Adenauer, De Gasperi, Monnet y Schuman eran, sin duda, catalanes
El Cercle d’Història de Catalunya y un tal Víctor Cucurull pueden tener a gala ser los precursores mundiales de las ‘fake news’. Deberían reivindicar sin rubor la paternidad de la postverdad.
El primero de sus grandes éxitos fue afirmar, y quedarse tan anchos, que Cristóbal Colón era catalán y que las carabelas y la nao no salieron de Palos, sino de Pals.
Lo aderezaron con otras informaciones clave como que Teresa de Ávila nunca estuvo allí, sino que fue abadesa de Pedralbes. Miguel de Cervantes, cómo no, también fue catalán. Los tartessos jamás estuvieron en Cádiz, sino en Tortosa. Y Carlos V no se retiró en Yuste –aquello era un estercolero y no una cuna de conquistadores, sino en la Murtra, en Badalona. Para sentir tanto odio como sienten hacia España y lo español, no dejan de ser chocantes las ganas de apropiarse, en exclusiva, de la historia común.
El montón de sandeces que acabo de escribir no son mentira. Han sido afirmaciones realizadas en sesiones de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y no responden a la alucinación puntual de alguien desequilibrado y, por tanto, merecedor de compasión, sino que es parte de una estrategia de reinvención de la verdad impulsada de forma pre-meditada desde el poder nacional-in-dependentista que gobierna Cataluña desde 1980. Trumpismo en estado puro, avanzado a su tiempo.
Esta postverdad convertida en verdad incontestable se inoculó, en mayor o menor medida, en todos los catalanes y hoy resulta muy útil al separatismo para mantener a parte de la sociedad catalana en un nivel de autoexigencia asombrosamente bajo y muchas veces vergonzante. La máxima demostración del éxito de esta estrategia se pone de manifiesto en que el 99,9% de los catalanes asumimos que Cataluña era la parte más europea y civilizada de España. Visto en perspectiva, era una de las afirmaciones donde germinaba la semilla del actual supremacismo independentista.
No se llegó al extremo de que nos dijeran que los padres de Europa –Charles de Gaulle, Wiston Churchill o Konrad Adenauer– no eran originarios de Colombey les Deux Églises, Blenheim o Rhondorf, sino de Rupit, Taradell y Calaf. Pero sólo porque no se les ocurrió semejante majadería. Si no, sin duda, lo hubieran afirmado. No obstante, la historia de Europa, según ellos, no se entiende sin la providencial aportación de Wifredo el Velloso (Guifré el Pilós) al imperio Carolingio.
En ese estado de alucinación colectiva llegó el “procés”. Y ahí, en el marco de estas convicciones de superioridad natural de los catalanes y de centralidad ptolemaica de Cataluña en el mundo, fue cuando Artur Mas pronosticó en 2015 que las empresas harían cola por venir a la Cataluña independiente y Carles Puigdemont auguró en 2016 que Cataluña alcanzaría la independencia sin acuerdo con el Gobierno de España por-que la realpolitik se impondría y todas las cancillerías manifestarían su reconocimiento. Nada de eso sucedió, pero no hemos aprendido nada. La postverdad, simplemente la mentira, se sigue promoviendo desde el gobierno independentista de forma sistemática, destacando las mentiras que se vierten en relación a la posición de Cataluña en Europa.
¿Por qué? Centrémonos en dos aspectos: el político y el judicial.
En el ámbito político, la nueva falacia es la de la creación del Consell de la República, previa apuesta de diez euros a la manera de Bet365 o Sportium, que tiene, según sus promotores, la misión de la promoción internacional del “procés”. Pues podemos afirmar con un 100% de certidumbre que todos los incautos que han apostado diez euros a la internacionalización, que, al parecer, son más de 25.000 al cierre de esta edición de mEDium, van a perderlos íntegramente. En realidad, el Consell de la República es una estafa piramidal en toda regla promovida desde la Generalitat.
En noviembre supimos que las tres grandes familias políticas europeas proclamaron candidatos a la presidencia de la Comisión que, en todos los casos, defendieron posturas claras y públicas en relación a Cataluña. Los socialistas lanzaron la candidatura del vicepresidente de la Comisión, Frans Timmer-mans, autor de la frase, en relación a los independentistas, “se puede protestar contra la ley pero no ignorarla”.
En el campo liberal, Albert Rivera cerró un acuerdo con Emmanuel Macron, autor de la frase “solo tengo un socio y amigo que es España”. La previa a este congreso liberal europeo, celebrado en Madrid, fue la expulsión del eurodiputado de la antigua Convergència Ramon Tremosa del grupo liberal europeo ALDE argumentando la corrupción de los neo-convergentes y sus posiciones independentistas incompatibles con los principios inspiradores de la Unión Europea.
Finalmente, los populares proclamaron a Manfred Weber, un alemán promovido por Angela Merkel que compartió en público la posición de Mariano Rajoy. El segundo naufragio de la postverdad independentista en Europa es el judicial. La máquina interna e internacional de descrédito de la justicia en España promovida por el separatismo es, actualmente, su principal foco de actuación. En esta nueva batalla del separatismo no solo contra España sino, especialmente, contra la verdad, los próceres separatistas no tuvieron inconveniente alguno en abrazarse a Arnadlo Otegi –por cierto, la eurodiputada del PNV se quedó en el grupo liberal sin hacer gesto de solidaridad alguna con su ex colega– para seguir con su campaña de difamación.
No hay duda de que la campaña de distorsión de la realidad caló en la parte de la sociedad catalana más predispuesta a creer que los niños vienen de París y ahora todas sus esperanzas se basan en la desautorización de Estrasburgo, que llegará, según ellos, sin duda alguna.
El nuevo mantra fake es que la justicia europea resolverá la injusticia obviando que ningún país ni tribunal del mundo ha roto una sola lanza por los políticos enjuicia-dos por la comisión de presuntos delitos en ejercicio de su cargo. La campaña se llevó a cabo pasando por encima de lo que han dicho los tribunales alemanes que manifestaron una “confianza ilimitada” en la justicia española.
Todo ello sucedió además en un creciente ambiente eurofóbico del independentismo que nos conducirá a una campaña europea donde las cosas que verterán Vox y los candidatos separatistas al Parlamento europeo sobre la Unión Europea serán casi idénticas.
¿Pero qué importa la verdad si llevamos medio siglo inventándonosla? ¿Espejito, espejito: quiénes somos los terrícolas más maravillosos del mundo? “Los catalanes somos capaces de hacer cosas que nadie más en el mundo es capaz de hacer”, dijo Xavier Vendrell, ex consejero de la Generalitat y ex miembro de la banda terrorista Terra Lliure en el programa ‘FAQS’ de TV3 el 27 de octubre de 2018.