Afganistán, derrota a medias

A diferencia de lo sucedido en Vietnam, EEUU y sus aliados han conseguido algunos logros de esta extensa campaña militar

Henry Kissinger teorizó sobre el Vietnam aduciendo que si la insurgencia triunfaba todo el sudeste asiático caería en manos del comunismo. Su justificación de una tan larga guerra se demostró fallida. Sin embargo, nunca sabremos si la predicción se hubiera cumplido de haber facilitado que el país entero cayera en manos de Ho Chi Minh a modo de paseo triunfal.

Como antes la de Corea, la guerra del Vietnam perseguía fijar las fronteras de Occidente allí donde surgía la amenaza de retroceder. Si el objetivo era evitar el triunfo del Vietcong, y afianzar un poder pro americano en el sur del país, el fracaso es evidente.

Pero ya no lo es tanto si consideramos que aquella dura y larga guerra contribuyó a que la considerada mancha comunista se extendiera por toda la antigua Indochina. Salvo el dantesco episodio de matanzas en la Camboya de los Khmer rojos, que consiguieron el poder gracias a la ayuda de Vietnam, Laos, Birmania y Tailandia quedaron, por así decirlo aunque entonces nos pesara, de nuestro lado. Incluso Vietnam es ahora un país amigo con el que hacer negocios y al que viajar sin sobresaltos.

Un futuro de prosperidad es algo que no cabe esperar en Afganistán. El objetivo de la invasión y la guerra contra quienes Norteamérica había ayudado antes a enfrentarse a los soviéticos era doble. Por un lado, evitar que el terrorismo islamista consolidara un santuario des del que operar y en el que refugiarse y organizar sus criminales acciones.

El otro, al igual que en Irak, consistía en favorecer un régimen amigo que, mediante un enfrentamiento civil, contuviera al enemigo al tiempo que se organizaba como poder que comparta algunos valores comunes en Occidente con apariencias más o menos democráticas.

Si eso es así, de lo que caben pocas dudas, debe concluirse que, a diferencia de lo ocurrido en Vietnam, los Estados Unidos y sus aliados han sido derrotados a medias: el primer objetivo está conseguido; el segundo, no.

A diferencia de lo ocurrido en Vietnam, los Estados Unidos y sus aliados han sido derrotados a medias: el primer objetivo está conseguido; el segundo, no

Una vez concluida la repatriación de los occidentales y la de algunos de sus colaboradores locales, no todos ni mucho menos, la represión ya iniciada por los talibanes se convertirá en masacre. El país entero deberá soportar, después de una guerra interminable, uno de los regímenes más represores e intolerantes del mundo, tal vez sólo comparable a Corea del Norte.

Esa es la doctrina y ese es el mensaje. Mientras no constituyan una amenaza para la estabilidad occidental, unos mediante el terrorismo, otros con su poder nuclear, los dictadores del mundo disponen de carta blanca para cometer tantas atrocidades como les plazca en sus respectivos países.

Mientras no constituyan una amenaza para la estabilidad occidental, unos mediante el terrorismo, otros con su poder nuclear, los dictadores del mundo disponen de carta blanca para cometer tantas atrocidades como les plazca

Así en África como en Asia. Así en Egipto como en Siria, así en Nicaragua como en Venezuela, Haití o incluso Cuba. No es cuestión de orgullo, no es cuestión de principios. No es cuestión de valores. Hemos aprendido que la democracia y las libertades son para quienes saben ganárselas y mantenerlas. Ahora ya sabemos que la democracia no se impone.

De modo que volvemos a lo de siempre, que es la primacía de los intereses sobre cualquier otra consideración. Como en el régimen de Pol Pot, los talibanes masacrarán a todo sospechoso de contaminación con Occidente. Tal vez no nos enteremos, pero la represión será masiva y salvaje. Y lo peor de todo, imparable.

Por si fuera poco, los talibanes afianzarán su poder gracias a China, que les comprará las valiosas materias primas que se hallan bajo sus montañas, lo único que posee el país además del cultivo del opio. Y ello a cambio asimismo, como en Occidente, de no meterse en nada más allá de sus fronteras, aunque les duela la represión china sobre sus correligionarios.

La prueba del algodón sobre lo dicho se evidencia en la escasísima duración del caos en el aeropuerto de Kabul. Muy mala imagen. Eso no conviene. Pues nada, llévense a sus extranjeros y a los principales empleados locales sin más sobresaltos. Del resto no quedará ni rastro, pero a ustedes no les importa.

Así son las cosas. Si en el mundo no hay más guerras es porque quienes podrían promoverlas consideran que el precio es demasiado alto y saldrían perjudicados. Si en el mundo no hay más áreas de paz y libertad es por lo mismo. El buenismo se ha convertido en un cuento de terror.

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