África, tras los pasos de Asia

«África acoge, contagia, enamora. Allí la única barrera es psicológica». Así se expresó recientemente Mario Rotllant, consejero delegado de Cobega i ECCBC presente en 12 países del continente. Los cambios se inician y muchos actores y empresas empiezan a ser conscientes de ello. Tasas de crecimiento económico al alza, caída de la hambruna, mejoras en las enfermedades y el caos político. El «Continente sin esperanza» parece preparado para cambiar las tendencias y los indicadores para ocupar su lugar en los próximos años.

África ha crecido más rápido que el Este de Asia y otras regiones en desarrollo, a pesar del efecto dominó de la desaceleración en el hemisferio norte. El crecimiento de la África subsahariana sigue siendo fuerte, el 4,9% en 2011, Con exclusión de Sudáfrica, que representa más de un tercio del PIB de la región, un tercio de los de 50 países que componen el continente alcanzó tasas de crecimiento del 6%. Las economías de rápido crecimiento fueron países ricos en recursos, como Ghana, Mozambique y Nigeria, así como Ruanda y Etiopía.

Después de décadas de abandono, África tiene una oportunidad real para seguir los pasos de Asia. El crecimiento y la inversión se concentran en un grupo relativamente pequeño de 10 países que atrajo más del 70% de los proyectos entre 2003 y 2010. Los inversores están apostando cada vez más en una amplia gama de sectores más allá de los recursos naturales. Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos y China, encabezan la lista de países inversores.

El Banco Mundial dice que el flujo de capitales globales en África subsahariana pasó 8.000 millones de dólares a 48.200 millones en 2011. La inversión extranjera directa, representa del 77% de total de flujos de capital en la región. Este ritmo seguirá hasta 2015 con nuevos proyectos de inversión de 150.000 millones de dólares, lo que equivale a la creación de 350.000 empleos cada año. El crecimiento del PIB se espera en un 5% anual, en parte en la hipótesis de la fuerte demanda y los altos precios de las materias primas.

La llegada de China ha mejorado las infraestructuras y aumentó el sector manufacturero. Otros países como Brasil y Turquía, están siguiendo el ejemplo. África podría entrar en el mercado mundial de la industria ligera y servicios. El comercio transfronterizo, inexistente durante mucho tiempo por la rivalidad política, es cada vez mayor, con la caída de aranceles y barreras.

El crecimiento está impulsando la creación de pymes locales, una nueva clase media emerge, 60 millones de africanos tienen un ingreso de 3.000 dólares al año, y serán 100 millones en 2015. El entusiasmo por la tecnología es evidente: cuenta con de 600 millones de usuarios de teléfonos móviles. Y es la región donde más avanza la banca por SMS.

Las industrias extractivas son un foco importante dado la abundancia de los recursos naturales, pero África tendrá que diversificarse e impulsar otros sectores como el turismo, los productos de consumo y construcción, con el fin de garantizar un crecimiento sostenible.

El optimismo tiene que ser tomado con mucha prudencia, las cosas son todavía muy precarias. La mayoría de los africanos viven con menos de dos dólares al día. La producción de alimentos sigue insuficiente. La esperanza de vida en algunos países es inferior a 50 años.

La hambruna en el Cuerno de África y la sequía en el Sahel son un recordatorio cruel de que África, el continente que menos ha contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero, es probable que sea el más afectado por el cambio climático, lo que produce deforestación y la desertificación. La autocracia, la corrupción y las luchas no van a desaparecer de repente. Pero en un momento oscuro para la economía mundial, el progreso de África es un recordatorio de la promesa de transformación.

África tiene grandes ventajas, una abundancia de recursos naturales y una gran fuerza laboral, además de importante potencial de crecimiento. Entre los desafíos hay escasez de mano de obra cualificada, o el reducido tamaño del mercado para los países individuales y las infraestructuras son un punto débil. Por eso la colaboración público privada es esencial para crear un mercado regional e impulsar medidas para aprovechar al máximo el potencial del continente.

La región necesita grandes reformas económicas y sociales. Los gobiernos deberían ayudar a la creación de empresas y eliminar la burocracia y la corrupción, impulsar nuevas leyes de tierra que permitan desarrollar el sector agrícola y asegurar la autosuficiencia alimentaria y sobre todo, los políticos deben aceptar el juego democrático y la alternancia cuando los votantes lo decidan.

El dividendo demográfico que Asia ha disfrutado está disminuyendo. En África se está empezando. Con 1.000 millones de habitantes, la mitad tiene menos de 18 años. Esto puede ser una ventaja si la economía es próspera, pero si los empleos son escasos, puede conducir a la frustración y la violencia. Si la demografía de África trae un dividendo o un desastre dependerá en gran medida del acierto de sus gobiernos y la colaboración internacional.

Las posibilidades están claras pero el futuro hay que ganarlo para que África sea la gran historia, de la próxima década.