Adolf Todó, de Sant Benet al paro

El primer ejecutivo de CatalunyaCaixa -una dilogía desafortunada de Caixa Catalunya- estaba en capilla desde su entrada en el Frob.

Adolf Todó nunca pudo con el agujero patrimonial heredado de la antigua caja de fundación pública (fue propiedad de la Diputación de Barcelona), feudo de socialistas menguantes y de sindicalistas rampantes; dominada por la Academia en tiempos de Joan Sureda y de su seguidor, Antoni Serra Ramoneda, el profesor lánguido quien podría haber protagonizado el Septiembre del decano; y gestionada sucesivamente por el brillo luciferino de Joan Bilbao, la precariedad intelectual de Francesc Costabella y el aventurismo de Josep Maria Loza.

Todó nuca pudo con los 5.000 millones heredados del pasado
(la infamante aseguradora MNA). No solamente no pudo, sino que los amplió. Engrandeció el despropósito llevado en volandas por quienes aplaudían, desde dentro y desde fuera, su gestión imperdonable.

Tampoco dijo la verdad. Cuando conoció la magnitud de la tragedia, tragó. Venía de Caixa Manresa, un carril monótono de cuentas corrientes y depósitos saneados (saneados por sus vecinos, los ahorradores manresanos, los sabios botiguers del Bages, los herederos impropios del vapor y las indianas, desparramados sobre la cuenca del Ter). Venía del pasivo y su trayectoria alcanzó el corazón del activo, allí donde reinan la morosidad y el desconcierto. Llegaba de la Catalunya endins y mordió el polvo a pocos metros del pantanal deportivo, que festonea el puerto de Barcelona, la metrópoli.

No levantó su última fundación. Tuvo que conformarse con las mieles del pasado; ser el hombre de Món Sant Benet, el promontorio montserratino, cita anual de cátedras de liderazgo y de veteranos de la política, que hacen un alto reflexivo en el camino.

Todó conoce la casuística, ha vivido entre soldados de San Ignacio; mil veces glosó la Cueva del fundador de la Compañía de Jesús (cercana a Manresa), pero al fin le pudo la vanidad. Hoy va camino de un descanso forzoso, bajo la égida errática del Banco de España, un supervisor riguroso a fuer de perezoso.