Adiós a la gestoría
A los diputados de CiU en Madrid hace muchos años que se les conoce en Barcelona como la gestoría. El sobrenombre viene dado por la visión instrumental que durante años tuvo el grupo parlamentario Minoría Catalana para los poderes económicos y políticos de Barcelona.
El primer titular de la gestoría fue Miquel Roca. Le siguió su discípulo Francesc Homs (no confundir con el actual consejero de Presidencia, sino con el ex de Economía) y, después, llegaron los hombres de Unió Democràtica de Catalunya: Josep Antoni Duran Lleida y Josep Sánchez Llibre.
El primero controla las grandes cuestiones políticas y TVE. Son los dos ejes que le importan y por los cuales es capaz de perder algún minuto de su agenda. El caso de Sánchez Llibre es especial, se trata del gestor, de gestoría, más audaz e intrépido de los últimos años. Sus puertas están todas abiertas en el Ibex 35 y ante la prensa catalana. Su juego es sencillo: trabaja para que el Congreso madrileño sea capaz de poner en negro sobre blanco las leyes y normativas que interesan a las compañías catalanas.
Pero todo ha cambiado. Desde que su jefe supremo, el presidente Artur Mas, tiró adelante con el proyecto soberanista nada es igual. La gestoría no tiene ya entrada en el poder mesetario y su servicio es inútil o próximo a cero. Le siguen abriendo las puertas del Banco de España, donde le conocen hasta los guardias civiles de servicio, pero ya no llega a las plantas nobles.
Sánchez Llibre, un hombre poliédrico en todos los aspectos de la vida, sigue buscando acomodo en el Puente Aéreo o en algunas antiguas amistades del Ibex 35, pero ya no es el costalero que paseaba a cualquier santo ante la parroquia española. Cataluña ya no manda en Madrid y sus representantes son meros comparsas de un partido descompuesto y peligroso para el conjunto del estado. La gestoría, por tanto, está cerrando sus puertas.