Agitación empresarial en Barcelona o la fábula de los virreyes
Hay quien sostiene que el empresariado catalán (el barcelonés, para ser más exacto) es poco activo, demasiado endogámico y poco dado a experimentar.
La propiedad de las compañías de capital catalán acostumbra a ser una referencia de ello y hay un dicho popular que se extiende sobre el colectivo de manera constante: el catalán prefiere tener una gran tienda en el paseo de Gràcia en vez de poseer una participación del 2% en El Corte Inglés.
Sea verdad o no (ya sabemos que todas esas reflexiones son siempre relativas), lo cierto es que ayer fue un día de inusual agitación empresarial en la Ciudad Condal. Por un lado, los empresarios vinculados a la gran patronal Foment del Treball recibieron al rey Felipe VI en el acto de entrega de los galardones que llevan el nombre de Carlos Ferrer Salat, un empresario que en otro tiempo movilizó el asociacionismo empresarial y que fue fundador y primer presidente de la española CEOE.
Foment y Pimec representan el mundo del empresariado local, pero les ha salido competencia: Empresarios de Cataluña, una nueva entidad
También ayer los máximos responsables de Pimec se reunieron con la prensa para pasar balance al año que termina y recordar que quieren incrementar su papel en el ámbito de los servicios empresariales y que estaban dispuestos a intermediar incluso la financiación empresarial.
Son las dos grandes patronales catalanas: la tradicional y más antigua Foment, más pendiente de las empresas de mayor tamaño; y la más pequeña, pero activa Pimec, a quienes sus detractores califican de gestoría en contraposición al papel lobístico que desempeña su hermana mayor.
En cualquier caso, y pese a la existencia de otros pequeños apéndices empresariales que sobreviven sobre todo gracias a las subvenciones públicas y a la necesidad de liderazgo de sus dirigentes (pequeños virreyes en muchos casos), Foment y Pimec son las dos grandes organizaciones que representan el mundo del empresariado local.
Hasta ayer. Les ha salido competencia. Empresarios de Cataluña, una nueva entidad, se presentó en sociedad y explicó, más desacomplejada, que quiere una patronal liberada de las esclavitudes políticas. Sus dirigentes son en su mayoría representantes de pymes y personas descontentas con la actitud contemplativa que Foment y Pimec han tenido en los últimos años con el asunto del soberanismo catalán.
Tanto virrey empieza a ser una especie de condición catalana poco proclamada
Son especialmente críticos con los dirigentes de Pimec, Cecot, Femcat, etcétera, a quienes llaman «palmeros» de Artur Mas. Coinciden algo más con la visión de Foment, pero les parece escaso su arrojo y valentía en términos políticos.
Algo se ha escrito sobre la atomización de la representatividad del empresariado catalán, algo muy propio y particular de esta tierra. Existe un grado de menudeo en ese terreno que tiene poco que ver con los criterios de eficiencia y competitividad que los propios empresarios aplican a cada una de sus sociedades.
Por eso comenzaba diciendo que la fábula de la tienda en el centro de Barcelona o una pequeña participación en un gigante comercial no es ajena a la realidad que vivimos. Muchos defenderán el modelo hablando de pluralidad y representatividad segmentada, pero uno tiene la sensación de que tanto virrey empieza a ser una especie de condición catalana poco proclamada.