¿A quién votará Jordi Pujol?

Como estrategia de marketing  político la creación de la marca Junts pel Si es un acierto. La gente ya no solo vota por ser de izquierdas o derechas o por ser nacionalista o no nacionalista, también elige entre lo nuevo y lo viejo. CDC, ERC, PP, PSC o ICV son marcas viejas, vinculadas a corrupción, crisis y casta. En cambio marcas como C’s o Podemos son marcas nuevas, no tienen relación aparente con el pasado y, por lo tanto, son más votables.

Así pues la idea de crear una marca nueva, como Junts pel Si, es un feliz hallazgo. Que menos que un nuevo país tenga también un nuevo partido. La estrategia de Junts pel Si parece clara: somos nuevos, jamás hemos gobernado, no tenemos responsabilidad alguna sobre nada. ¿Cómo lo consiguen? Rehúyen todo debate que implique, en consecuencia, rendir cuentas de su gestión y esconden las siglas de los partidos que forman dicha coalición: CDC y ERC. Su campaña se basa en actos, repletos de militantes de ERC y CDC, que a su vez militan en la ANC y OMNIUM. En esos actos se lanzan argumentos, frases simples e impactantes y se promete un futuro mejor libre de las cadenas opresivas de todo aquel que no comparta su optimismo patológico. Casi que como en las guerras quien no comparta su punto de vista es acusado de alta traición.

A los gobiernos cuando les va mal jamás reconocen sus errores de gestión. Todos, sean de la ideología y país que sean, dicen lo mismo: «tenemos un problema de comunicación». Es algo así como «lo importante es el equipo», que siempre sueltan los futbolistas en una entrevista pero en versión gobernante con problemas.

Todos los estrategas de las campañas que no sean de Junts pel Si tienen mucho trabajo para desmontar la, hasta ahora, exitosa estrategia independentista. No parece especialmente difícil empezar a poner el acento en la verdadera faz de Junts pel Si, para así poner de manifiesto lo que son: el partido del régimen en Catalunya, el de los privilegios, el eterno, el de los de antes y los de siempre, el de la casta y la corrupción.

No consigo comprender porque nadie saca a Pujol a la palestra: ¿A quién votará Jordi Pujol? ¿A Junts pel Si que tiene de cabeza de lista a un excolega de Villajero al que é tanto odia? ¿A quién votará  Millet? ¿A los que ahora han olvidado todas las llamadas pidiendo entrada para el Palau? ¿Y, a quien votará Macià Alavedra? ¿Dónde está Carod?

Los estrategas del resto de partidos deberían empezar a preguntar en público a los posibles votantes de la CUP si de verdad van a, con su voto, apuntalar el poder, de –permítanme usar su terminología- todos los mafiosos que viven de Diagonal hacia arriba.     

Junts pel Si tiene una estrategia arriesgada y que, alucinantemente, les está dando resultado y, que se resume en la siguiente frase: Todo lo malo que nos sucede a los catalanes es culpa de quien sea menos de los líderes de Junts pel Si y todo lo bueno que está por venir solo lo pueden hacer ellos.

Que eso lo consiga quien lleva gobernando ininterrumpidamente desde 1980, -¿O en realidad Junts pel Si no es un Frankestein entre CDC y el Tripartit?- es notable.

La deficiente calidad educativa, la saturación de los juzgados, el abatimiento del personal sanitario o la corrupción de baja intensidad aplicada de forma contumaz hasta convertirse en corrupción a gran escala es culpa de quien ha venido gobernando a placer debido a que, en realidad, desde 1980 hasta la aprobación del FLA, el Estado dimitió de casi todas sus funciones en Catalunya y Junts pel Si, en su versión analógica, gobernó a placer.