A Starbucks se le atraganta el mercado español
La red de cafeterías Starbucks abrió al público en las últimas semanas tres establecimientos, dos de ellos en la provincia de Málaga, y el tercero en Pozuelo de Alarcón. Son los primeros que el grupo pone en servicio, tras una sequía de inauguraciones que ha perdurado un año. La cadena se compone ahora de 86 cafeterías, 25 de las cuales radican en Barcelona.
El desarrollo de esta compañía de origen estadounidense ha sido cualquier cosa menos un camino de rosas. Arribó a España en 2002, de la mano del grupo madrileño Vips, perteneciente al empresario Plácido Arango y a un fondo de inversión. Starbucks y Vips se repartieron el capital a medias y fijaron sus objetivos en extender el negocio por la península Ibérica y Francia.
En 2009 los socios partieron peras y cada uno decidió seguir su propio camino. La multinacional se quedó el 100% de la actividad en Francia y Vips el 100% de la compañía que gestiona las tiendas españolas y portuguesas.
El año pasado, otro cambio de rumbo. La trasnacional se hizo con el 49% de Starbucks España, mientras Vips retuvo el 51% y la gestión. O sea que Vips pasó, en cuatro años, de controlar la mitad del negocio en España, Francia y Portugal, a poseer solo la mitad de la empresa administradora de las tiendas de la península Ibérica.
El motivo de estos viajes de ida y vuelta reside en los malos resultados obtenidos. En los once ejercicios de presencia en suelo patrio, Starbucks España sólo logró beneficios en dos. En los restantes cosechó pérdidas por un importe conjunto de 30 millones de euros. En 2013, las ventas de Starbucks España se cifraron en 51 millones, el mismo registro que contabilizaba cuatro años atrás.