A la yugular de Lesmes
Aunque Pedro Sánchez haya representado una obra de teatro, la cartera del ciudadano sigue y seguirá pillada por los bancos
Leo varios artículos de opinión que valoran como solución salomónica el anuncio de Pedro Sánchez sobre el pago del impuesto de las hipotecas a cargo de la banca y no del cliente. ¿Salomónica? ¡Para nada! Es un ataque en toda regla al presidente del Tribunal Supremo. Un ataque bien planificado y bien ejecutado.
Ya he resaltado en varias ocasiones el instinto felino del presidente, sonriente ante la pantalla, agazapado y emboscado tras la maleza. Cuando tiene una víctima a tiro, Sánchez jamás duda.
Pedro Sánchez preparó su ataque a Lesmes con sumo cuidado
Desde Tomás Gómez a Carlos Lesmes pasando por Susana Díaz, herida pero no de muerte, y Mariano Rajoy, liquidado para siempre. Den por seguro que habrá más.
Si prefieren saltar de una metáfora felina a una marina, deberán recordar que Sánchez no abrió la boca durante la larga batalla interna del Supremo. No era por respeto o renuncia a interferir en otro poder sino porque preparaba su ataque con sumo cuidado y con el mayor sigilo.
Mientras esperaba la sentencia, en vez de perder el tiempo, revisaba, engrasaba, afinaba y cargaba su artillería. Fingía mirar hacia otro lado, pero enfocaba al supremo presidente del Supremo. Un ataque por sorpresa es más de media victoria.
Pedro Sánchez se ha hecho pasar por justiciero
En cuanto el objetivo se descubrió, no tardó ni un minuto en disparar. Salió a la palestra triunfante y fulminante para anunciar la inmediata rectificación, léase desautorización del alto tribunal.
Rajoy habría echado un cable, Sánchez ha soltado una andanada de bucanero, y encima haciéndose pasar por justiciero.
En la rueda de prensa que anunciaba el cambio legislativo, Sánchez se burló incluso de Lesmes por lo bajinis, puesto que había confundido una ley por otra en su, asimismo confuso, intento de echar pelotas fuera.
Por si alguien no lo pillaba soltó la frase envenenada del mes: “tiene que reflexionar”. No es injerencia, es misil. El Supremo tendrá o no tendrá solución, que no la tiene, pero Lesmes no tiene salvación.
Sánchez ha representado una obra donde ha protagonizado el papel de defensor del bolsillo del ciudadano
En política cuentan dos cosas. La primera es el escenario, lo que sucede entre bambalinas está muy bien para entretener a los chismosos pero no cuenta para nada.
En este escenario, cuidadosamente y sigilosamente preparado en La Moncloa, insisto, se ha representado una obra escrita por su protagonista y único actor: Sánchez el defensor del bolsillo del ciudadano, que gracias a él deja de estar sometido al abuso combinado del poder de los bancos y los jueces a su servicio.
El Supremo estaba al servicio de los bancos pero esta vez han perdido. Gana Sánchez, gana el pueblo.
O sea, que el Supremo no está favor del pueblo como el PSOE sino al servicio del poder. Este y no otro es el argumento de la obra: Sánchez el héroe que ha burlado a los banqueros burladores, Lesmes el villano. Resuelto en un santiamén. Fin. Bravos del respetable puesto en pie.
En política cuentan dos cosas, el escenario y el resultado. A la salida de la función, viene la segunda. No el final de la obra representada, sino su traducción a la vida real. Bueno, pues a la salida del teatro las cosas quedan como antes. No solución salomónica sino inmovilismo.
Mucha prestidigitación en escena pero la cartera del ciudadano sigue y seguirá pillada por los bancos. Este cambio lo podía haber protagonizado el PSOE o el PP hace años, pero sabían que era inútil.
Solo saldrán beneficiados quienes firmen sus hipotecas el lunes y el martes próximo, hasta que, a no tardar ni dos días, los expertos encuentren un subterfugio para cargar la cuenta al pagano de siempre.
Solo falta por saber si lo harán a la descarada, vía incremento de las comisiones de apertura por ejemplo, o van a empeorar todavía más su imagen al intentar disimular repartiendo la cuenta de los hipotecados entre todos los clientes. Los paganos también tienen calculadora. Lo que necesitan y no tienen es protección.
La política de Pedro Sánchez
Sánchez no es partidario de grandes ni de medianas reformas (tampoco tendría margen), pero sí de mantenerse en el poder el mayor tiempo posible, para lo cual necesita seducir a los desamparados sin desamparar a los privilegiados.
La guerra interna del Supremo le ha ofrecido un oportunidad de oro para lucirse, no para modificar nada sustancial. La ha aprovechado. Se ha lucido.
No ha cambiado nada en la calle pero se ha cargado a un enemigo llamado Lesmes.