África, el otro sueño de Mandela

Nelson Mandela explicó su deseo: “Sueño con alcanzar la unidad de África, por lo que sus líderes deben combinar sus esfuerzos por resolver los problemas de este continente. Sueño con nuestros vastos desiertos, nuestros bosques, con todos nuestros grandes desiertos”.

Mandela deja a Sudáfrica, la nación más rica y líder del continente,  que se moderniza a marchas forzadas para mejorar las condiciones de vida de su población y para presentarse al mundo como modelo.

Desde Johannesburgo a Juba, de Lagos a Lusaka, el paisaje de África está siendo transformado, impulsado por el petróleo. Financiado por préstamos baratos de China y las remesas de la diáspora.

Es posible que el sueño de Madiba se haga realidad si el continente, en lugar de centrarse en las cuestiones de la identidad y la diferencia –como la raza, la tribu o la religión–, madura y ofrece opciones económicas y unión. Tras las batallas de la liberación del colonialismo y la era de los libertadores, ahora toca impulsar una ideología de crecimiento, concentrarse en el desarrollo y asumir entre todos los actores —es decir, gobiernos, empresas y sociedad– la plena responsabilidad por el destino económico.

África es un continente rico, con el 30% de los recursos naturales y 60% de la tierra cultivable del mundo. Pero poco ha beneficiado a la población de un continente en el que unos 400 millones de personas aún viven por debajo del umbral de pobreza y donde 200 millones habitan en estados frágiles o fallidos. El ingreso medio anual per cápita es de tan sólo 1.000 dólares, pero los patrones de crecimiento varían mucho entre diferentes países.

Más de la mitad de los estados africanos han mejorado su calidad de gobierno, lo que ha llevado a una mejora del clima de negocios, de los servicios básicos y más oportunidades. Esto se ha traducido en un aumento de los niveles de ingresos y en una caída de la pobreza del 51% en 2005 al 39% el año pasado. Ahora, 350 millones de personas ganan entre desde 2 y 20 dólares al día.

En general, el pulso económico de África se ha acelerado infundiendo un nuevo dinamismo. El PIB combinado de las 50 economías africanas aumentó al año el 4,9% entre 2000 y 2008. Más del doble del periodo 1980-1990. La clave no es solo el aumento del nivel de producción y el precio de los productos básicos, sino también, que crecen las telecomunicaciones, la banca y el comercio, la construcción o la entrada de flujos de capital. El continente se encuentra entre las regiones de mayor crecimiento.

Pero hay que tener mucha prudencia. África tiene graves problemas, como la pobreza, la enfermedad, la mortalidad infantil, los conflictos étnicos y religiosos así como algunas dictaduras corruptas. Y sin embargo, el desastre ya no es homogéneo y está siendo desafiado por muchas empresas internacionales, inversores, economistas y académicos.

Factores como la democratización, las reformas, la riqueza del petróleo y los recursos naturales, o el incremento en los niveles de educación y alfabetización y una urbanización en expansión han llevado las tasas de crecimiento económico de África a niveles récord en la última década. Pero este crecimiento económico no se ha traducido en la creación de puestos de trabajo necesarios para los jóvenes del continente.

Un factor importante es la demografía: con 1.000 millones de habitantes, la mitad menores de 18 años, puede ser un dividendo o un desastre dependiendo en gran medida del acierto de sus gobiernos y la colaboración internacional.
En 2050, a este ritmo, la población llegará a 2.000 millones, y habrá superado a la de la India y China. Como resultado una persona de cada cinco en el mundo será africano, también uno de cada cuatro trabajadores. Proporcionar las condiciones para crear empleo es un imperativo continental. Hoy, ocho de cada 10 africanos son trabajadores por cuenta propia.

El continente, también tiene otra gran ventaja: puede dar un salto tecnológico evitando muchas etapas que los países desarrollados tuvieron que hacer. Si hay una cosa que los expertos de la economía mundial están de acuerdo , es que África presentará una de las mayores oportunidades de crecimiento en el mundo en los próximos años.

Pero la región es vulnerable especialmente a la crisis económica internacional, sobre todo de Europa, uno de sus principales socios. Y entre los desafíos domésticos, la corrupción, los conflictos o el cambio climático. El mayor reto de todos sigue siendo la brecha entre los que favorecen el modelo distributivo de crecimiento o los del modelo basado en la iniciativa empresarial y en que el gobierno regule o cree un entorno propicio.

Lo importante es que los gobiernos del continente deben tener una visión rigurosa de cómo crecer de y cómo se utiliza el crecimiento en beneficio de sus poblaciones. No en beneficio de una pequeña elite. Con este enfoque, África puede mostrar, como lo hicieron otras regiones, que en el desarrollo nada es inevitable. Incluso puede cumplir el otro sueño de Mandela.