El nuevo libro del Comité Invisible, Maintenant, describe la mirada de las izquierdas más radicales al observar este mundo en crisis que denuncian. Es un nuevo aviso a las élites de que su tiempo de abusos, están próximos a su fin, si se consigue que la izquierda radical del mundo deje al margen las disputas. Se trata, como ya hicieron en su anterior libro A nuestros amigos, de hacernos advertir el desmoronamiento de la política tradicional para argumentar la necesidad de un cambio con el fin de conducir a la sociedad hacia el buen gobierno. Un retorno «a un comunismo más fuerte que la metrópoli».
Hay que alertar de los cantos de sirena de la izquierda y derecha radicales
Es preciso expulsar de la ciudad a todos los hijos pródigos holgazanes, que han dilapidado la herencia de la sociedad del bienestar. Frente a esta orientación crítica y radical, la derecha radical predica la misma orientación: acabar con el viejo sistema político pero con orden, con mucho orden y mando. Estos dos extremos han llegado a la misma conclusión: lo que se debe denunciar no es al hijo pródigo sino a todos aquellos ciudadanos / padres que vuelven una y otra vez a aceptar al hijo descarriado, vagabundo y ocioso.
Las alarmas
Conviene alertar de los cantos de sirena de la izquierda y derecha radicales para inclinar la balanza a favor de una ley del talión política. Para ello, los ciudadanos deberían percatarse de que no son ellos los padres que han engendrado estas criaturas de la rapiña. Deberían asumir que la mejor vía no es esperar que tomen el camino correcto del respeto y la honradez sino cerrar definitivamente la puerta para que no vuelvan a entrar. La pregunta que muchos se formularán es cómo hacerlo y la respuesta debemos buscarla en garantizar más recursos públicos para una mejor justicia, profundizar en la separación de poderes para que sea efectiva, y volver al voto pensado frente el voto irritado y furioso. Ya han saltado las alarmas de la política. Lo inteligente no es desconectarla sino dejar que suenen hasta afrontar decididamente nuestros miedos.