Afinidades forzadas
El encuentro debe permitir a ERC poder comprometerse con el Gobierno español y darle su apoyo parlamentario durante los próximos meses. Este es el principal objetivo de la reunión y no otro
El encuentro entre Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España y Pere Aragonès, presidente de la Generalitat de Cataluña, tiene como objetivo reiniciar el diálogo al más alto nivel institucional. El encuentro debe permitir a Esquerra Republicana de Cataluña poder comprometerse con el Gobierno español y darle su apoyo parlamentario durante los próximos meses. Este es el principal objetivo de la reunión y no otro.
Aspectos como poner fin a la judicialización del conflicto garantizando la seguridad jurídica, el rechazo a la persecución o la criminalización de las diversas opciones políticas, impulsar la mesa de diálogo y negociación o garantizar que no vuelvan a producirse escuchas ilegales a personalidades del independentismo, si bien son cuestiones importantes, no lo son tanto como garantizar que el gobierno cuente con el apoyo de ERC para los próximos meses, prioridad esencial para una adecuada gestión de la crisis económica y garantizar expectativas electorales para afrontar las elecciones municipales y las generales.
La reunión fue solicitada por Aragonès como condición previa para restablecer la vía de diálogo con el Gobierno español tras el escándalo de las escuchas ilegales de Pegasus; pero el contexto en que se produce el encuentro está marcado por la difícil situación económica, la guerra en Ucrania (lo que representa un aumento del presupuesto de defensa del gobierno español) y la victoria del PP en Andalucía han debilitado a Pedro Sánchez.
Ahora, en este marco que ha inmerso al país en escenarios de crisis, las iniciativas del PSOE precisan del apoyo de ERC para no quedar frenadas o muy matizadas en el Congreso de los Diputados. El entendimiento entre PSOE y ERC se centra en la coincidencia estratégica de las dos formaciones; ambas quieren evitar que el PP llegue a gobernar España porque la victoria de la derecha dejaría sin efecto que el PSOE siguiera gobernando y, en consecuencia, el independentismo, liderado por ERC, perdería toda opción de llegar a un acuerdo político con el Estado.
Ambas formaciones son conscientes de que la división, el ruido y los reproches solo benefician a la vía moderada que propone el PP para España. Si antes el conflicto entre el Gobierno español y el Gobierno de la Generalitat daba como resultado beneficios electorales, ahora, tras las elecciones andaluzas, dicho conflicto solo resta credibilidad a los proyectos de ambas formaciones. Esta afinidad forzada entre ambos gobiernos es prioritaria y tiene como objeto evitar mensajes de enfrentamiento que provocan desconcierto a los electores y que éstos se apresuren a aceptar que el tiempo de las victorias de la izquierda ha acabado.