Jéssica Albiach y Colón
La líder de los comunes se lanzó a hacer la propuesta con el mismo rigor histórico empleado por su “jefa” [Ada Colau] a propósito del Almirante Cervera
Año tras año, cuando se aproxima el 12 de octubre, aflora el sonsonete del supuesto genocidio de los pueblos indígenas americanos por parte de la colonización española. Poco importa que los fundamentos de la Leyenda Negra, en los que se basa ese aserto, hayan sido sometidos a revisión por historiadores propios y extraños. Lo que priva es la papanatería de lo políticamente correcto, que no es otra cosa que reafirmarse en la referida interpretación. Y ay del “negacionista” que ose disentir de ella, porque será expulsado a las tinieblas exteriores.
Pues bien, este año la cosa se ha avanzado, gracias a que la diputada comunera Jéssica Albiach se ha despachado pidiendo la demolición del monumento a Cristóbal Colón que, desde hace casi 150 años, da la bienvenida a quien llega por mar a Barcelona. A la señora Albiach parece que se le encendió la lucecita a raíz del más que probable homicidio de que fue objeto George Floyd.
Y se lanzó a hacer la propuesta con el mismo rigor histórico empleado por su “jefa” a propósito del Almirante Cervera. Dado su conocido coqueteo con el nacionalismo, eligió el rotativo “Ara”, confiando quizá en ganar puntos, pero ¡ojo! porque el “Institut Nova Història” no va a permitir así como así que se insulte a un ilustre catalán como fue Cristòfol Colom.
Posteriormente la “jefa” (me estoy refiriendo por supuesto a Ada Colau) salió al quite. Debió pensar que después del “desliz” de su otra acólita, Janet Sanz, a propósito de lo que hacer con la industria del automóvil, el horno no estaba para bollos. Así que ha propuesto “contextualizar” el monumento del “Portal de la Pau” mediante una placa. Ante esa propuesta me surgen dos dudas, en parte temores: ¿Va a redactar el texto de la placa la propia alcaldesa, haciendo gala de su erudición histórica, por todos conocida y celebrada? ¿Será la lectura del texto de la placa de obligada lectura para cualquiera que pretenda visitar el monumento?.
Falta de rigor histórico
Entendámonos, no se trata de celebrar el digamos descubrimiento del Nuevo Mundo según la óptica del “Día de la Raza” franquista. Aunque en realidad, y todo hay que decirlo, el origen de la celebración y el calificativo nada tienen que ver con el franquismo. A mi conocimiento, el primer país en declarar el 12 de octubre fiesta nacional fue Argentina, por decisión del presidente radical Hipólito Yrigoyen, en 1917.
En cualquier caso asociar colonización y genocidio, como hace Jéssica Albiach, no solo es totalmente inapropiado, sino que evidencia una incapacidad total de análisis, tanto social como histórico. Ocurre pero que por parte de una “izquierda” encallada en el populismo, se prefiere funcionar a base de frases hechas, más que de conceptos. Alternativamente, mi “negacionismo” no es ideológico, sino conceptual.
Por parte de una “izquierda” encallada en el populismo, se prefiere funcionar a base de frases hechas, más que de conceptos
En un intento de hacer frente al simplismo de Albiach y asociados, quisiera ayudarles modestamente a discriminar entre colonización y genocidio: un proceso de colonización pretende sacar el máximo provecho de los recursos naturales y humanos del territorio colonizado; no exterminar la población y quedarse consecuentemente sin mano de obra. Tal es así que, hasta donde yo llego, se han producido muy pocos casos de genocidio por parte de las metrópolis.
En la situación concreta de los países latinoamericanos, si algo se ajusta a lo que modernamente conocemos por tal, es lo que llevó a cabo después de la independencia la oligarquía criolla, la gran beneficiada de aquella. Era el momento en que la población indígena estorbaba para la radicación de las grandes masas de inmigrantes europeos. Argentina, pero también EEUU, serían ejemplos. La señora Albiach se podría documentar, si lo tiene a bien, con una obra muy reciente: “Malditos libertadores. Historia del subdesarrollo latinoamericano” de Augusto Zamora R.
Por supuesto que la colonización, ni en América, ni en ningún otro sitio, fue un “lecho de rosas”, para utilizar la frase que Rubén Darío le atribuye a Guatemocín (Cuauhtémoc) durante su tormento. El colonialismo ha sido una de las lacras de la Humanidad y ha afectado, en mayor o menor medida, a todos los continentes. Ahora bien, en términos generales ha tenido lugar como una especie de fatalidad histórica, en la que pueblos de desarrollo tecnológico o social atrasado, son sometidos por otros que han alcanzado en esos ámbitos un nivel superior.
Eso ocurrió ya en Europa. Ejemplos son la expansión anglosajona, y luego normanda, en el espacio celta, o la germánica en el este europeo. Es decir, lo que hicieron diversos países europeos, y no solo España, fue exportar el modelo sobre el que se había construido Europa a otros continentes. Pero el modelo existía ya originariamente en África y América, porque ¿cómo, si no es así, sojuzgando otros pueblos, se construyeron imperios como el azteca o el inca? Lo mismo podríamos decir de los estados existentes en África antes de la colonización, que además obtuvieron en muchos casos pingües beneficios vendiendo a sus hermanos de raza a los esclavistas europeos o americanos.
En plena situación postpandemia, con la amenaza de una crisis económica quizá sin precedentes, que puede generar un drama humano imprevisible en las capas más desfavorecidas de la ciudadanía, Jéssica Albiach considera que lo más importante son sus digresiones sobre Colón y su monumento. ¿Será por eso por lo que se autodenomina esa supuesta izquierda como “transformadora”?