A qué obedece el arte de la mentira de Pedro Sánchez
El arte de la mentira de Pedro Sánchez conduce a que se resienta la facultad humana del juicio que permite discernir lo verdadero de los falso y el bien del mal
Hay un par de ensayos breves de Hannah Arendt sobre la mentira en la política que no solo no han perdido su actualidad, sino que hoy la recobran con especial fuerza. En España, por ejemplo.
Titulares de prensa
Las mentiras de Pedro Sánchez, Las mentiras que hunden a Sánchez y al PSOE, Podemos se harta de las mentiras de Sánchez, Las mentiras de Sánchez tienen las patas muy cortas, Pilladas de Pedro Sánchez diciendo mentiras, Pedro Sánchez miente, miente, miente, Sexta ola de mentiras, Las grandes mentiras del Gobierno, Ambición, mentiras y chantaje, El karma de Sánchez, mentiras desesperadas, Sánchez, un mentiroso resiliente, La carta de Sánchez y otras mentiras, Las mentiras de Sánchez sobre el coronavirus y un inacabable etcétera que ocuparían el espacio de este artículo.
La mentira en la política
Volvamos a Hannah Arendt. En 1964 y 1971, la filósofa publicó un par de ensayos breves, titulados Verdad y política y La mentira en la política, editados conjuntamente en lengua castellana con el título Verdad y mentira en la política (2017). En el primer ensayo, tomando como referente el caso Eichmann, valora la cuestión de si es legítimo decir siempre la verdad como señala la máxima latina Fiat iustitia, et pereat mundis. En el segundo, a raíz de la publicación de los Documentos del Pentágono acerca de la guerra de Vietnam, reflexiona sobre la mentira en el ámbito de la política.
El juicio de Eichmann en Jerusalén y la guerra de Vietnam nada tienen que ver con la España de nuestros días. Pero, no es menos cierto –no hablamos del hecho en sí, sino de la estructura del relato que se percibe en ambos casos- que entre los unos y el otro –Jerusalén, Vietnam y España- existe un elemento común: la mentira en la política. Al respecto, Hannah Arendt brinda el modus operandi del político que se vale de la mentira. Pedro Sánchez, por ejemplo.
A partir de la teoría de Hannah Arendt, se mostrará el arte de la mentira que caracteriza el mandato de Pedro Sánchez. De las muchas mentiras propulsadas por Pedro Sánchez –pactar con Podemos, ERC o Bildu después de haberlo negado, el cambio de la calificación penal de los políticos independentistas pasando de la rebelión a la sedición después de haberlo negado y otros muchos-, escogemos dos a modo de ejemplo: la lucha “contra el olvido” en la reforma de la Ley de Memoria Histórica y el indulto de los presos políticos catalanes condenados en firme por el delito de sedición y malversación.
Como si de una narración se tratara –algo de ello hay en los dos ensayos citados de Hannah Arendt-, la autora nos plantea el asunto de la verdad y la mentira en la política en tres actos: presentación, nudo y desenlace
Presentación
Hannah Arendt es rotunda. Así empieza –uno de los inicios más conocidos y celebrados de la filosofía contemporánea- el primer ensayo: “Nadie ha dudado jamás con respecto al hecho de que la verdad y la política no se llevan demasiado bien, y nadie, que yo sepa, ha colocado la veracidad entre las virtudes políticas. La mentira siempre ha sido vista como una herramienta necesaria y justificable para la actividad no solo de los políticos y los demagogos sino también del hombre de Estado”.
El arte de la mentira de Pedro Sánchez pone al descubierto la impotencia de la veracidad frente a la mentira. Pedro Sánchez es un político a la vieja usanza que engañaba al enemigo para obtener ventajas de toda índole. En nuestro caso, estamos ante el político que halaga y atrae con falsas apariencias. Ejemplos: 1) la lucha “contra el olvido” oculta el gerracivilismo táctico y oportunista; 2) el indulto a los sediciosos oculta un autoindulto que, además de legitimar futuras concesiones, permite que Pedro Sánchez gobierne gracias a los personajes a los que ha indultado.
Nudo
Hannah Arendt se explica. Las posibilidades de que las verdades factuales –las de la historia y la política, por ejemplo- sobrevivan al ataque del poder son limitadas habida cuenta que suelen ser “falsadas”, en beneficio propio, por el político que manifiesta una considerable capacidad de engañar o mentir. En ello –en la capacidad de boicotear las verdades factuales de la historia y la política- juega un papel muy importante el autoengaño que, en palabras de nuestra filósofa, impulsa ese “hombre de acción” que es el “embustero”.
El arte de la mentira de Pedro Sánchez, sacando de nuevo a colación a Hannah Arendt, no remite al “error, la ilusión ni la opinión”, sino a la “falsedad deliberada o mentira” que “desempeña un papel político”. Ejemplos: 1) la lucha “contra el olvido” –una recuperación selectiva de la memoria con objetivos políticos- confunde adrede la memoria subjetiva de unos con la historia objetiva en un ejercicio de desmemoria histórica que pone en peligro la convivencia; 2) el indulto a los sediciosos o un peldaño más que asegura la consolidación del poder.
Desenlace
Hannah Arendt hablando de los papeles del Pentágono: “Mintieron porque tomaron la política como una parte más de las relaciones públicas, creaban imágenes y resolvían problemas para eliminar de este mundo un hecho”.
El arte de la mentira de Pedro Sánchez hace algo similar. Ejemplos: 1) la lucha “contra el olvido” o un ejercicio de relaciones públicas que se olvida de la complejidad del hecho en beneficio de un PSOE que se presenta como justiciero universal; 2) el indulto de los sediciosos o, en palabras de Pedro Sánchez, “lo mejor [¡la eliminación de un delito!] para Cataluña y para España y lo más conforme con el espíritu de concordia y convivencia de la Constitución”.
Frankenstein
¿A qué obedece el arte de la mentira de Pedro Sánchez? A la voluntad –en términos generales- de formalizar, legalizar y consolidar algunas dicotomías: demócrata vs. fascista, izquierda vs. ultraderecha, progresista vs. reaccionario, íntegro vs. corrupto, honesto vs. deshonesto, leal vs. desleal, feminista vs. machista, tolerante vs. intolerante, patriota vs. antipatriota, malo vs. bueno.
Dicotomías, ¿por qué? En primer lugar, porque Pedro Sánchez necesita consolidar una coalición Frankenstein que se fundamenta en esas dicotomías. En segundo lugar, porque Pedro Sánchez devuelve a plazos –con su correspondiente interés: partidas económicas en los Presupuestos, infraestructuras, indultos, transferencia de competencias, políticas de género, subvenciones, reforma laboral, acercamiento de presos- el poder conseguido gracias a un Frankenstein que encuentra satisfacción –también, se alimenta- en unas dicotomías de las cuales, por cierto, obtiene también poder.
Dos más dos son cuatro
El arte de la mentira conduce al poder. Pero, como dijo Grocio, en Sobre el derecho de la guerra y la paz (1625), “ni siquiera Dios puede hacer que dos por dos no sean cuatro, tampoco puede hacer que lo que es intrínsecamente malo no lo sea”. Al respecto, cabe señalar que el mentiroso suele engañarse a sí mismo una vez descubierto el engaño. Cosa que puede conducir al ridículo, la soledad y la irrelevancia.
Hannah Arendt sigue hablando: “El resultado de una constante y total sustitución de la verdad de hecho por las mentiras no es que las mentiras sean aceptadas en adelante como verdad, ni que la verdad se difame como un mentira, sino más bien que el sentido por el que nos orientamos en el mundo real –y la categoría de la verdad versus la falsedad está entre los medios mentales para alcanzar este fin– queda destruido”.
La verdad es despótica
El arte de la mentira de Pedro Sánchez conduce a que se resienta la facultad humana del juicio que permite discernir lo verdadero de los falso y el bien del mal. La conclusión: hay que restaurar la verdad en la política. Cierto. Aunque, como decía Aristóteles, la verdad es inalcanzable. Pero –siguiendo al maestro-, hay una cosa que conviene recuperar: la “enseñanza racional” que permite comprender y quizá convencer. Primer paso: adiós a la demagogia y al populismo. Cosa que comporta la declaración de la batalla de las ideas contra las mentiras de pata corta de Pedro Sánchez.
Hannah Arendt: “Desde el punto de vista de la política, la verdad tiene un carácter despótico. Por eso la odian los tiranos, porque acertadamente temen la competencia de una fuerza coactiva que no pueden monopolizar” (Verdad y política, 1964).