Acaba el estado de alarma, pero empieza el drama de la crisis
El fin del estado de alarma no significa que la pesadilla haya acabado: es ahora cuando los efectos de la crisis económica empezarán a emerger
La “nueva normalidad” será muy diferente a la que existía antes del estallido de la pandemia. Mientras no se encuentre una cura al coronavirus, la vida de los españoles estará marcada por el distanciamiento social y las medidas de prevención, junto a una particular dinámica de confinamiento y desconfinamiento en función de cómo evolucionen los contagios.
Ahora que el país ha salido del estado de alarma, uno de los más estrictos y prolongados del mundo, buena parte de la población piensa que lo peor ha pasado y que, por tanto, ya se puede dar por finalizada la crisis del Covid-19, cuando, por desgracia, no es así.
El rebrote que acaba de experimentar China o el aumento de casos detectado en Alemania evidencian que el virus sigue ahí fuera, de modo que será necesario extremar las precauciones.
El fin del estado de alarma no significa que la pesadilla haya acabado, ni mucho menos. De hecho, es ahora cuando los efectos de la crisis económica derivada del coronavirus empezarán a emerger, haciendo cada vez más visible la ruina que ha supuesto la pandemia y, muy especialmente, la nefasta gestión de la misma que ha protagonizado el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos.
Difícilmente se puede hacer peor. El retraso en la adopción de medidas obligó a decretar el cierre de gran parte de la actividad económica durante más de dos meses, lo cual, unido a las erróneas políticas aprobadas para impulsar la recuperación y la ausencia de un detallado plan de control para evitar nuevos rebrotes, harán que España sufra no sólo la peor recesión de su historia, sino la mayor y más dura crisis del mundo desarrollado.
La caída del PIB oscilará entre el 11% y el 15% en 2020, según las últimas previsiones del Banco de España, con una tasa de paro próxima o superior al 20%, un déficit público de dos dígitos y una deuda cercana al 120% del PIB.
Si todo va bien, España tardará tres años en recuperar el nivel de riqueza previo al coronavirus
El problema, además, es que la alta dependencia del turismo, siendo éste uno de los sectores más afectados, dificultará la recuperación, de modo que la salida será tortuosa, lenta y complicada en el mejor de los casos.
Si todo va bien, España tardará tres años en recuperar el nivel de riqueza previo al coronavirus, pero, a poco que salga mal, se corre el riesgo de caer en una profunda y larga depresión, con todo lo que ello supone.
De ahí, precisamente, que sorprenda tanto el optimismo del Gobierno, ajeno completamente al drama que viven millones de familias, o las imágenes de alborozo que muestran las televisiones debido al desconfinamiento.
Esta crisis ha cambiado los hábitos de consumo, al tiempo que ha acelerado de forma muy sustancial la transición hacia la economía digital, de modo que muchos negocios están abocados al cierre y sus trabajadores al paro.
Según los cálculos de las patronales, es posible que un tercio de los más de tres millones de ERTE que todavía están activos acaben en despido, mientras miles de autónomos cesan definitivamente su actividad junto con las 130.000 empresas que ya han echado el cierre.
Además, la imagen exterior del país ha quedado por los suelos tras registrar el mayor número de fallecimientos por millón de habitantes, razón por la cual sigue siendo un destino del alto riesgo, con lo que la llegada de turistas extranjeros se hundirá y, con ella, la viabilidad del propio sector.
Si a la pésima campaña veraniega le sigue el temido rebrote de la enfermedad en otoño, la vuelta de las vacaciones ofrecerá un panorama desolador a nivel económico y social. La solución a semejante desastre no estriba en más impuestos, mayores trabas a las empresas y una población subsidiada sin capacidad ni esperanza de valerse por sí misma, sino justo lo contrario.
España se juega en esta crisis el futuro de toda una generación.