A por la investidura
El propósito de Sánchez es gobernar en minoría como si tuviera mayoría y tener como socios a Podemos y PNV
No todo son vasos comunicantes. El PSOE parece haber abandonado o por lo menos dejado en un segundo plano los cambios de cromos en las alianzas municipales y autonómicas para centrarse en el objetivo principal: la investidura de Pedro Sánchez.
El primer escollo a salvar es la pretensión de Pablo Iglesias de conseguir coalición y salvavidas ministerial. No tenía mucho margen y después de la pérdida sobre pérdidas sufridas en las urnas del pasado domingo se encuentra aún más debilitado.
Sánchez perfila un gobierno plural en las apariencias pero homogéneo en el fondo
Es pues el momento de iniciar una maniobra envolvente, de la que se ha encargado el lugarteniente José Luís Ábalos. Sí a la incorporación de ministros cercanos a Podemos, o incluso militantes, pero no a un pacto de gobierno, y menos a una coalición de izquierdas. Sánchez quiere gobernar en solitario y tener las manos libres. Sus ministros lo serán a título personal y por o tanto dependerán de él, no de ningún otro partido.
En otras palabras, que el presidente quiere todo el mando para él. Fieles en el PSOE, fieles fuera del PSOE. Ministros desprovistos de base propia de poder y ajenos a toda disciplina que no sea la jerarquía interna del ejecutivo.
La pretensión es muy clara. Nada de hipotecas y peajes. Unidad de acción gubernamental. Limar las disparidades de sensibilidad e ideología aislando a los ministros de sus respectivas formaciones. Afinidades con otras formaciones, las justas. Correas de transmisión, cero. Obediencia, ninguna, si no es a quien les ha nombrado.
Una vez suspendidos los cuatro diputados independentistas, la cifra mágica de la mayoría absoluta se rebaja de 176 a 174 escaños
Se perfila pues un gobierno plural en las apariencias pero homogéneo en el fondo, con las mínimas discrepancias y chirridos internos, sometido a las directrices del el único jefe, el inquilino de La Moncloa. Lo contrario del caos es el orden, lo más parecido al orden es el ordeno y mando.
El propósito es gobernar en minoría como si tuviera mayoría. Negociar lo que haya que negociar, pero fuera del gobierno, no dentro. Como socio principal de perfila Podemos y como secundario el PNV. Que salga medio bien o mal es algo que pronto constataremos.
Una vez suspendidos los cuatro diputados independentistas, la cifra mágica de la mayoría absoluta se rebaja de 176 a 174 escaños. Sumemos. 123 del PSOE más 42 de Podemos mas 6 del PNV arrojan un total de 171. Más 2 de Coalición Canaria, uno de Compromís y el cántabro, son 175. Sobra uno para salir elegido en primera vuelta.
Si no consiguiera la mayoría absoluta, en segunda vuelta, Sánchez necesita superar el total de los 151 de las derechas que votarían en contra. PSOE y Podemos suman 165.
De sobras, suponiendo la abstención de los independentistas. Pero como dicha abstención no es segura, y puede que ni siquiera probable, procede volver al plan A y conseguir la mayoría absoluta en primera vuelta.
¿A qué tanto encaje de bolillos, con lo fácil que sería ponerse de acuerdo con C’s y aprovechar el total de 180 diputados que proporcionan mayoría absoluta sobrada en cualquier situación
La razón de fondo para rechazar esta posibilidad, no para amagar con ponerla sobre le tablero como amenaza en caso de que a los de Podemos se les ocurriera plantarse o exigir más de lo conveniente, es la misma que ha llevado a la cúpula socialista a dar un portazo, suave pero portazo, a las aspiraciones de Pablo Iglesias. Sánchez trata de gobernar sin pactos ni ataduras.
O sin pactos y con las mínimas ataduras. Convenga lo que convenga a España y a la siempre aconsejable estabilidad de cualquier gobierno, prima en la mente y en las ansias de Sánchez, pagar el mínimo precio por los apoyos recibidos, y es evidente que C’s exigiría, llegado el improbable caso, el coste de una coalición con todas las de la ley, incluida una vicepresidencia para Albert Rivera.
No se trata pues de elegir entre pactar hacia la derecha o hacia la izquierda sino de evaluar saldos y comparar facturas. A partir de este cálculo, el PSOE elige la factura menor de una constante labor de negociación parlamentaria. Sánchez aprendió de Rajoy a gobernar por decreto y prescindir de la mayoría en el Congreso, lo cual es factible en casi cualquier asunto.
El nuevo gabinete Sánchez
Si el PSOE y C’s juntos tuvieran mayoría en el ayuntamiento o en la comunidad de Madrid como en el Congreso, podrían cambiar cromos, pero las matemáticas parlamentarias no dan más e sí.
Cualquier alternativa al tripartito de derechas en ambas administraciones pasa por una imposible suma entre C’s, el PSOE y la izquierda de la izquierda.
Para formar su nuevo gabinete Sánchez tiene donde escoger sin despeinarse. Es especialista en funambulismos y en sorpresas gratas de entrada. Recuerden lo bien que cayó su primer gobierno. Y lo poco que duró.
El próximo va a durar bastante más pero podría incluso responder menos a los grandes retos de España en esta difícil coyuntura interna e internacional.