Abascal no da la talla
Vox pervierte la Constitución con una moción de censura pensada como estrategia de mal marketing político a las puertas de unas autonómicas en Cataluña
No se crean el espejismo: ayer, el partido de Abascal tocó su techo político y demostró a las claras ante la ciudadanía española que no da la talla.
Y no solo no da la talla como candidato a la presidencia del Gobierno, es que tampoco daría la talla como portavoz de un grupo nacionalista minoritario, que en realidad es lo que nunca ha dejado de ser, el portavoz de los miedos del españolito acomplejado, de nuestros prejuicos, de la reacción ante el progreso y la globalización.
Miren, no se puede pretender ser el más patriota del patio del cole y llenarse la boca de Españas y a la vez no tomarse en serio nuestro corpus jurídico-constitucional, un reloj suizo en el que todos y cada uno de sus mecanismos está relacionado con el conjunto en un equilibrio tal que si tocamos algo, podemos acabar rompiéndolo todo.
Y eso es precisamente lo ha hecho Santiago Abascal en lo material. Se ha tomado a chufla un instrumento grave como la moción de censura y lo ha subvertido para convertirlo en una herramienta de marketing viral para su campaña de las elecciones catalanas. Y miren, no se puede ir de salvador y garante de la Constitución cuando a las primeras de cambio y sin que venga a cuento decidas prostituirlo en una estrategia tan errónea como poco meditada.
Una verdadera vergüenza
En plata, no puedes subirte al estrado del Congreso y decir que no vas a presentar programa. Eso es reírse de las instituciones y de todos los españoles. Una verdadera vergüenza.
Y mientras eso es lo que hizo en lo material, en lo formal la cosa no le ha ido mucho mejor: Abascal ha conseguido superar una marca que hace escasas fechas parecía imbatible, ha dejado en mantillas el que había sido considerado por crítica y público como el peor discurso de moción de censura en toda nuestra historia democrática, la protagonizada por Antonio Hernández Mancha contra Felipe González en 1987.
Para los más jóvenes es como si un pastor de manchego, sesentón, pasado de kilos y calzado con chanclas de playa hubiera roto el récord en los 100 metros lisos de Usain Bolt.
¡Madre mía qué despropósito de discurso! ¡No hubo por dónde cogerlo!
Como si de un Donald Trump enloquecido se tratase, Abascal ha ido recorriendo todas las magufadas posibles del universo conocido para componer un paisaje dialéctico más propio de la cabeza de un adolescente con problemas de socialización que de un líder político, solo le ha faltado invocar al ectoplasma del profesor Jimenez del Oso y afirmar la existencia del yeti, la veracidad de las caras de Belmez y la presencia de extraterrestres entre nosotros… titotatin toti toti.
Abascal ha ido recorriendo todas las magufadas posibles para componer un paisaje dialéctico más propio de la cabeza de un adolescente con problemas
Ellos aún no lo saben pero lo de ayer fue historia. Asistimos al final de Vox, ya que el lamentable e irrespetuoso discurso de Abascal marcó su tope electoral. A partir de ahora todo será cuesta abajo.
Hoy solo hay un vencedor, que es Pedro Sánchez, un presidente encantado de que la teórica derecha radical le haga el trabajo sucio. Inenarrable.
Veremos qué ocurre hoy, en la última sesión de la moción de censura.