A palos con el emérito
Tanta verdad existe entre los que dicen que Juan Carlos I puede volver a España sin problema, como los que argumentan que escondió el dinero cobrado por una comisión
La Cataluña del siglo XXI no es monárquica a diferencia de la Cataluña de finales del XIX o principios del XX. Las filias y fobias son temporales y siempre que se pasa por una de ellas resulta extraña la contraria.
Así se entiende que el Palau de Pedralbes acabara siendo la residencia de los Reyes, gracias a la contribución de los principales de Barcelona -así se denominaban a las familias adineradas de la ciudad- y el Palauet Albéniz, más que residencia, espacio de recibimiento y de té de las cinco, durante la Exposición Universal de 1929.
La ojeriza de la Cataluña independentista, y antes de forma progresiva del nacionalismo, al Rey Juan Carlos y a la Casa Real, tiene una base que viene de antaño, aunque sin entrar en demasiadas disquisiciones.
Es prudente no olvidar que, durante los primeros años de la dictadura de Franco, los monárquicos fueron también perseguidos como recuerda Manuel Vázquez Montalbán en su libro Autobiografía del general Franco, que acaba de ser reeditado. Pero todo pasa tan rápido y las modas son tan extremistas, que el histórico de una cuestión pasa a no tener interés.
La vuelta del emérito, como no, está siendo utilizada para mantener una acoso a la Casa Real de la que ya conocemos sus rutinas y consecuencias
La vuelta del emérito, como no, está siendo utilizada para mantener una acoso a la Casa Real de la que ya conocemos sus rutinas y consecuencias. Se trata de darles fuerte para, de paso, evidenciar la mala calidad democrática y la poca fortaleza de eso que denominan Estado español. O sea, simplemente España.
Los argumentos superficiales son válidos. Me refiero a los de defienden y a los que critican. Tanta verdad existe entre los que dicen que Juan Carlos I puede volver a España sin problema ya que no tiene ninguna causa judicial detrás, como los que argumentan que escondió el dinero cobrado por una comisión.
Pero qué hacer ante tanta cosa fea que puede ser endulzada ante tanta cosa positiva. Es un laberinto del que es difícil encontrar una salida que contente a todo el mundo. Un imposible. Por ello, lo único decente de analizar son las consecuencias, porque los hechos sólo pueden ser expuestos.
La Fiscalía no imputo al emérito por cuatro razones: insuficiencia de indicios, prescripción de delito, inviolabilidad y sus regularizaciones fiscales. Si sólo utilizamos la inviolabilidad estamos siendo selectivos ante la verdad. Pero ya sabemos que este es el modelo actual más utilizado para desinformar: utilizar un cachito de la verdad para que parezca otra cosa.
También es cierto que el entonces Rey tenía prohibido cobrar ningún tipo de comisión ante una operación comercial. Nuestra monarquía, que es parlamentaria, concede un sueldo al Rey, paga con los presupuestos del Estado su manutención y la de su familia, pero no puede tener ni propiedades, ni beneficio económico.
Todos tienen razón
Así que todos tienen razón. La cuestión es saber en qué beneficio utilizas la opinión. Y, como decíamos, en el caso del independentismo está claro. Esta es una nueva oportunidad para considerar que un país que tiene ciudadanos -algunos prefieren decir súbditos- que reciben al monarca con vivas al Rey y vivas a España están demostrando su poco nivel… ¿democrático?
El independentismo y el “podemismo”, o como quieran llamarlo, les resulta fácil despotricar contra la vuelta circunstancial del emérito a España
Algunos lo tienen más fácil. El independentismo y el “podemismo”, o como quieran llamarlo, les resulta fácil despotricar contra la vuelta circunstancial del emérito a España. Para el PSOE no es tan sencillo. Así deja que sus ministros y ministras se vayan posicionando, casi de forma contradictoria.
El PP y Ciudadanos lo tienen más claro y defienden esta vuelta basada sobre todo en que no hay causa judicial contra su persona. El caso de Vox es más interesante. No critican su presencia, pero ya se sabe que la ultraderecha siempre ha estado más cercana a posicionamientos republicanos. Vuelvo a Vázquez Montalbán. La memoria siempre resitúa ideas: los monárquicos fueron perseguidos tras la Guerra Civil. Me parece interesante recordarlo.
El resumen es que todas las opiniones sirven a un interés. Pueden acusarme de naif. Infantil. Por supuesto, pero como el bonachón Joan Tardà decía, por cierto, un político antifascista, antimonárquico, antiespañol, pero buena persona, algú ho havia de dir (alguien lo tenía que decir).