Ada Colau y la monja enana  

Bien puede decirse que Ada Colau es una discípula del político italiano Marco Pannella

Con el título La monja enana, el grupo Estudiantes Radicales, de la Universidad de Barcelona –entre ellos Ada Colau-, se dio a conocer al mundo universitario y a sus asimilados en los años 90 del siglo pasado. 

La izquierda apóstata   

Al parecer, el título de la revista obedece al Amarcord de Fellini. Un film en que un perturbado, desde un árbol, grita desesperadamente ¡Voglio una dona! ¡Voglio una dona! Finalmente –ni la familia ni el alcalde consiguen que el perturbado descienda-, una monja enana aparece en la escena y, con el auxilio de una escalera, consigue que el perturbado ponga los pies en el suelo. Según los críticos cinematográficos, la monja sería un personaje indispensable del mediterráneo de los primeros años de la segunda mitad del siglo XX. Al respecto, el personaje admite muchas interpretaciones que “justificarían” el título de la revista de los Estudiantes Radicales.   

En cualquier caso, el número 2 (primavera 1995) de La monja enana, del Moviment de Crítica Radical –artículos sobre la izquierda, el sexo, el nacimiento de la ideología fascista y un texto de María Zambrano- abre con la siguiente plegaria de E.M. Cioran: “Señor, dame la facultad de no rezar jamás, líbrame de la insania de toda adoración, aleja de mí esa tentación de amor que me entregaría para siempre a Ti… estúpida omnipotencia… mis noches tiranizadas con Tu luz…tus manos que  se ensuciaron para siempre al modelar la tierra”.  

El texto del filósofo rumano instalado en París es interesante, porque completa el corpus ideológico de los Estudiantes Radicales y del Moviment de Crítica Radical, Ada Colau incluida. ¿La Ada Colau de entonces? Radical y antifascista. También, promotora de la apostasía. No es una boutade -o quizá sí- si tenemos en cuenta que los Estudiantes Radicales impulsaron campañas en pro de la apostasía. Ya se sabe que, como dijo el clásico, “la religión es el opio del pueblo”.  

Esa self made woman llamada Ada Colau         

Dejando a un lado los detalles –a fin de cuentas, ¿qué radical no es antifascista y apóstata?-, ¿quién es Ada Colau?  

Según el perfil del Ayuntamiento de Barcelona y alguna declaración o artículo de la alcaldesa, Ada Colau es una self made woman. Veamos: tiene estudios inacabados –“me quedé a 30 créditos de la licenciatura, en casa no había dinero y pronto tuve que buscarme la vida”, dice- de Filosofía –según otras fuentes, decidió abandonar la universidad motu proprio-, se dedicó al teatro y al activismo, estuvo/está vinculada al movimiento okupa, dirigió la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), pertenece al Observatorio DESC (Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y es la cabeza visible de Barcelona en Comú.  

GRAFCAT8813. BARCELONA (ESPAÑA), 16/06/2022.- La alcaldesa de Barcelona Ada Colau (c) junto a otros asistentes al festival Sónar, este jueves en Barcelona, la primera jornada de un festival que acogerá un total de 117 actuaciones repartidas en 12 escenarios, a las que hay que sumar las mas de 60 actividades del congreso paralelo de ciencia, tecnología y creatividad Sónar+. EFE/Alejandro García
La alcaldesa de Barcelona Ada Colau. EFE/Alejandro García

De nuevo, ¿quién es Ada Colau? El perfil oficial del Ayuntamiento: “prioriza la lucha contra las desigualdades, impulsa modelos más sostenibles de ciudad, defiende el derecho a la vivienda digna y una ciudad más participativa”. Y, por si ustedes lo dudaban, “vive en el mismo piso en que vivía antes de ser alcaldesa”.        

Marco Pannella y Ada Colau  

Ada Colau es más de lo que afirma el perfil oficial del Ayuntamiento de Barcelona. Bien puede decirse que Ada Colau es una discípula del político italiano Marco Pannella. No es una casualidad que –vuelvo al inicio de estas líneas- Ada Colau perteneciera al grupo Estudiantes Radicales. Ahí entra en juego el Marco Pannella –político y periodista- que fue uno de los promotores (1955) del Partito Radicale que reivindicaba una sociedad socialista libertaria, la lucha contra el autoritarismo y la explotación capitalista, y la batalla contra la opresión clerical. Vale decir que los radicales italianos practican la no violencia y no están exentos de un cierto aire liberal, aunque se definan como socialistas, laicos y libertarios.   

El tutti frutti radical  

Marco Pannella nos dejó un importante legado textual. Los radicales: “amo a los objetores, los fuera de la ley del matrimonio, los melenudos subproletarios o anfetaminizados, los libertarios, las feministas, los homosexuales, los burgueses como yo, los cantos anarquistas” y “estoy en contra de toda bomba, de todo ejército, de todo fusil, de cualquier tipo de Estado”. Sigue: “creo en la palabra que se escucha y se dice, en los relatos que se hacen en la cocina, en la cama, por la calle, en el trabajo, en el diálogo, en las caricias, en los abrazos” (los textos de Marco Pannella se encuentran en el libro La alternativa radical de M. Pannella y otros, con un Estudio preliminar de Manuel Perez Ledesma, 1981). 

Más allá de la autodefinición que nos brinda Marco Pannella –el texto antes citado proviene de un artículo titulado La fantasía como necesidad, 1975-, los radicales se distinguieron por fomentar una tercera vía, entre la democracia cristiana y el comunismo, y apoyar y ser la voz de feministas, homosexuales, antimilitaristas y abortistas. También, del movimiento underground y los partidarios de una ley sobre la droga. Y, por supuesto, no a la OTAN y desmilitarización de la policía, denuncia unilateral del Concordato con el Vaticano, confiscación de los bienes eclesiásticos y “afirmación de una conciencia sexual laica y libertaria”.     

Todo ello, con métodos y formas distintas de hacer política que combinan la acción directa –destacan los proyectos de iniciativa popular y los referéndums abrogativos- con la política tradicional en el marco de un partido “abierto”, “federativo”, “libertario” y “desacralizado” que huye del “partido-iglesia”. Una suerte de “partido del movimiento”.    

El radicalismo populista  

Un radicalismo –populismo, diríamos hoy- que, por aquel entonces –los años 70 del pasado siglo- se erigía en la otra cara del PCI hegemónico entre las clases populares. El detalle que retener: mientas que los comunistas se dirigían a los partidos, los sindicatos o los movimientos sociales; mientras que el PCI hacía eso, el Partido radical se dirigía sin ninguna mediación al ciudadano.      

GRAFCVA8568. VALENCIA, 22/09/2022.-La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, intervienen en el debate "ciudades que miran a un futuro en verde" en el escenario instalado en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia donde se celebra el 10 aniversario de elDiario.es.EFE/ Biel Aliño
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. EFE/ Biel Aliño

Por aquel entonces, una encuesta sobre los afiliados del PR concluyó que en el partido había escasa presencia de trabajadores y miembros de la pequeña burguesía y predominio de estudiantes, funcionarios públicos, profesores de Enseñanza Media y universitaria y profesionales liberales. Cosa que permitió definir el PR como un “movimiento político urbano, juvenil, medio-alto burgués”, cuya base social se encontraba en “aquellos segmentos juveniles del tejido urbano con un alto nivel de instrucción y procedentes de la clase media-alta”.  

De los Abruzos a Cataluña 

Ustedes juzgarán –especialmente quienes vivan en Barcelona- si Ada Colau encaja, hoy, en el prototipo del radicalismo italiano clásico. Con las adaptaciones que convenga, claro está. En cualquier caso, hay que recordar que, en ningún momento, Marco Pannella, que nació en Téramo, firmó un Acuerdo social por la amnistía y la autodeterminación en los Abruzos. Ada Colau –Barcelona en Comú- sí lo ha hecho. Por Cataluña, por supuesto. ¡Voglio amnistia! ¡Voglio autodeterminazione! Quizá la monja enana, con su escalera, debería salir de nuevo a escena para ayudar a Ada Colau a volver poner los pies en el suelo. Aunque, se acerquen elecciones.